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La erupción del Cordón Caulle y el paradigma del desarrollo sostenible

Gabriel Vargas
Por : Gabriel Vargas Profesor del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
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En el volcán Puyehue-Cordón Caulle, se encuentra un potencial de generación de energía geotérmica nada despreciable, evaluado en algunos cientos de Mega Watt (200 a 800 como mínimo). De hecho, en Chile se ubican 122 volcanes activos (60 con actividad histórica registrada), cuyo potencial geotérmico puede representar entre 3.500 y 16.000 MW (la capacidad total instalada hoy en el Sistema Interconectado Central es de unos 12.000 MW).


Cuando el país aún se afana por levantarse luego del terremoto y tsunami del año recién pasado, la erupción en curso del Cordón Caulle viene a ponderar nuestra reflexión en torno a la prevención de las catástrofes naturales y a la necesidad de lucidez respecto del uso sostenible de los recursos naturales para el desarrollo socioeconómico de la nación.

Las erupciones volcánicas y los terremotos no han acompañado sólo nuestra historia republicana, sino que se encuentran en las bases mitológicas y en el conocimiento ancestral, en el cual los pueblos originarios fundamentaron su entendimiento y su estrecho vínculo con la Tierra. También, han jugado un papel fundamental como inspiración y generación del conocimiento científico universal que nos permite entender hoy nuestra realidad de un modo más objetivo. En 1840 Darwin plasmó su admiración por estos procesos naturales en su obra  “On the connection of certain Volcanic Phenomena in South America; and on the Formation of Mountain Chains and Volcanoes, as the Effect of the same Power by which Continents are elevated”, publicada por la Sociedad Geológica de Londres.

Motivado por sus propias observaciones de los efectos del devastador terremoto de Concepción de 1835, así como por la erupción del volcán Osorno ese mismo año, el joven científico inglés, reflexionó sobre la relación entre volcanismo, terremotos y la construcción de grandes cadenas de montañas como Los Andes. Fueron en gran medida estas reflexiones las que proveyeron un marco conceptual para plantear su Teoría de la Evolución de Las Especies, en un planeta con una larga data -que hoy estimamos en unos 4.600 millones de años- pero también en constante cambio de su faz.

[cita]En el volcán Puyehue-Cordón Caulle, se encuentra un potencial de generación de energía geotérmica nada despreciable, evaluado en algunos cientos de Mega Watt (200 a 800 como mínimo). De hecho, en Chile se ubican 122 volcanes activos (60 con actividad histórica registrada), cuyo potencial geotérmico puede representar entre 3.500 y 16.000 MW (la capacidad total instalada hoy en el Sistema Interconectado Central es de unos 12.000 MW).[/cita]

El volcán Puyehue-Cordón Caulle es un complejo volcánico activo a escala de los últimos cientos de miles de años, que en particular ha tenido una intensa actividad efusiva (con emisión de lava) y explosiva (con columnas y dispersión de cenizas y gases como azufre y otros), incluso en tiempos históricos. Destacan la erupción de 1921-1922, y la erupción explosiva de 1960 luego del terremoto de Valdivia de ese mismo año, de características similares a la actual. El conocimiento científico de este complejo lleva generándose ya algunas décadas. Por este conocimiento, además del monitoreo posible gracias a la Red de Vigilancia Volcánica, Proyecto Bicentenario iniciado en 2009 que busca ampliar, en un plazo de 5 años, desde 8 a aproximadamente 43 el número de volcanes monitoreados instrumentalmente en el país, esta erupción no nos tomó por sorpresa, como sí lo hizo el Chaitén en 2008. En este caso conocemos su geología, y los geólogos sabemos que en este tipo de erupciones violentas es posible esperar escenarios que no sólo consideran la dispersión y caída de ceniza y gases, sino también la posibilidad de flujos piroclásticos (nubes ardientes de gas y fragmentos de magma que viajan a grandes velocidades y a alta temperatura), avalanchas (derrumbes del cráter o de los flancos) y lahares (aluviones volcánicos), en sus laderas. De ahí la importancia de la evacuación de las zonas inmediatamente aledañas al volcán, como también la necesidad de analizar el material volcánico (la geoquímica y el tamaño de las partículas de ceniza) para evaluar su potencial impacto en la salud y el medio ambiente, o para comprobar su inocuidad.

Pero esta misma erupción, así como los estudios desarrollados desde décadas por investigadores de la Universidad de Chile y también del Sernageomin, nos recuerda que ahí, en el volcán Puyehue-Cordón Caulle, se encuentra un potencial de generación de energía geotérmica nada despreciable, evaluado en algunos cientos de Mega Watt (200 a 800 como mínimo). De hecho, en Chile se ubican 122 volcanes activos (60 con actividad histórica registrada), cuyo potencial geotérmico puede representar entre 3.500 y 16.000 MW (la capacidad total instalada hoy en el Sistema Interconectado Central es de unos 12.000 MW). Pero para que este potencial, así como el de otros recursos naturales renovables, sea accesible, y su uso sea sostenible, se requiere no sólo de un impulso al conocimiento científico en estas materias, sino también de la voluntad de abordar el problema energético y medioambiental en Chile de manera innovadora y ambiciosa, en todo el buen sentido que la palabra pueda tener.

El desarrollo sostenible implica satisfacer las necesidades de la sociedad actual, sin comprometer las posibilidades futuras. La erupción del Cordón Caulle puede tomarse como un poderoso llamado de atención, en que la naturaleza nos recuerda, nuevamente, la necesidad imperiosa de una maduración rápida de nuestra sociedad, en pos de abordar los problemas medioambientales y energéticos en forma sostenible. Esta maduración debe fundarse en estrategias que incorporen las dimensiones social, económica y ecológica, sustentado por el conocimiento científico-tecnológico, la ética y la política. Para ello, es fundamental la voluntad esclarecida de liderazgos que sean capaces de comprender no sólo una o dos, sino integrar las diferentes dimensiones de la problemática energética y medioambiental. Y parece cada vez más claro que esos liderazgos deben considerar y sustentarse en bases sociales amplias, que favorezcan el surgimiento de una conciencia social, reflexiva y colectiva, para lo cual la educación equitativa y de calidad es ahora urgente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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