¿Más Armas, más seguridad en Sudamérica?
Según SIPRI (Instituto Internacional de Investigación para la Paz), basado en Estocolmo, Suecia, América del Sur fue la región que más aumentó sus adquisiciones de armamento, con un incremento del 5,8 por ciento y un gasto total de 63.600 millones de dólares. Poco, si lo comparamos con los EE.UU. quienes invierten anualmente una cifra cercana a los 698.000 millones de dólares, el 43% de todo el gasto militar mundial.
Desde una óptica eminentemente regional, Brasil lidera los procesos de adquisición bélica con un incremento del 9,3%, siendo Brasilia el responsable del 80% del incremento del gasto durante el año pasado. La mayor parte de los países de la región conocieron n incremento en el “gasto en defensa” : Argentina 6,6%, Colombia 7,3%, Ecuador 10,5%, Paraguay 15,9%, Perú 16,4%, Brasil 9,3% y Chile 9,1%.
Identificar las razones que conllevan a este fenómeno es per se complejo, no obstante que existen indicios claros que asocian dichos procesos al liderazgo brasileño en esta materia, lo que a todas luces podría haber generando un efecto de dominó sobre el resto de los países de la zona. También es altamente explicativo el auge económico de esta parte del hemisferio, la que no se vio afectada por la reciente crisis financiera internacional, hecho que ha permitido neutralizar el dilema de la seguridad: “Cañones o mantequilla”.
También apreciamos la renovación de antiguas fuentes de amenaza, como es el caso de las relaciones entre Paraguay y Bolivia. Hace algunas semanas desde Asunción se acusó a La Paz de enfrascarse en un incremento desmesurado del gasto en defensa, lo que asociado a la presencia de una de las unidades más poderosas del ejército boliviano en la zona de Santa Cruz de la Sierra, han levantado gritos de alarma en la capital paraguaya. Acusaciones de una carrera armamentista Bolivia en función de Paraguay se han dejado sentir, lo que no se condice con los datos de SIPRI que señalan una disminución del gasto boliviano en un -9,5%.
En el espacio geopolítico del Pacífico Sur, el arribo al Palacio Pizarro del líder nacionalista Ollanta Humala, militar en retiro, deja presagiar un incremento en la inversión en Defensa. Recientes críticas desde sectores militares al desempeño de Alan García en la materia nos previenen de un aumento mayor de la inyección de recursos en dicha área, no solo en el potenciamiento de las FF.AA peruanas, sino que también en un incremento en los ítems destinados a los sistemas de pensiones de las mismas. Oficialmente, desde Lima, se ha señalado que el primer programa de repotenciamiento ha sido un éxito, gracias a la inversión en defensa de un monto aproximado de 650 millones de dólares: la idea de restaurar el potencial disuasivo-defensivo se habría alcanzado. Una segunda fase, la disuasiva-ofensiva podría ser inaugurada por el mandatario Humala.
Desde el punto de vista de SIPRI el riesgo de una Carrera armamentista regional sigue presente. Si bien Brasil lidera el gasto militar, existe un consenso oficioso regional en orden a aceptar dicho liderazgo, no generando, hasta ahora, mayores aprensiones político-estratégicas. Brasilia hoy hace gala de una nueva “politica de potencia”, aquella que busca influenciar la región pero dentro de un marco de estabilidad estratégica.
La problemática mayor proviene de entidades cuyas políticas de seguridad, de defensa y exterior son revisionistas del orden actual, o que en su defecto, poseen políticas exteriores enmarcadas al interior de visiones revisionistas territoriales, fronterizas y de potencia.
La adquisición de material bélico en ausencia de hostilidad interestatal no debería generar temores. Por desgracia, esté no es el caso del espacio geopolítico del Pacífico sur compartido por Chile, Perú y Bolivia.