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Mandela y el opio del pueblo

Javier Campos
Por : Javier Campos Poeta y columnista. Profesor de Literatura Latinoamericana, Fairfield University, Connecticut.
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Algunos columnistas se preguntan, eso que Bachelet esté en África del Sur, ¿Se puede utilizar el fútbol con fines políticos? Y responden que no. Entonces Mandela estaba equivocado.


“Invictus” (2009) es una reciente película sobre Mandela y África del Sur. El guión está basado en un libro, “El factor humano”,  del periodista escocés John Carlin, de madre española, columnista de varios diarios incluido El País de España. El dijo que su reportaje no era ninguna ficción sino que es recopilación exacta  de lo que realmente ocurrió en ese país a partir de la liberación de Nelson Mandela  el  11 de febrero de 1990,  después de 27 años en la cárcel. Estando John Carlin de visita en EE.UU.,  un productor por mera casualidad conoció al periodista escocés  y éste le habló de su libro. Luego el director Clint Eastwood adapta el libro de Carlin y hace la magnífica película que ha ganado muchos premios en varios festivales de cine este año.

John Carlin fue corresponsal en África del Sur desde 1989 hasta 1995. Entrevistó  varias veces a Mandela. El periodista dio con una original forma de contar esa transición ordenada desde el apartheid a la democracia. Esta idea original de Carlin fue explicar la figura del sudafricano y cómo este pudo crear una nueva nación a través del deporte a través de la Copa Mundial de rugby en 1995.

[cita]Algunos columnistas se preguntan, eso  que  Bachelet  esté en África del Sur, ¿Se puede utilizar el fútbol con fines políticos? Y responden que no. Entonces Mandela estaba equivocado.[/cita]

El rugby era entonces un deporte únicamente de blancos. Mandela al asumir la presidencia del país no elimina al equipo de rugby, como quería una mayoría de líderes negros,  ni menos propone sustituirlo por el deporte que practicaban los negros, el fútbol. Por el contrario tiene la magnífica idea de apoyar al equipo de rugby por todo el país. Es su particular idea de la reconciliación para Sudáfrica que nunca en un país divido por un odio racial tan monstruoso se había planteado de esa manera. Los horrores que la minoría blanca dirigente cometió  contra los negros en Sudáfrica son  bastante conocidos.

Están en  el Museo del Apartheid en Soweto. Allí se explica la segregación racial  a millones de surafricanos. Al entrar al edificio se puede entrar por un lugar que dice “Blancos solamente” y otro “Negros solamente”. A través de esa división se comprenderá como vivía cada uno de los grupos. El museo termina con el nacimiento de la nueva democracia y la creación de una de las constituciones más progresistas en el mundo aprobada en 1996, dice por ejemplo en su introducción: “Nosotros, el pueblo de África del Sur, reconoce las injusticias del pasado. Rinde honores aquellos que sufrieron luchando por la justicia y por la libertad de nuestra tierra. Respeta a todos quienes han trabajado y desarrollado nuestro país y cree que África del Sur  pertenece a todos los que viven en esta tierra,  unidos en nuestra diversidad. Debemos sanarnos de la división del pasado y establecer una sociedad basada en los valores democráticos, justicia social y derechos humanos fundamentales.”

La perspectiva de Mandela para resolver aquella división era buscar una particular forma de reconciliación en todos los niveles. Quizás a nadie se le hubiera ocurrido que el deporte, que para algunos fundamentalistas o de izquierda o de derecha es “el opio del pueblo”, para el líder sudafricano sería la llave que ayudaría  a resolver el apartheid y unir a todo el país. Luego quedarían plasmadas sus  ideas en la Constitución. El valor de Mandela, dice Carlin, es que no sólo conquistó a toda la población negra con sus 9 tribus diferentes, sino cómo se ganó a sus enemigos. Ellos lo vieron como a un terrorista semejante Osama Bin Laden. Incluso Mandela se ganó la popularidad entre los mismos que lo encarcelaron y lo torturaron.

He leído en Chile algunas columnas que ridiculizan el fútbol como un opio para el pueblo. Pero lo peor han sido las reacciones negativas, mal intencionadas, llenas de odio, contra la ex presidente Michelle Bachelet por apoyar a la selección chilena y estar junto a ellos en África del Sur.  Algunos columnistas se preguntan, eso  que  Bachelet  esté en África del Sur, ¿Se puede utilizar el fútbol con fines políticos? Y responden que no. Entonces Mandela estaba equivocado.

A  mí me parece simbólico que Bachelet esté en África del Sur por lo que ese país representó para ella. El modelo de una reconciliación que aún no ocurre en Chile. Ni siquiera en el deporte porque las criticas son demoledoras, insultantes,  groseras, contra nuestra ex presidenta. Sin aquel “opio del pueblo”, el fútbol,  ni la visión de un líder visionario que presentó un proyecto único para resolver la división en su país, ni siquiera se hubiera soñado tener este mundial en África del Sur. Ni menos haber resuelto el apartheid en aquel país.  ¿Por qué no aprendemos de la historia?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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