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El «Bachelet Day» y los días que siguen…

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Los actores involucrados deben entender que en semiología los silencios y los gestos hablan. Las cartas también. Desde que llegó han pasado 10 días y ha dicho hartas cosas. Aunque, muchos no lo quieran ver y/o les parezca insuficiente.


Llegó Marzo. Llegó Michelle. Empezó la campaña. Lo que ocurrió el miércoles 27 de Marzo cuando la ex mandataria llega a Chile se puede interpretar como el “Bachelet day”. En efecto, durante el día todos los actores estuvieron pendientes de sus acciones y de sus potenciales palabras. La ansiedad  empezó a invadir al oficialismo: había llegado el momento —largamente esperado— para comenzar a interpelar a la ex mandataria y de ese modo poner en marcha una estrategia política que tiene como objetivo comenzar a descontar la ventaja —medida en intención de voto— que la candidata tiene respecto a la dupla Allamand/Golborne. Ya habían anunciado que no se podía pelear con “un fantasma”.

La gran apuesta —y esperanza— del oficialismo es que “Michelle” no sólo baje a la contingencia de la política –“al lodo” dijo Lagos Weber—, sino también que comience a responder las preguntas sobre los aspectos oscuros de su administración. De ese modo, empezará —según los análisis del oficialismo— a bajar y ellos a subir. Es, por tanto, el último recurso que la derecha tiene no sólo para darle continuidad a su gestión de gobierno, sino también para poner freno a la “des-articulación del modelo” y la puesta en marcha de la “agenda de la igualdad” que como ella misma dijo “no basta con cuatro años”.

El oficialismo esperó mucho tiempo para este momento. La estrategia de “sacarla al pizarrón” por su “mal gobierno” —que se venía manifestando con mucha fuerza desde la debacle municipal y del cónclave del sector de principios de Noviembre—, se intensifica desde que se instala en Chile. A esta afirmación, se suman las críticas en torno a que un nuevo gobierno de Bachelet sería “malo para Chile… sería un retroceso… y/o una pesadilla”, que “gobernara con los mismos de siempre más el PC” y que no tiene programa ni un proyecto de país coherente.

El 27-M se esperó durante años. El “Bachelet day” marca un antes y un después en la competencia presidencial y en la dinámica política del país. Sin embargo, en ambas fases “Michelle” sigue imponiendo sus términos y marcando la agenda presidencial, política y mediática. Todo sigue girando en torno a sus tiempos; ella impone los ritmos, los momentos y los contenidos. En efecto, durante la semana siguiente a su llegada sus acciones, sus palabras y sus silencios siguen marcando la pauta política. ¿Hasta cuándo seguirá esta dinámica?

En el contexto de una política defensiva —que gira en torno al “factor Bachelet”— La Moneda tomó la decisión de entrar a la lucha electoral. La vocera de Gobierno asumió el rol de pegarle a la ex mandataria. De hecho, para eso fue llevada al gabinete. Desde antes de que Bachelet llagará a Chile comenzó con su misión. Posteriormente a su llegada continuó con su tarea. Luego, lo hará el propio Presidente.

Todos —oposición y oficialismo— la interpelan a que hable, a que responda las preguntas que se le hacen y a que se ponga a debatir. Todos están ansiosos, desesperados y frustrados. Sin duda, esto va ocurrir a medida en que la campaña avance. Sin embargo, el cuándo, el dónde y el cómo lo va definir el “factor Bachelet”.

Los actores involucrados deben entender que en semiología los silencios y los gestos hablan. Las cartas también. Desde que llegó han pasado 10 días y ha dicho hartas cosas. Aunque, muchos no lo quieran ver y/o les parezca insuficiente.

En el “Bachelet day” habló en la mañana y en la noche. A primera hora, en el aeropuerto, más que las palabras fue la escenografía lo relevante desde el punto de vista político. En efecto, sus palabras hablaban de su compromiso con Chile. Sin embargo, la presencia de mujeres, de alcaldes y concejales entregaba las primeras señales de lo que buscaba en esta segunda aventura presidencial: sello ciudadano y construcción del proyecto desde abajo. No faltaron de inmediato las voces que hablaban “que los partidos estaban escondidos, que su gobierno fue el más malo de la Concertación, que apenas fueron 50 personas a recibirla y que en su gobierno aumentó la pobreza”.

En la noche vino lo mejor del “Bachelet day”. Lo más relevante fue que aceptó —formalmente— su candidatura presidencial. Junto a ello, de manera muy simple se menciona que hay que hacer cambios profundos y estructurales al modelo de desarrollo en la perspectiva de la inclusión, que se necesita una nueva mayoría social y política, un nuevo pacto social y que el programa se construirá en el marco de un dialogo ciudadano. Parece que no dijo nada, porque todo esto ya se sabía. De hecho, son todas dimensiones y aspectos que se conocían y que se fueron consolidando a lo largo del año anterior.

No obstante, desde el punto de vista de las señales hay dos hechos relevantes. El primero, ya se había conocido en la mañana y apuntaba al diseño de “apertura ciudadana” que se le quiere imprimir, a la campaña, por lo menos, durante la primaria. Y el segundo, es el rol de estadista que va asumir durante las dos campañas. En efecto, “no permitir” preguntas de los periodistas y la forma de pararse ante un estrado para hablar-comunicar marcan la pauta de lo que viene. Esto implica, por tanto, no involucrarse en la coyuntura, hablar a los ciudadanos y pensar en el futuro.

Empezó Abril. Nuevamente en una comuna popular y en una reunión con organizaciones sociales vuelve a hacer un pronunciamiento que marca la agenda de toda la semana. En efecto, anuncia que pondrá “fin al lucro” y que ese será su primer proyecto de ley. Al mismo tiempo, menciona y hace un llamado que para ese objetivo es fundamental una mayoría parlamentaria. Como era de esperar el anuncio lo hace frente a un estrado y no acepta preguntas “de la prensa”.

Las reacciones no se hicieron esperar. La DC relativiza el anuncio y el oficialismo se asusta y hace más preguntas. La vocera de Gobierno, luego de interpelar al PC por su postura ante Bolivia y el rol de Tellier en la lucha militar en la dictadura, menciona que ella “habla y que no es muda”. El mismo día, Melero en el marco de un nuevo aniversario del asesinato de Jaime Guzmán afirma que en el gobierno de Bachelet “aumento la desigualdad, que se destruyeron empleos y que no se hizo nada contra los abusos… poniendo como ejemplo el caso La Polar”. Palabras similares se le escucharon a Allamand la noche anterior en un programa de televisión.

En ese esfuerzo colectivo y coordinado del oficialismo vuelve a la carga. Ahora, en la figura del Presidente. Cómo el mejor jefe de campaña menciona en una entrevista que ella debe responder por lo bueno y malo de su gobierno.

Al día siguiente presenta su comando y se repiten las señales. Por primera vez, acepta preguntas de la prensa. La primera se relaciona con la acusación constitucional contra el ministro Beyer. La respuesta de la ex mandataria se reduce a tres elementos; que la figura de la acusación es una facultad del parlamento, que esta contra el lucro y que las instituciones funcionen. Y luego, la guinda de la torta. En esa dirección, le preguntan por las palabras del Presidente: Su respuesta fue una sonrisa irónica y un “paso”. La risa —antes del “paso”— es, sin duda, un significante, que significa; pero, ¿qué comunica ese gesto?

La sorpresa y la incredulidad se apoderan —nuevamente— de los actores. Sin duda, nadie quedó indiferente. Las críticas continúan y la desesperación nubla la razón del oficialismo. El control que Bachelet tiene de la agenda se expresa —entre otros— en que en tono de broma Chadwick, Melero y Golborne juegan con el “paso”. El “paso” se convirtió rápidamente en un best seller y reventó las rede sociales. Algo similar ha ocurrido con la agenda de la “igualdad” y con la idea de ponerle “fin al lucro”. Y, ¿todavía siguen pensando que no habla?; y si no habla, ¿por qué todos hablan, de lo que no habla?

Al día siguiente y al terminar la semana “aparecen” los partidos con Andrade y Quintana a la cabeza. A la salida del evento se mencionan que se trato de un encuentro de “amigos”, que les encomendó algunas tareas como hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr unidad parlamentaria y que la competencia por La Moneda será dura.

Sin embargo, hay un hecho que da cuenta de lo que se ha venido construyendo como estilo de liderazgo. En efecto, ambos presidentes de partidos se refieren a “Michelle” como Presidenta. No puede ser de otro modo; si se mueve y actúa como Presidenta. En este contexto, Melero se pregunta —con un rostro que denota preocupación— acerca de si Bachelet “quiere trato de Presidente… si, sólo es candidata”.

Desde que aterrizó Bachelet en Chile, para el oficialismo han sido días muy malos: Acusación constitucional, estancamiento en el apoyo ciudadano, baja credibilidad del Presidente, alza de los que se sienten en la oposición, movilización de los agricultores, paro de los portuarios, convocatoria para el 11 a una movilización estudiantil y consolidación del control de la agenda presidencial y política por parte de Bachelet. Un escenario, sin duda, complejo para el oficialismo y La Moneda. Una carrera cuesta arriba que tiene delante ocho largos meses. Un tiempo, sin duda, en el que se van a suceder muchas coyunturas y oportunidades para mejorar los rendimientos.

A no olvidar que los silencios y los gestos también comunican. Y tampoco, que la comunicación connota cuando domina la razón y denota cuando domina la emoción.

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