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Nuestro derecho a saber

Claudia Lagos y Victoria Uranga
Por : Claudia Lagos y Victoria Uranga Claudia Lagos es Coordinadora del Programa de Libertad de Expresión del ICEI, U. de Chile. Victoria Uranga es directora de la cátedra Unesco “Medios de comunicación y participación ciudadana”, de la Escuela de Periodismo UDP.
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La necesidad de saberes distintos requiere de una polifonía de posibilidades en donde buscar información, no homogeneidad en las construcciones periodísticas.


Este año la conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa tiene como foco el derecho a saber. Parte de ese debate se concentrará en el Seminario «El Derecho a saber en el Chile del Bicentenario», que se realizará durante la mañana del 4 de mayo en la Biblioteca de Santiago. El énfasis es provocador, ya que lo común es que se reivindique el derecho a informar, que el año pasado tuvo que lamentar la muerte de 77 periodistas. Un dato revelador e inquietante: la gran mayoría de ellos no estaban cubriendo guerras, sino que reporteaban noticias locales. Es decir, la labor más rutinaria para el periodismo está revestida de riesgos.

Sin embargo, el derecho a saber nos sitúa en el lugar de las llamadas audiencias y específicamente, en las necesidades que tenemos como ciudadan@s. ¿Qué es lo que necesitamos saber? ¿Cuál es la información pertinente y necesaria que requerimos para ser ciudadanos activos y responsables? ¿De qué requerimos estar informados para tomar decisiones en libertad? ¿Cómo y cuánto demandamos a los medios más y mejor información?

[cita]La necesidad de saberes distintos requiere de una polifonía de posibilidades en donde buscar información, no homogeneidad en las construcciones periodísticas.[/cita]

La mayoría de las personas probablemente no se hace estas preguntas cuando hojea un diario o ve las noticias al llegar del trabajo. Lamentablemente, es un derecho bastante invisible que se vuelve radicalmente evidente más bien cuando se clausura o sufre un daño profundo. Esto, porque el derecho a saber tiene consecuencias en todos los otros derechos.

En la agenda hay varios temas que se relacionan con este derecho a saber y los medios de comunicación. La Nación como medio público (o, más bien, el debate por la necesidad y el rol de los medios públicos, en general), la todavía no promulgada Ley de servicios de radiodifusión comunitaria y ciudadana y la ley de televisión digital son sólo algunos ejemplos de asuntos que tendrán consecuencias en muchos chilen@s, pero que no han sido parte de un debate público, vigoroso e informado.

Lamentablemente, nuestro derecho a saber puede verse vulnerado de muchas maneras, más aún si tenemos escasa conciencia de él. Desde la precariedad en que los periodistas se desenvuelven regularmente, lo que incluye las escasas posibilidades de desarrollar investigación periodística de calidad; la obstrucción deliberada de informaciones o las construcciones periodísticas parciales. Este último es probablemente una de las debilidades más notorias en nuestro país. Con una evidente concentración medial, hablar de pluralismo es para algunos sectores algo ajeno y añejo, que no responde al Chile moderno que quisiéramos ser. Efectivamente: la escasa diversidad del universo mediático e informativo vigente no se corresponde con una sociedad moderna y democrática como la que queremos construir y, por eso, la pregunta por el pluralismo está más presente que nunca.

Para asegurar el derecho a saber es necesario promover y garantizar pluralismo en el sistema medial, así como también al interior de cada uno de los medios (a través de pactos con los lectores, manuales de estilo públicos y accesibles a la ciudadanía), de manera que la gente pueda escoger dónde y cómo informarse.
Nuestra sociedad es diversa. Enhorabuena. Por lo tanto, la necesidad de saberes distintos requiere de una polifonía de posibilidades en donde buscar información, no homogeneidad en las construcciones periodísticas. ¿Consideramos –ud. y cada uno de nosotros- esto, como un derecho?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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