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La urgencia de cambiar el rumbo

Alicia Sanchez
Por : Alicia Sanchez Directora Ejecutiva, Asociación Chilena de ONGs ACCIÓN
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Una galería de fotos publicada esta semana en el New York Times se titula “Austeridad y Hambre”. Las imágenes corresponden a España y el blanco y negro no hace más que enfatizar el drama que atraviesa un país que alguna vez vimos retratado —también en blanco y negro por Buñuel— en “Las Hurdes, tierra sin pan”, cuando Europa se vino abajo. No sólo las imágenes obligan a relacionar dos periodos críticos de la historia de Europa. El premio nobel de economía Paul Krugman escribió hace unos meses sobre la crisis bancaria de Austria el año 1931 y los peligros de la abdicación política. Señaló que hoy los países cuentan con los recursos para evitar la catástrofe y recuperar la prosperidad, y que el lugar donde se decidirá el destino de Europa es España.

La situación de la mayoría de los países europeos ha vuelto a poner en el debate temas como la desigualdad, la distribución de la riqueza y los límites de la democracia representativa y de un sistema financiero que actúa sin control. Son las discusiones que América Latina viene instalando hace décadas en los debates internacionales y ahora se hace más evidente la necesidad de hacer confluir las propuestas de la sociedad civil europea y latinoamericana para enfrentar estas tensiones.


[cita]Así como en nuestro país cada vez se alzan más voces a favor de una Asamblea Constituyente, los españoles se han dado cuenta que su Constitución no les ha servido para evitar el desmantelamiento de sus derechos a causa de las reformas económicas. Y en Islandia la debacle económica sólo fue superada a partir de una nueva Constitución. La discusión sobre procesos que amplíen la democracia y efectivamente garanticen los derechos, resguarden los bienes públicos y den poder a los ciudadanos para ejercer la democracia más allá de las elecciones, es común a ambas regiones en este momento de la historia.[/cita]

En ambos continentes, sus sociedades coinciden en la desconfianza hacia los partidos políticos y el sistema financiero, hacia las oligarquías políticas y económicas. “La democracia ha sido secuestrada” es un lema que se escucha con fuerza por parte de una ciudadanía global que mira impotente el rescate a los bancos, que conforma el 99 % afectada por las políticas de austeridad, que ha florecido con la primavera chilena o que habla de pasar a una fase de democracia con código abierto.

Esta semana se realizó la jornada 25 S de protestas en España, un paro general de 24 horas en Grecia y una nueva manifestación estudiantil en Chile. Las manifestaciones han llevado a levantar demandas más estructurales. Así como en nuestro país cada vez se alzan más voces a favor de una asamblea constituyente, los españoles se han dado cuenta que su Constitución no les ha servido para evitar el desmantelamiento de sus derechos a causa de las reformas económicas. Y en Islandia la debacle económica sólo fue superada a partir de una nueva Constitución. La discusión sobre procesos que amplíen la democracia y efectivamente garanticen los derechos, resguarden los bienes públicos y den poder a los ciudadanos para ejercer la democracia más allá de las elecciones, es común a ambas regiones en este momento de la historia.

En medio de la crisis económica y política, como nunca antes las organizaciones de la sociedad civil de Europa y América Latina habían tenido tantas confluencias. Es en este contexto que se realizará la primera Cumbre UE-CELAC de Jefes de Estado en enero del 2013 y, de cara a esa cumbre, movimientos sociales, ONGs, organizaciones indígenas y campesinas, se reunirán esta semana en Chile para levantar propuestas conjuntas en el “VI Foro Eurolatinoamericano Caribeño de la Sociedad Civil: Por un cambio de rumbo”.


Estamos en un punto clave para las relaciones entre América Latina y Europa y los desafíos para ambas regiones son numerosos. En los países latinoamericanos, la combinación de sociedades desiguales, explotación descontrolada de los recursos naturales y sistemas democráticos precarios, puede conducir a una crisis que los gobiernos no han previsto.

De acuerdo al informe “El escándalo de la desigualdad en América Latina y El Caribe” de la ONG Christian Aid, el sistema tributario de la región es su Talón de Aquiles. “Al tiempo que su concentración del ingreso en los más ricos la diferencia claramente de cualquier otra en el mundo, sus sistemas tributarios regresivos y débiles no hacen nada para solucionar esto. Gravar a los ricos adecuadamente sería de lejos la forma más justa y más eficaz de aumentar los ingresos tributarios. Los impuestos sobre la propiedad aportan sumas irrisorias”. El informe señala que en Brasil su principal impuesto sobre la propiedad contribuyó con sólo el 0.06 por ciento de la recaudación tributaria en 2008.

En los últimos años América Latina ha creado instancias como Unasur y el propio espacio CELAC, que buscan fortalecer el diálogo político de la región. Se trata de espacios donde la sociedad civil puede incidir políticamente con sus propuestas en materias políticas, económicas y de derechos y contribuir a relaciones más justas y solidarias entre los países. Ahora depende de los gobiernos tomar en cuenta esas propuestas y cambiar el rumbo para evitar el desbarranco.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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