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La meta del desarrollo se nos escapa

Marcelo Toro
Por : Marcelo Toro Abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Chile.
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Hay por último otro punto de contacto entre Lagos y Piñera, el creer que el desarrollo es algo que sólo depende del PIB.


El anhelo de alcanzar el desarrollo huye de nosotros igual que los patos se escabullen del invierno. Escuchar a Sebastián Piñera el 21 de mayo fue todo un deja vous. Cómo olvidar que el Presidente Lagos nos había prometido que por estas fechas íbamos a ser un país desarrollado y, cómo no compartir el veredicto del pueblo, que al oír esta renovada promesa, con esa picardía muy nuestra, mezcla de sorna, incredulidad y derrotismo, sentenciara “acuérdense que el 2020 va a venir otro gil a prometernos lo mismo”.

Al apuntar a lo inalcanzable, lo imposible se torna posible. Esa fue la grandeza del dirigente de Magallanes, Ernesto Alvear, que en Helsinki nos consiguió un mundial con las patas y el buche. “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo” declaró, y se salió con la suya. Ahí estriba el secreto de todo descubridor o inventor. No es su “visión”, sino su “voluntad de poderío” como diría Nietzsche la que le permite conjurar una realidad enteramente nueva por el sólo hecho de haberlo decretado. ¿Sería el propósito de Lagos y de Piñera el mismo que el de Ernesto Alvear?

[cita]Hay por último otro punto de contacto entre Lagos y Piñera, el creer que el desarrollo es algo que sólo depende del PIB.[/cita]

En el caso de Lagos no puede haber muchas dudas. Sabida es su admiración por José Manuel Balmaceda, quien basándose en la experiencia norteamericana, hizo de las giras presidenciales una forma de hacer política, inédita hasta ese minuto. Las convirtió en verdaderos espectáculos donde además de su figura, abrió instancias de participación cívica e integración social usando todos los componentes materiales y simbólicos de un desplazamiento oficial. Por eso Balmaceda necesitó un vapor al norte y un tren al sur como diría Rafael Sagredo, sus obras públicas fueron vehículos de la política. Las obras públicas en el caso de Lagos tuvieron una connotación y motivación distintas, pero la admiración, la misma que llevó a Salvador Allende el 11 de septiembre a echar por tierra todos los bustos de los Presidentes de Chile, salvo el de Balmaceda, tuvo mucho que ver sin duda.

En Lagos hay un punto de contacto con Balmaceda y con Ernesto Alvear. Y puede que esto aplique a Piñera también. Así como el primero tomó de los norteamericanos la gira presidencial como una efectiva práctica política, Lagos quiso hacer de las declaraciones lo que Alvear hizo en Helsinki y lo que Kennedy hizo el 25 de mayo de 1961 al declarar en sesión conjunta del Senado y la Cámara que antes del término de esa década pondrían a un hombre en la luna. Sabido es que hasta ese momento los rusos llevaban la delantera en la carrera espacial y aún hoy es discutible si los norteamericanos lograron aventajarlos alguna vez. Pero la llegada a la luna tuvo un efecto político innegable, instaló la idea tanto dentro como fuera de Estados Unidos que eran gigantes tecnológicos y los rusos unos pigmeos. Cierto o no esta sensación coloreó todo el período de la guerra fría y ha determinado hasta hoy la política exterior norteamericana.

Habría sido un golazo el de Lagos, pero le salió el tiro por la culata. Y eso deja en un mal pie a Sebastián Piñera, porque el fallido anuncio de Lagos nos recuerda a nuestra malograda carrera espacial, al Fasat-Alfa y al Fasat-Bravo.

Como usted ve el escepticismo nacional parece tener bases sólidas. ¿O me va a decir que cuando se lance al espacio el SSOT este año va a empeñar alguna chaucha a que eso resulte? Chiste repetido dice el dicho… y por eso yo no apostaría mucho a las predicciones de este 21 de mayo que pasó.

Hay por último otro punto de contacto entre Lagos y Piñera, el creer que el desarrollo es algo que sólo depende del PIB. China es hoy la tercera economía del mundo, detrás de Estados Unidos y Japón, y se cree que en una década o poco más habrá alcanzado a la primera que hoy la triplica en producto. ¿Cree usted que sólo por eso, un país donde no hay libertad de expresión ni de información, que persigue y encarcela a los activistas por la causa del Tibet, que tiene la tasa más alta de ejecuciones por pena de muerte, donde el Estado practica la esterilización forzada, el aborto forzado, la utilización coercitiva de anticonceptivos, el infanticidio y la determinación prenatal del sexo, donde existe una alta taza de trabajo infantil y formas de moderna esclavitud, va a convertirse en un “país desarrollado” por pesos más, pesos menos?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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