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La Letra Chica


Así como Piñera me aplica la letra chica a mí, yo, que soy opositor de derecha, ahora se la aplico a él. Pues él prometió suprimir la rebaja de la cotización del 7% de salud que le hacen a mi pensión, y no me la rebajaron. Reclamé y me dijeron que estaba en el tramo de ingreso equivocado y no tenía derecho. Letra chica. Cuando el candidato prometió, no hizo ninguna salvedad. Después estaba contento con el bono bodas de oro y ya pensaba en cómo gastármelo (de acuerdo con mi mujercita, naturalmente; no iba a robarle su parte), pero me dijeron que no nos correspondía, pues no teníamos ficha de protección social. Cuando pedimos una, nos dijeron que no teníamos derecho. Fuera. El candidato no había hecho tampoco esa salvedad cuando prometió el bono. Letra chica. Y también les prometió a los presos políticos uniformados preocuparse de que se les aplicara la prescripción y no se eternizaran sus procesos, y ahora resulta que sus abogados del Ministerio del Interior hacen todo lo contrario y presentan centenares de nuevas querellas contra aquéllos, violando la prescripción y hasta presentando recursos para subirles las penas, también violando la prescripción. Aquí Piñera ha atropellado hasta la letra grande. Tal vez piensa que los presos políticos uniformados representan pocos votos, pero si resulta el «Plan Aora» y los concejales de derecha no salen electos porque la familia militar y quienes la apoyamos no votamos por ellos, sino que nos abstuvimos o anulamos el voto, entonces van a perder porque Piñera no respetó ni siquiera la letra grande.

En todo caso, ahora que él celebra y se autoatribuye la disminución del índice de pobreza y la mejoría en la distribución del ingreso, lo que, se supone, le va a ayudar en la encuesta CEP (que siempre es la que lo trata peor y que precisamente ahora está desarrollándose en terreno) yo le aplico en represalia la letra chica a él.

Uno, porque compararse con un período recesivo, como 2009, no es gracia. Siempre empeora la pobreza cuando hay recesión y mejora cuando viene la recuperación, aunque el gobierno no haga nada. Y en Chile siempre hay menos pobreza cuando el precio del cobre sube, como lo ha hecho en estos tres años. Pues el país se ha recuperado gracias a que la crisis quedó atrás y el cobre ha subido sin que el gobierno se moviera de su escritorio.

Dos, el indicador de pobreza es de $72 mil pesos mensuales por persona pero, como dice hoy una carta de una experta en «La Tercera», resulta que muchos de los sin casa, que ahora se llaman «personas en situación de calle», revelaron tener un ingreso de más de $80 mil mensuales. Entonces, usted puede vivir en la calle y la encuesta CASEN no lo cuenta entre los pobres. No es como para celebrar.

Tres, como escribí el otro día, todavía no entregan el margen de error de la encuesta. Si la pobreza disminuyó 0,7 por ciento y la indigencia 0,9 por ciento, y el margen de error es uno o uno y medio por ciento, como suele ser, la mejoría cae dentro de ese margen y no es técnicamente significativa. Habría un «empate técnico», como dicen los encuestadores (cuando les conviene).

Cuatro, en cuanto a la distribución del ingreso, Piñera se ha jactado de que disminuyera de 46 a 35 veces la diferencia entre lo que gana el decil más rico en relación al más pobre. Pero 35 veces sigue siendo peor que todos los demás índices anteriores a 2009. Cuando el Gobierno Benemérito entregó el poder, en 1990, esa diferencia era de sólo era 30,5 veces.

En fin, como lo he señalado antes, la mayor causa de la desigualdad de ingresos en Chile radica en las políticas socialistas, que vedan encontrar trabajo a los más pobres de los pobres con medidas como el salario mínimo obligatorio, mientras que entre los más ricos hay pleno empleo, porque a ellos medidas como ésa no los afectan. Y la segunda mayor causa es que el gasto social sea recaudado por la burocracia estatal, que se queda con gran parte de él, en lugar de hacérselo llegar íntegro a los pobres. Si se les entregara directamente a éstos, que es lo que debería hacerse, dejarían de ser pobres por gran margen. Habría pobreza cero, como seguramente se conseguirá si adviene un gobierno realmente de derecha, lo que no es imposible.

En lo que estoy de acuerdo con el gobierno es en escandalizarse por que los mayores artífices de la pobreza y las desigualdades en Chile, que son los socialistas de la Concertación, se nieguen a reconocer la mejoría que hay ahora en los índices con respecto a los que había bajo su desastrosa gestión.

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