La próxima vez que Paulsen o Guillier hagan una nota o entrevisten a alguien en relación a la crisis educacional nadie les puede creer. Su posición ya es clara y vamos a tener siempre dudas si lo que están diciendo y preguntando es el resultado de una rigurosa preparación periodística, o simplemente el reflejo de sus opiniones. Si yo fuera el Ministro de Educación la próxima vez no aceptaría una invitación de ellos. Ambos ya perdieron el derecho a ser periodistas y como sociedad, somos todos más pobres por ello.
La semana pasada dos de los rostros más poderosos (¿conocidos?) de la televisión chilena se sacaron el traje de periodistas y se pusieron la camiseta del hincha, sentándose al lado de los “barra bravas” de la oposición, emitiendo fuertes criticas al gobierno de Piñera y usando palabras más asociadas a los más duros críticos del gobierno que al buen periodismo. No deberían tener el derecho a volver a ponerse el traje. No porque no tengan razón -ese es tema para otra columna-, sino porque con sus dichos abandonaron su independencia y perdieron la capacidad de ser árbitros imparciales en el que es el debate más importante de nuestra historia moderna.
El primero en mostrar la hilacha, como se dice en buen chileno, fue Fernando Paulsen, panelista del programa Tolerancia Cero y conductor de la Radio ADN. En uno de sus programas de radio de la semana pasada, dijo que el país esta “secuestrado” por un grupo pequeño de “ricos” que se opone a una Reforma Tributaria. Paulsen acusó al gobierno, al oficialismo y al empresariado de que al difundir la idea que la universidad gratis es subsidiar a los más ricos, lo que realmente quieren evitar es que les suban los impuestos, “porque para ellos es más barato pagar la universidad que contribuir realmente de acuerdo a sus ingresos”. Palabras duras, acusaciones fuertes.
[cita]El editor jefe del New York Times, Bill Keller, dijo hace unos años que un medio debe por obligación ofrecer polémica, pero debe reforzar la separación entre informar y ser partidario de algo. Lo mismo para un periodista. Creo que los señores Paulsen y Guillier no pasaron esa prueba. Ser periodista nos da ciertos derechos, pero también responsabilidades.[/cita]
Detrasito de Paulsen, y tocando el bombo de la barra, apareció el conductor de TVN Alejandro Guillier. En su programa de Radio ADN, el ex-rostro de las Isapres acusó al Presidente Sebastián Piñera de ser “bipolar” y al Ministro de Educación, Felipe Bulnes, de tener una actitud fría y provocadora durante la mesa de diálogo con los estudiantes al destinar “gran parte de la reunión a tratar de presionarlos para que volvieran a clases. No había agenda, no había orden, no había nada”. Otra vez palabras duras, acusaciones fuertes.
¿Tienen los dichos de Paulsen y Guillier derecho a ser parte del debate? Por supuesto ¿Tienen ellos el derecho a decirlos en su rol de periodistas? Absolutamente no.
La única moneda que tiene un periodista es su credibilidad. Esa credibilidad deriva de su independencia. Eso no quiere decir que un periodista no tenga derecho a tener opiniones, pero si quiere hacerlas parte de su trabajo, que cambie de rol y que se dedique a ser panelista, opinólogo o columnista, pero no puede ser periodista. Cuando hay puntos de vista opuestos de una misma situación, como es el caso con el tema de la educación en Chile, el deber de un periodista es tratar de reflejarlos de la forma más clara, justa y objetiva posible. Esto no quiere decir que un medio o un periodista no pueda tener una mirada particular, pero de ahí dar opinión y tomar partido hay una gran diferencia.
El editor jefe del New York Times, Bill Keller, dijo hace unos años que un medio debe por obligación ofrecer polémica, pero debe reforzar la separación entre informar y ser partidario de algo. Lo mismo para un periodista. Creo que los señores Paulsen y Guillier no pasaron esa prueba. Ser periodista nos da ciertos derechos, pero también responsabilidades.
La próxima vez que Paulsen o Guillier hagan una nota o entrevisten a alguien en relación a la crisis educacional nadie les puede creer. Su posición ya es clara y vamos a tener siempre dudas si lo que están diciendo y preguntando es el resultado de una rigurosa preparación periodística, o simplemente el reflejo de sus opiniones. Si yo fuera el Ministro de Educación la próxima vez no aceptaría una invitación de ellos. Ambos ya perdieron el derecho a ser periodistas y como sociedad, somos todos más pobres por ello.
¿Ahora muchos de ustedes se preguntarán qué me da derecho a mandarlos al frente? ¿Quién soy yo para ser tan categórico? Les cuento. Soy un chileno que volvió hace siete meses al país después de más de 20 años afuera, y al que le da vergüenza el estado del periodismo en Chile. Soy economista y cientista político de profesión, pero trabajo como periodista hace ya mucho tiempo. Los últimos 12 años fui gerente general y editorial para Europa de Bloomberg, uno de los grupos editoriales más grandes del mundo basado en Londres. Antes fui reportero, productor, editor y ejecutivo de una de las tres cadenas de televisión más grandes de Estados Unidos. Me dicen mucho acá que mi visión del periodismo es demasiado “anglo”, y mi respuesta es sí, lo es, así son mis principios, y si no les gusta, a diferencia de Groucho Marx, no los puedo cambiar, no tengo otros.