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La Universidad no es para todos

Juan Ayala
Por : Juan Ayala Profesor del Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad Técnica Federico Santa María.
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Un sistema educativo diversificado y racionalmente planificado desde el Estado, incorporando reguladamente a los actores privados, no dejará a ningún chileno sin oportunidades, al contrario, las multiplicará concorde a las exigencias reales del desarrollo de la nación.


El año académico 2012 fue un año de transición, entre el convulso y largo paro estudiantil de 2011, y un 2013 que pudiera ser muy tenso. En 2011 los estudiantes fueron eficientes para instalar relevantes discursos en la agenda urbana, empero fueron poco hábiles para encarnar significativas y urgentes actitudes de cambio en el aula. El discurso de “una educación de calidad”, implica forzosamente elevar los niveles de exigencia curricular, y los académicos chilenos esperaban de los estudiantes, nuevas actitudes, como mayor responsabilidad, autodisciplina, método de estudio, pero nada de eso ha ocurrido.

Es cierto que no regresaron los mismos alumnos que suspendieron voluntariamente su formación, a la vuelta a clases debiera vivenciarse una mayor conciencia social y política, pero resulta que eso no es suficiente. Lo que se queda solo en el cuerpo social, tardará mucho tiempo en encarnarse en cada persona, cuando la voz pública se desvanece, el soliloquio debiera convertirse en grito interior. Esto no ha sucedido y los académicos tienen otra tarea sobre sus espaldas.

[cita]Un sistema educativo diversificado y racionalmente planificado desde el Estado, incorporando reguladamente a los actores privados, no dejará a ningún chileno sin oportunidades, al contrario, las multiplicará concorde a las exigencias reales del desarrollo de la nación.[/cita]

Cuesta concretar una educación de calidad cuando la selección ya no es la mayor virtud de la Universidad; amén de lo propio académico, se deberán hacer todos los esfuerzos para que los egresados no constituyan una suerte de “proletariado profesional”. Cuando la medición de las habilidades de trabajo intelectual arrojan, que el nivel de abstracción es deficitario, y que la capacidad de análisis y relación es muy baja, el esfuerzo inicial para superar esas carencias necesariamente será muy alto, y todo ello en un contexto “global” donde el imperio de los medios festinan todo, convirtiendo la vida en un show, y donde las redes sociales reducen los modos de habla a los registros lingüísticos vulgares.

Carlos Fuentes nos cuenta que en el México de los años 50, un populismo mal entendido abrió las puertas de la Universidad con demasiada comodidad, cuando por esos mismos años las exigencias de admisión, asistencia, redacción, investigación y examinación eran igualmente altas no solo para Harvard, sino que también para Moscú y Pekín. La universidad no es para todos, la educación sí, es más debe serlo, y esto es lo que nuestro Chile debe entender.

Un sistema educativo diversificado y racionalmente planificado desde el Estado, incorporando reguladamente a los actores privados, no dejará a ningún chileno sin oportunidades, al contrario, las multiplicará concorde a las exigencias reales del desarrollo de la nación, círculo que no se cerrará virtuosamente si los niveles de renta siguen siendo tan escandalosamente desiguales, y la tributación sigue siendo un tema de reality.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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