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El Consumo de drogas por los escolares

Los escolares tienen saberes que les permite gestionar sus riesgos, experiencias que de manera participativa deberíamos de recoger para con ellos hacer diseños de prevención y control de drogas más racionales, eficientes y humanitarios que los actuales.


Los hechos más importantes de la encuesta del CONACE entre los escolares – Séptimo Estudio Nacional de Drogas en la Población Escolar de Chile, 2007- son la abrupta caída en la percepción de riesgo por el uso de las drogas controladas y la significativa disminución en el consumo de alcohol y tabaco entre esos y esas jóvenes de octavo básico a cuarto medio del sistema nacional de enseñanza.



La percepción del riesgo por uso frecuente de marihuana cayó entre los escolares en un 26,4% entre 2001 y 2007, así como en 22,5% para el consumo experimental de cocaína entre 2003 y 2007. No obstante lo anterior, el hecho significativo es que pese a la abruta caída de la percepción de riesgo el consumo de marihuana entre aquellos sólo creció en un medio por ciento y el de cocaína total en 2,4% entre 2001 y 2007. Lo anterior señala que la credibilidad de las campañas de prevención son muy bajas entre los escolares, precisamente porque sus experiencias son contra evidentes con los mensajes de tales campañas, ya que el 47,1% de sus amigos usan marihuana, al 43,6% le han ofrecido drogas y el 43% ha visto la circulación de ellas en su colegio, por lo tanto podemos suponer que son precisamente esas experiencias de primera mano las que les permite tomar decisiones adecuadas, es decir, es la percepción objetiva del riesgo lo que le permite a los escolares una adecuada gestión del riesgo por uso de drogas.



Lo que si es preocupante en el consumo de cocaína entre los escolares lo constituye el aumento en el consumo anual de pasta base – 13.6% en ese período- y la disminución en el consumo de clorhidrato de cocaína -9,4% en igual período-, esto es tanto más preocupante cuando entre el conjunto de la población nacional la situación es simétrica, así mientras el consumo de clorhidrato de cocaína creció en un 17,2% el de base cayó en 14,3%, lo cual expresa una capacidad de auto cuidado esta población, ya que esta sustancia es más perjudicial para la salud que aquella.



El consumo de alcohol y tabaco entre los escolares es muy importante ya que estas sustancias son las más consumidas por ellos y por toda la población nacional, son además las que más afectan la salud y las relaciones familiares, comunitarias y sociales, así tenemos que el consumo intensivo de alcohol – varias veces al mes- entre los escolares triplica el consumo de marihuana – 3,3% y 9,0%- y el de tabaco casi duplica el de alcohol- 15,7%. Para estas sustancias legales, a diferencia de las drogas controladas, mientras que la percepción del riesgo entre los escolares creció muy poco, 1,5% para abuso de tabaco entre 2001 y 2007, así como en 2,3% el uso cotidiano de alcohol en entre 2003 y 2007, en cambio el consumo de tabaco disminuyó en un 14,2% en 10.0% para alcohol en igual período. En estas sustancias tampoco parece ser que las campañas de prevención sean la razón de la disminución del consumo por los escolares ya que este cayó mucho más que el crecimiento casi imperceptible de la percepción de riesgo por lo mismo.



En breve, mientras que entre los escolares disminuyó fuertemente la percepción de riesgo por el uso de drogas su consumo casi no creció, en cambio, mientras la percepción de riesgo por uso de alcohol y tabaco apenas creció el consumo disminuyó significativamente. Estas estadísticas nos indican que los escolares tienen saberes que les permite gestionar sus riesgos, experiencias que de manera participativa deberíamos de recoger para con ellos hacer diseños de prevención y control de drogas más racionales, eficientes y humanitarios que los actuales.



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*Ibán de Rementería, Corporación Ciudadanía y Justicia, Red Chilena de Reducción del Daño.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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