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Los problemas de la CUT

Ana Bell
Por : Ana Bell Vicepresidenta Nacional de la Mujer de la ANEF. Candidata CUT Lista “A”.
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El problema de hoy es la democracia interna, su ausencia es la que tiene secuestrada a la CUT de sus trabajadores/as y, solamente en la medida que esta democracia interna sea garantizada a todo evento por un cambio organizacional, se hace viable que los grandes temas del trabajo sean una demanda que movilice a los trabajadores/as y que haga sentir su fuerza en el país y en la articulación social.


A días de las elecciones de la CUT se ha instalado en el debate, que los problemas de la CUT sólo radican en el Señor Martínez, y para la mayoría de los competidores todo se soluciona cambiando la cabeza. Sin embargo los problemas de la CUT, son mucho más profundos que eso. Su alejamiento de los trabajadores; el abandono a sus reivindicaciones más importantes como por ejemplo la negociación colectiva por rama, sector y sin exclusión; el descrédito, desconfianza y finalmente repudio, se deben en lo fundamental al uso y abuso de poder interno que han ejercido dos sectores que se aliaron hace más de una década para gobernar la CUT.

Esta alianza de las dos listas mayoritarias que hoy compiten, con estilos de conducción casi estalinistas, pasando por sobre las atribuciones del Consejo y por sobre toda democracia interna,  aplastando a las minorías, tomó y sigue tomando decisiones que afectan e hipotecan el destino de muchos trabajadores como lo fue el reciente acuerdo con la CPC, o las negociaciones del reajuste del sector público y del salario mínimo siempre por debajo de la línea ética; el abandono y silencio ante los masivos despidos del sector público; el freno a las movilizaciones de los trabajadores; la concesión a la Reforma Previsional de los años 2007/2008, cuando habiendo un gobierno que a lo menos no ejercía la represión “hinzpeteriana” de estos días, pudo haber movilizado a los trabajadores masivamente por cambios radicales para prohibir el lucro de las AFPs con los fondos de los trabajadores, etc.; a lo que se suma la destrucción del Observatorio Laboral de la CUT en el año 2006, con la expulsión violenta de la Central de sus fundadores, actuales directivos de la Fundación “Sol”.

Últimamente la ausencia de la mayor organización de los trabajadores en el resurgimiento de la articulación social, tan bien representada por movimientos como Aysén, Araucanía, Calama, Magallanes, Pescadores, Ambientales y la hazaña estudiantil, son las muestras tangibles de los innumerables hechos que demuestran cómo ha operado este binomio, y sus consecuencias para los y las trabajadores/as del país.

Sin embargo, la mayoría de los dirigentes sindicales tenemos la convicción que la CUT es fundamental y decisiva para lo que viene para Chile. No habrá un proyecto de país que realmente enfrente el neoliberalismo, que rompa la desigualdad y la exclusión, si no están puestos como una de las prioridades centrales las demandas de los trabajadores y el trabajo decente, con sueldos éticos y condiciones laborales humanas.

Este es el deber fundamental de la CUT recuperar su ideario original de representar y defender a los trabajadores/as y cambiar la explotación capitalista que se hace cada vez más violenta, y cada vez más protegida por los sistemas políticos. Por ello, hoy es prioridad recuperar la CUT primero para los propios trabajadores/as,  reganar su credibilidad y confianza, demostrarles, en los hechos y no en los discursos, que la lealtad de la Central no está con los partidos políticos, ni con los gobiernos, ni con los empresarios, ni con los intereses personales de sus dirigentes, está únicamente con el mandato que los trabajadores/as le entregan.

Para ello hay que sincerar el debate en torno a la CUT; aquí sólo se ha levantado una alternativa opositora con fuerza, las otras dos siguen tratando de culparse y disculparse mutuamente, tratando de eludir la responsabilidad que les cabe por el estado al que han llevado a la Central. Tratando de bajar el perfil al problema interno con un discurso disfrazado en la “gran política sindical”, minimizando por ejemplo el voto universal, expresado por más de alguno de sus voceros/as.

Aquí, quiérase o no, el problema de hoy es la democracia interna, su ausencia es la que tiene secuestrada a la CUT de sus trabajadores/as y, solamente en la medida que esta democracia interna sea garantizada a todo evento por un cambio organizacional, se hace viable que los grandes temas del trabajo sean una demanda que movilice a los trabajadores/as y que haga sentir su fuerza en el país y en la articulación social.

La tarea es por tanto democratizar la CUT, voto universal, reglado como derecho fundamental, en días y horarios de trabajo, congreso refundacional con debates vinculantes desde las bases, saneamiento de las finanzas, auditorías, memorias públicas, plebiscito obligatorio para las grandes decisiones como único mecanismo que impida que se tomen acuerdo a espaldas de los trabajadores, como el salario mínimo, reajuste, reforma previsional, o lo que nos pone la derecha hoy de perder la gratuidad de las salas cunas para los hijos/as de trabajadores/as; actas públicas de los acuerdos y desacuerdos en los consejos directivos, poder para las CUTs provinciales, crear de derecho y no de hecho las CUTs comunales, renovación y modernización tecnológica de la Central y sus sedes, la CUT en línea a nivel nacional, protección de su patrimonio, enajenación de bienes solo por plebiscito, consejo de transparencia externo, campaña nacional de capacitación, transparencia, control y democracia en la distribución de los fondos adjudicados para la formación, tanto de Chile como de la solidaridad internacional sindical.

Esto son algunos de los cambios urgentes que requiere la CUT para retomar su deber y responsabilidad con los trabajadores, será un largo proceso, pero únicamente una nueva CUT podrá, de forma legítima, llevar adelante una lucha movilizadora y reponer en el debate nacional los temas reales urgentes que nunca debieron dejar de ser su peocupación. Un nuevo marco de relaciones laborales en Chile con un Nuevo Código del Trabajo, que empoderen a los trabajadores/as, junto a las otras demandas del país como el fin al lucro en la educación, salud, previsión; el fin al binominalismo y la Nueva Constitución acorde a los principios fundamentales de los Derechos Humanos.

Los trabajadores y trabajadoras, hoy, en que les está prohibido expresarse por su propio voto, deben obligar a sus dirigentes a transparentar su opción. Sólo su vigilancia puede permitir que esta elección no sea una más y que se vuelvan a consagrar los mismos responsables de la pérdida de poder de la CUT.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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