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Son los impuestos, estúpido

Son los impuestos, estúpido

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Roberto Castillo
Por : Roberto Castillo Enseña en la Universidad de Haverford desde 1991. Bachiller en Sociología en Kenyon College, Ohio, Master en Literatura Hispanoamericana en Vanderbilt University, Master y Doctorado en Lenguas y Literaturas Románicas en Harvard.
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Al parecer vivimos en una realidad mediática tan bien amaestrada que pedir algo así será considerado un emplazamiento. Bueno, lo hago por medio de esta columna: Senador Frei, señor Piñera, pongan sobre la mesa su declaración al Servicio de Impuestos Internos de abril de 2009 sobre todos los ingresos reportados del año 2008, de manera completa y sin omisiones.


En otras partes del mundo se le pide a cualquier candidato presidencial que deje en claro un par de cosas básicas. En primer lugar, que haga pública su situación financiera, lo que incluye ingresos, impuestos, y gastos de campaña.

Sobre las finanzas, no basta que se hagan declaraciones de principios, o que se le pida al electorado que tenga confianza en la propia probidad sin mayor aval. En los Estados Unidos, por ejemplo, un componente básico del retrato financiero de un candidato es la declaración de impuestos. Este importante documento se pone a disposición de la prensa y de la ciudadanía, quienes se sienten con pleno derecho a ejercer un escrutinio estricto de cada ítem que se detalla en él. Los candidatos que vacilan o se demoran a la hora de presentar su declaración de impuestos al día, pagan un enorme precio en la confianza pública, como bien lo sabe Hillary Clinton. Tan básico es este paso de transparencia, que por lo general exige ser cumplido en la etapa de primarias, muchísimo antes de la elección presidencial.

al parecer vivimos en una realidad mediática tan bien amaestrada que pedir algo así será considerado un emplazamiento. Bueno, lo hago por medio de esta columna: Senador Frei, señor Piñera, pongan sobre la mesa su declaración al Servicio de Impuestos Internos de abril de 2009 sobre todos los ingresos reportados del año 2008, de manera completa y sin omisiones.

En Chile, en cambio, a pesar de que estamos ad portas de la segunda vuelta de una elección muy disputada, los ciudadanos no saben cuánto pagaron los candidatos en impuestos ni qué porcentaje de sus ingresos representa esa carga tributaria. La escasez o ausencia de información precisa e indesmentible al respecto se pone de relieve ahora que la candidatura de la Concertación ha anunciado la formación de una comisión de alto nivel dedicada a la reforma tributaria. La Alianza derechista, por su parte, ha hecho ruidos acerca de los impuestos, sin haber hecho propuestas concretas.

El trámite de transparencia sería relativamente sencillo: tanto Frei como Piñera, como cualquier otro ciudadano, hicieron una declaración oficial de impuestos en abril de 2009. Cuesta imaginarse qué obstáculos existirían para que la pusieran al alcance de la ciudadanía, como gesto mínimo  (más vale tarde que nunca). En realidad, da un poco de vergüenza darse cuenta de que esto, que es en realidad tan básico, se pueda considerar en Chile como un emplazamiento. Pero al parecer vivimos en una realidad mediática tan bien amaestrada que pedir algo así será considerado un emplazamiento. Bueno, lo hago por medio de esta columna: Senador Frei, señor Piñera, pongan sobre la mesa su declaración al Servicio de Impuestos Internos de abril de 2009 sobre todos los ingresos reportados del año 2008, de manera completa y sin omisiones.

El tema tributario se ha convertido en un elemento central de la agenda de esta segunda vuelta. La diferencia entre las propuestas de ambas candidaturas al respecto debe ser calculada por el electorado tomando en cuenta todos los factores, incluyendo los potenciales conflictos de interés. Además, la reforma tributaria se relaciona directamente con dos elementos esenciales de la convivencia republicana: el principio de equidad y el concepto de representatividad, y sería bueno determinar dónde se sitúan los candidatos en relación con el grueso de la ciudadanía y a quiénes representan en el crucial debate acerca de los impuestos. Ya que ambos se dicen representantes de la clase media, sería interesante cotejar la distancia entre el discurso y la realidad de su situación económica, en tinta negra sobre papel blanco.  El emplazamiento queda puesto en la mesa. Los candidatos tienen la oportunidad de demostrar que no sólo pueden hablar bonito sobre el tema de la transparencia, de la probidad, y de un nuevo estilo de hacer política, sino que tienen las agallas para probar que nada tienen que esconder.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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