Los gobiernos y la sociedad civil en su conjunto deben no sólo abrazar este reto con entusiasmo sino crear espacios de participación y en aras del fortalecimiento de programas ciudadanos. Si se continúa en el propósito de acortar la brecha digital, lo mejor está por venir para miles y miles de hombres y mujeres. Ya no hay vuelta atrás. En hora buena.
“Soy una mujer que molía arroz a los nueve años para ayudar a sostener a mi familia. A los diez, entraba sola al mar para recolectar algas que vendía en el mercado para ayudar a mi familia. Si la tecnología me puede empoderar a mí, que soy de un origen tan humilde, a cuantos más y de qué manera podrá hacerlo con personas que tuvieron más oportunidades, más educación.”
Este es el testimonio de Myrna Padilla, una filipina de origen modesto, pero de una voluntad de acero inoxidable. Luego de trabajar como niñera por más de 20 años, Myrna fue capaz de cosechar los beneficios de la tecnología digital para su propio crecimiento y hoy es la presidenta de Mynd Consulting, una exitosa firma consultora que ella creó, vinculada a ese ámbito.
Myrna es la primera “embajadora”, el rostro de mujer más visible, de la campaña de Alfabetización Digital Telecentro-Mujer, liderada por la Fundación Telecentre.org, un programa global que respalda el establecimiento y la sostenibilidad de telecentros comunitarios a nivel mundial.
Myrna Padilla estará presente en el lanzamiento de esta campaña internacional, que persigue expandir oportunidades y mejorar la calidad de vida de millones de mujeres que se encuentran en situación de desventaja cuando se trata de medir conocimientos sobre tecnologías de información y comunicación. En esta tarea resulta vital el papel de los telecentros, que son espacios sociales que promueven oportunidades para el progreso de los grupos vulnerables y están orientados al buen uso de las tecnologías de la información y comunicación (TICs).
[cita]Los gobiernos y la sociedad civil en su conjunto deben no sólo abrazar este reto con entusiasmo sino crear espacios de participación y en aras del fortalecimiento de programas ciudadanos. Si se continúa en el propósito de acortar la brecha digital, lo mejor está por venir para miles y miles de hombres y mujeres. Ya no hay vuelta atrás. En hora buena.[/cita]
Esta campaña forma parte del Tercer Foro Global de Telecentros que se efectuará en Santiago (en el Centro Cultural Gabriela Mistral), entre el 5 y 7 de abril próximo. El encuentro, organizado por la Asociación de Telecentros Activos de Chile (ATACH) y la Fundación Telecentre.org, contará con invitados y especialistas extranjeros, provenientes del sector público y privado, de más de 40 países,conjuntamente con destacados participantes nacionales. Es la primera vez que se realiza un foro de este tipo en America Latina. En Chile hay 600 telecentros y puntos de acceso de Arica a Punta Arenas y se calcula que 240 mil personas los visitan mensualmente.
El tema de la mujer y el uso de las tecnologías de la información y comunicación es cada vez más relevante y visible y ha ido cambiando, gradualmente, la semblanza de nuestras sociedades. Un solo dato curioso: de los $96 billones de dólares gastados globalmente el 2009 en productos electrónicos, $55 billones fueron gastados por mujeres, según la Consumer Electronics Association. Pero la alfabetización digital básica es más que el manejo de una computadora y la comunicación a través de redes de correo electrónico o redes sociales.
La inequidad social en nuestra región es impresentable. La eliminación de la pobreza constituye nuestro desafío número uno como país y como continente. America Latina tiene hoy una gran oportunidad de abordar de una vez esta gran tarea y un paso importante y posible para hacerlo es acortando la brecha digital.
Para millones de trabajadoras, dueñas de casa, campesinas, todas de grupos vulnerables, en situación de desventaja, la alfabetización digital es el salvavidas para un nuevo futuro. Un salvavidas que puede mejorar la calidad de sus vidas y ayudarlas a desarrollar sus habilidades, apoyarlas en la toma de decisiones y en la transformación de la información en conocimiento para el uso cotidiano. Para muchas esta iniciativa ha significado un cambio radical de vida. Se han fracturado las tradiciones y prejuicios sociales, y ellas han ampliado sus roles en la sociedad y el hogar. Con mayor o menor resistencia, se han abierto espacios de libertad económica, social y cultural, generando una redefinición del valor que tienen como personas dentro de sus comunidades.
Para las mujeres agricultoras, por ejemplo,el acceso al mundo digital significa poder producir más y poder vender a mejores precios, con información de mercados relevante. Para las dueñas de casa, se traduce en poder descubrir opciones de subsistencia que aumenten su productividad y el ingreso familiar.
Si bien estas tecnologías juegan un papel de creciente relevancia en la vida de mujeres de todas las clases sociales y de todos los grupos étnicos, aún quedan muchas excluidas de la revolución tecnológica global. Particularmente en los países en vías de desarrollo donde, irónicamente, la mujer produce el 80 por ciento de la alimentación, pero el 60 por ciento de ellas sigue siendo trabajadora familiar no remunerada, según investigaciones de las Naciones Unidas. Para estas mujeres, atrapadas en roles tradicionales de familia, la carencia de alfabetización digital básica les impide alcanzar su crecimiento personal y el máximo potencial.
Donde quiera que se encuentren, millones de mujeres están empeñadas hoy en acceder a oportunidades de equidad y adquirir confianza en sus comunidades, en el mundo laboral, dentro o fuera de sus hogares. Esta realidad ya se ha convertido en un tema-país, es decir, los gobiernos y la sociedad civil en su conjunto deben no sólo abrazar este reto con entusiasmo sino crear espacios de participación y en aras del fortalecimiento de programas ciudadanos. Si se continúa en el propósito de acortar la brecha digital, lo mejor está por venir para miles y miles de hombres y mujeres. Ya no hay vuelta atrás. En hora buena.