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¿Chile moderno?

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Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Ya se ven numerosos signos alentadores de que la ciudadanía, incluso a partir de reductos pequeños pero activos, puede aguijonear el lomo de la microcracia y sacarle trote y en esta precisa ocasión tiene una herramienta en sus manos- el volátil voto- que comienza a turbar el sueño de muchos.


Por Héctor Arroyo*

En estos tiempos preelectorales, en que unos pocos prometen mucho – promesas que con posterioridad se jibarizarán hasta hacerse casi invisibles o inaudibles- ofreciendo modernidad, recambio generacional, nuevas ideas, programas sociales, sensibilidad medioambiental, etc., etc. es bueno recorrer las actuales carencias, algunas de ellas inaceptables, ya que muchos de los anteriores grandes caballos de batalla prometidos difícilmente pasarán por el ojo de la aguja.

Para aterrizar, es mejor plantear y aspirar a logros y menos complicados que signifiquen real preocupación por la modernidad, pues aún nos queda bastante trecho que recorrer, pese a algunos optimistas que afirman que ya estamos allí y a los pesimistas que hablan de esperar a que la renta nacional llegue a los US$ 12 mil por cabeza, sin contar con los megalomaníacos que piensan que viaductos, túneles, centrales hidroeléctricas, súper malles, vías rápidas y altas torres transforman a un ente en ser humano del siglo XXI.

Chile será un país moderno cuando la mayor o buena parte de estas aspiraciones desordenadas que siguen sean vividas cotidianamente por cualquier ciudadano, sin necesidad de desgañitarse:

 – los edificios que reciben público ofrezcan baños limpios, dignos y gratis,

– los hombres y mujeres públicas respondan las quejas con acuse de recibo, en papel foliado,

– las fotos y nombres de los corruptos aparezcan en los periódicos,

– los corruptos reintegren el doble de la coima recibida,

– las FF.AA. democraticen su accesibilidad y formación,

– los discos PARE existan en todas las esquinas,

– los fabricantes indiquen verazmente el contenido de cada envase,

– los bancos paguen intereses por TODO depósito,

– la educación responda a las necesidades del siglo XXI,

– el chocolate contenga cacao, con indicación del %, y no caca,

– la policía diga transparentemente qué hace con la droga incautada,

– la Constitución incorpore el plebiscito revocatorio de los electos, a mitad de su mandato,

– las últimas 5 declaraciones de renta del 5 % de los contribuyentes se reexaminen, por sorteo,

– la exigencia del RUT para pagar y rembolsar pagos al contado sea eliminada,

– los comerciantes cesen de cerrar con cinta adhesiva las bolsas, después del empaque,

– la publicidad por teléfono sea penalizada,

– la exigencia de huellas digitales en la empresa privada sea prohibida,

– el mal uso, omisión y deterioro de la lengua castellana sea penalizado,

– los supermercados cesen la escasamente transparente práctica del $ 1 para los «pobres»,

– las empresas privadas ofrezcan servicios de pago en línea reales,

– los semáforos también sirvan a los peatones,

– el reembolso o recambio por mercadería defectuosa sea respetado ipso facto,

– los dictámenes de la Contraloría General de la República sean vinculantes,

– las boletas por servicios públicos incluyan los precios unitarios,

– el costo fijo ad eternum sea reemplazado por el arriendo o la adquisición del bien,

– la Constitución establezca plazos para aprobar o rechazar proyectos de ley que vegetan,

– los trámites notariales se compadezcan con el Siglo XXI,

– los terminales de buses y estacionamientos disuasivos coincidan con los terminales del metro,

– la corona urbana que rodea a los centros sea objeto de una revitalización concertada,

– la presencia del automóvil en el centro sea eliminada,

– la industria contaminante sea reubicada y modernizada,

– los dispositivos arquitectónicos para las personas discapacitadas sean obligatorios,

– el sistema impositivo sea compatible con los ingresos de cada contribuyente,

– los cursos de agua pestilente sean saneados,  

– los terrenos eriazos paguen contribuciones según su valor comercial,

– la «puerta giratoria», practicada por autoridades salientes, sea denunciada como corrupta,

– el Estado disponga de un catastro nacional económico, social y físico moderno,

– la Región de Los Lagos cuente con un plan de desarrollo turístico con visión de su potencial,

– Valparaíso reciba la atención que corresponde a una ciudad Patrimonio de la Humanidad,

– la Constitución incorpore la reciente versión de DD.HH. propuesta por Amnistía Internacional,

– la desertificación y el manejo del agua dependan de organismos con visión a largo plazo,

– el Defensor Ciudadano sea instalado de una vez por todas,

– los enfermos reciban la atención que corresponde y no migajas,

-el binominalismo sea simbólicamente plebiscitado, pese a que la Constitución no lo prevé,

– la ciudadanía participe en la regulación de los intereses comerciales usureros,

– las organizaciones ciudadanas sean financiadas por el Estado, sin coerción ni amarres,

– las áreas verdes reemplacen a las degradantes áreas café de los guetos urbanos,

– los proyectos de impacto territorial y social sean sometidos a consulta pública,

– la publicidad estatal sea entregada equitativamente a todos los medios de comunicación,

– los miembros de los CORE sean elegidos por la ciudadanía,

– las relaciones cordiales con los países vecinos sean el paso previo a la integración,

– la Isla de Pascua obtenga un status que asegure su sitial como Patrimonio de la Humanidad,

– los chilenos en el exterior puedan votar,

– la iglesia de San Francisco recupere su privatizado parvis para disfrute de la ciudadanía,

– el agregado de valor al cobre se haga en el país, como un mínimo de dignidad nacional,

– las ciudades sean objeto de un real programa de descontaminación,

– el acceso irrestricto a las playas, libres de contaminación, sea un derecho,

– ninguna autoridad electa ocupe su cargo más allá de los 65 años,

– el recambio generacional sea prioridad nacional,

– los comerciantes cesen de agregarle agua al listerine importado,

– los terceredados cuenten, sin trabas, con transporte rebajado,

– la televisión se abra a la cultura y a la discusión de los temas de importancia nacional,

– el patrimonio urbano y natural sea respetado por ser irremplazable,

– las pistas ciclables reciban de los municipios la atención y recursos necesarios,

– las etnias originarias sean compensadas por el despojo histórico del que han sido víctimas,

– los violadores de los derechos humanos reciban el castigo correspondiente a su inhumanidad,

– los editoriales de todos los periódicos se publiquen con la firma de sus autores,

– las mujeres acosadas reciban justicia y no condescendencia,

– los padres ausentes cumplan sus responsabilidades pecuniarias sin escabullirse,

Muchas de las aspiraciones enumeradas implican un salto socio-cultural hacia adelante que las estancadas y mal llamadas elites difícilmente impulsarán por si mismas, tanto más cuando la fragmentación existente refuerza su inercia. Sin embargo, ya se ven numerosos signos alentadores de que la ciudadanía, incluso a partir de reductos pequeños pero activos, puede aguijonear el lomo de la microcracia y sacarle trote y en esta precisa ocasión tiene una herramienta en sus manos- el volátil voto- que comienza a turbar el sueño de muchos.

 

*Héctor Arroyo Llanos, Fundación  «Defendamos la Ciudad».  Montreal, Canadá.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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