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Evo «militariza» sus relaciones con Chile

Cristian Leyton
Por : Cristian Leyton Profesor Civil Academia de Guerra del Ejército. Investigador Asociado Centro de Estudios Estratégicos ANEPE.
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Ya lo habíamos señalado hace unas semanas, cuando advertimos que una compleja y peligrosa tendencia se perfilaba en el Palacio Quemado boliviano, una tendencia que ”militarizaba”  la retórica paceña, pero también la imagen que el líder masista quería proyectar hacia Chile, y tal vez incluso hacia el interior mismo de Bolivia.

De manera casi imperceptible, para algunos, Evo ha modificado lenta, pero progresivamente su postura hacia Chile, endureciéndola. Ha dado uno y otro paso más en dirección a escalar política y mediáticamente su postura de enfrentamiento diplomático hacia La Moneda.

La continua baja de los apoyos sociales, desde lo que fueran incluso sus “plazas fuertes” electorales en El Alto y La Paz, la problemática permanente  que representa para el poder central paceño el Departamento Autonomista de Santa Cruz de la Sierra, pero sobre todo, el fracaso patente del que fue objeto ante la diplomacia chilena en la OEA, podrían ayudar a explicar el ingreso de estos dos vehículos, con patentes chilenas y ocupados por tropas bolivianas  al territorio nacional.

Lentamente Evo parece desear “militarizar” el diferendo con Chile, y sus relaciones con La Moneda. Recordemos que la disuasión no es perfecta, está se basa en la credibilidad de la amenaza del país que la ejerce, pero también en el “equilibrio de intereses” del país que la pone a prueba. La ecuación de Evo puede basarse, a diferencia de lo que comúnmente se cree, en el precio que debe pagar por la inacción, frente a los costos de una acción que podría significar, ciertamente, el pago de un alto y certero costo bélico, pero en una ganancia política. Ni la OEA, ni la ONU, menos aún el UNASUR quedarían impávidos ante una aventura de esta naturaleza.

Ya habíamos señalado y advertido de la riesgosa diplomacia populista de Evo asociada a un riesgo creíble de “acciones unilaterales” por parte de su régimen: el espíritu de esta postura podría estar ilustrada en la grave violación  a la soberanía chilena por fuerzas militares bolivianas.

Las FF.AA bolivianas han sido absorbidas ideológicamente por el régimen, en un hecho que imita a la perfección el accionar de Chávez en Venezuela. Hoy apreciamos que el Evo que conocimos durante su primera fase de gobierno ya no está. El liderazgo tiende a decaer, su retórica se ha reconvertido al “populismo”, dejando entrever el surgimiento de un nacionalismo de naturaleza indigenista, no solo hacia el exterior, sino que también es visible hacia el interior mismo de Bolivia.

Bolivia está dejando en claro que no solo constituye una amenaza “no- convencional”, al asociarla al riesgo que representa para las fronteras chilenas su problemática del narcotráfico, sino que también una amenaza de tipo formal, convencional.

La reacción chilena ha estado a la altura del evento, sin embargo todo parece indicar que – en función de la credibilidad asociada a la disuasión- se requiere una política de monitoreo intrusivo de las fronteras vecinales, y está debería, a todas luces, ser de naturaleza militar.

En función de lo anterior, tenemos todo el derecho a preguntarnos si este evento se inscribe al interior de una creciente “militarización” de las relaciones paceñas con Chile.

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