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Concertación y Laborismo: una comparación cruel

Javier Sajuria
Por : Javier Sajuria Abogado. Ex encargado de contenidos de Marco Enríquez-Ominami.
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Mientras en el Reino Unido aparece un laborismo renovado, en Chile la realidad es otra. Ansiosos de volver a contar con el beneplácito de la ciudadanía, la Concertación vuelve sus ojos a los documentos que publica Lagos, o le entrega la presidencia del Senado a Girardi. Mientras en el laborismo aparecen nuevos liderazgos, en la Concertación mantienen la esperanza de enfrentar las próximas elecciones detrás de una candidatura de Bachelet.


¿Qué tienen en común el laborismo en el Reino Unido con la Concertación? Hoy en día, parece que muy poco. Ambos conglomerados representan a la centro izquierda en sus países y ambos estuvieron en el poder por un buen rato hasta que perdieron las elecciones en el 2010. Pero una vez en la oposición, las diferencias entre ambos grupos son marcadas.

El sábado recién pasado, 400 mil personas marcharon por las calles de Londres en lo que llamaron “Marcha por la Alternativa”. Anarquistas, sindicatos, miembros de diferentes iglesias, estudiantes, familias, en fin todos aquellos que tienen algo en contra del gobierno de David Cameron se dieron cita en esa oportunidad. Estamos hablando de una de las protestas más numerosas e importantes que ha habido en el Reino Unido en los últimos 30 años. Pero no se trata sólo de los cientos de miles de personas en las calles el fin de semana pasado, sino que las encuestas muestran que la desaprobación del gobierno de Cameron se alza por el 53% y la aprobación no sobrepasa el 31%. Guardando las proporciones, Piñera ha sufrido un poco de lo mismo. Éste último ha tenido protestas – aunque no tan numerosas ni convocantes – y su aprobación es más baja que su desaprobación, la que se acerca peligrosamente al 50%. Pero la diferencia en el Reino Unido la hace la oposición.

[cita]Mientras en el Reino Unido aparece un laborismo renovado, en Chile la realidad es otra. Ansiosos de volver a contar con el beneplácito de la ciudadanía, la Concertación vuelve sus ojos a los documentos que publica Lagos, o le entrega la presidencia del Senado a Girardi. Mientras en el laborismo aparecen nuevos liderazgos, en la Concertación mantienen la esperanza de enfrentar las próximas elecciones detrás de una candidatura de Bachelet.[/cita]

En la marcha del sábado, que concluyó con una serie de discursos en Hyde Park, uno de los oradores principales fue Ed Milliband, líder del partido laborista. Milliband, al asumir su cargo en reemplazo de Gordon Brown, una vez que éste perdiera en las elecciones del 2010, hizo lo que poca gente esperaba: jubiló a toda la generación del “New Labour”, encabezada por Tony Blair, Gordon Brown y compañía (incluido su propio hermano, David Milliband). La jugada atrevida del líder laborista fue decir que la derrota electoral respondía a un modelo agotado de laborismo, que era hora de savia nueva y de una conducción distinta en el partido. En definitiva, Milliband se atrevió a hacer lo que ninguno de los connotados “jóvenes” de la Concertación se han atrevido: jubilar a una generación de políticos que ya tuvieron su hora y que no pueden seguir liderando desde la oposición. Su discurso no dio lugar a interpretaciones ni a malos entendidos, la hora de una nueva generación había llegado y los que habían sido recientemente derrotados debían dar un paso al costado.

Al principio la movida fue vista como una muestra de soberbia y de poca gratitud con quienes le habían quitado el gobierno a los Conservadores en 1997 y que habían logrado un gobierno relativamente exitoso de 13 años. Pero el olfato político de Milliband no falló. Él comprendió que la ciudadanía había decidido castigar a esa generación de laboristas y que sólo el recambio haría posible el resurgimiento del partido. Tenía razón. Milliband no sólo fue aplaudido en la marcha del sábado –lo que es harto decir si lo comparamos con la aparición de dirigentes concertacionistas en marchas como la del 1º de mayo o el aniversario del terremoto-, sino que los laboristas se han mantenido consistentemente en el primer lugar de las intenciones de voto y han podido aglutinar bajo su manto a las voces opositoras al gobierno.

La comparación con la Concertación parece ser cruel. Mientras en el Reino Unido aparece un laborismo renovado, en Chile la realidad es otra. Ansiosos de volver a contar con el beneplácito de la ciudadanía, la Concertación vuelve sus ojos a los documentos que publica Lagos, o le entrega la presidencia del Senado a Girardi. Mientras en el laborismo aparecen nuevos liderazgos, en la Concertación mantienen la esperanza de enfrentar las próximas elecciones detrás de una candidatura de Bachelet. Mientras la oposición británica aparece liderada por un diputado de 42 años, en Chile siguen viendo a los ex presidentes como una especie de iluminados que pueden señalar el camino correcto. ¿Cuál es el resultado de esta estrategia? La Concertación no ha logrado capitalizar ni un solo punto de desaprobación al Gobierno. Siguen sufriendo el fuerte rechazo de la ciudadanía y no parecieran tener la película clara de cómo salir del entuerto. Quizás sea el momento de que dejen de mirarse el ombligo y levanten la vista hacia lo que pasa en otras partes del mundo. Quizás llegó la hora en que la “generación de recambio” deje de pedir permiso antes de decir algo, y tengan la valentía de “matar al padre”(o a la madre). No sé si sea la solución ideal, pero al menos es distinta a la que están haciendo ahora. Y eso ya es un avance.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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