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Fútbol europeo: victoria aplastante del Estado de Bienestar sobre el capitalismo salvaje Opinión

Fútbol europeo: victoria aplastante del Estado de Bienestar sobre el capitalismo salvaje

Mauricio Rojas Alcayaga
Por : Mauricio Rojas Alcayaga Antropólogo Universidad Alberto Hurtado
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Azarosamente el enfrentamiento profundo que se produjo entre los cuadros españoles y alemanes fue entre dos modelos opuestos entre sí. Si bien, hay diferencias entre el republicano Barcelona y el franquista Real Madrid, ambos clubes viven de compras súper millonarias, aferrados a un marketing global que les permitan llenar sus arcas para sostener sueldos y primas incalculables para un ciudadano medio, mientras parte significativa de los trabajadores españoles padece la cesantía.


Lo vivido esta semana en la Liga de Campeones de Europa, es sin duda, el más fiel reflejo de lo que he venido sosteniendo con cierta periodicidad a través de este medio. El fútbol es una manifestación cultural de la sociedad que lo practica, y los sorpresivos triunfos del Borussia Dortmund y Bayern Munich sobre los mediáticos Barcelona y Real Madrid ponen en escena maneras distintas de vivir y concebir este popular deporte.

Azarosamente el enfrentamiento profundo que se produjo entre los cuadros españoles y alemanes fue entre dos modelos opuestos entre sí. Si bien, hay diferencias entre el republicano Barcelona y el franquista Real Madrid, ambos clubes viven de compras súper millonarias, aferrados a un marketing global que les permitan llenar sus arcas para sostener sueldos y primas incalculables para un ciudadano medio, mientras parte significativa de los trabajadores españoles padece la cesantía.

En cambio el fútbol alemán vive en una estructura absolutamente socialdemócrata, acorde a su cultura de Estado de Bienestar. Es cierto, también hay importantes diferencias entre el corporativo Bayern Munich y el popular Borussia Dortmund, pero ambos se desenvuelven en una estructura deportiva que tiende hacia la igualdad entre sus miembros, y en limitar el poder del inversionista privado.

[cita]Esto nos podría llevar parafraseando el concepto de Avishai Margalit de sociedad decente (aquella que propende a no humillar a nadie en un armónico equilibrio de libertad y justicia) entre fútbol decente e indecente, ya que mientras la poderosa Bundesliga alemana distribuye su riqueza, al igual que lo hace su sociedad amparado en un Estado fuerte y distributivo, el fútbol español hace gala de sus clubes multimillonarios llenos de cracks extranjeros, de espaldas a  su población que de manera masiva sufre las consecuencias de una crisis de la economía de mercado.[/cita]

Partamos del hecho que por ley la propiedad de los clubes debe ser del 51 % de los propios socios, (Borussia 90 % y Bayern 70 % aproximadamente), y que los clubes están obligados a invertir parte importante de sus ganancias en proyectos formativos. Las ganancias de la Bundesliga se distribuyen con un criterio equitativo, apoyando a los clubes pequeños para asegurar su subsistencia y permitir que cumplan sus obligaciones financieras, especialmente con sus trabajadores, y todo esto cuidando que las entradas a los estadios no supere los 20 dólares (aproximadamente $ 10.000).

Esto nos podría llevar parafraseando el concepto de Avishai Margalit de sociedad decente (aquella que propende a no humillar a nadie en un armónico equilibrio de libertad y justicia) entre fútbol decente e indecente, ya que mientras la poderosa Bundesliga alemana distribuye su riqueza, al igual que lo hace su sociedad amparado en un Estado fuerte y distributivo, el fútbol español hace gala de sus clubes multimillonarios llenos de cracks extranjeros, de espaldas a su población que de manera masiva sufre las consecuencias de una crisis de la economía de mercado.

Seguramente, una vez más, buena parte de la hinchada futbolera, ignotos de la condición sociocultural que produce y reproduce el deporte que aman, vociferarán alarmados que el fútbol nada tiene que ver con factores sociales o políticos, concibiéndolo como un ámbito sagrado ajeno a la sociedad que ellos mismos habitan, un espacio descontaminado de todo interés económico y político. ¿Pero alguien con un mínimo grado de conciencia después de ver el resultado de las sociedades anónimas deportivas en nuestro país podría sostener esta ingenua afirmación?

Parece evidente que no. Hasta el propio ex ministro Francisco Vidal, reconoce su arrepentimiento de haber patrocinado el proyecto de ley que transformó las corporaciones de fútbol en sociedades anónimas permitiendo la apropiación por parte de empresarios absolutamente ideologizados de la mayoría de los clubes chilenos.

Se agradece la hidalguía, pero este mea culpa perdería validez si nuestros políticos efectivamente no se proponen seriamente revisar esta ley y poner en sintonía el fútbol con la temperatura cultural que vive nuestro país en relación con la gran demanda social de acabar con el lucro o, al menos, limitar la inversión privada como un aporte no como una apropiación, así inspirándonos en el fútbol alemán devolver a la Universidad de Chile el 51 % de su club, y a los esforzados hinchas de Colo-Colo, Wanderers o Unión, volver a decidir por el equipo de sus amores.

Al fin y al cabo, como señalan los dirigentes del Borussia Dortmund con total orgullo, “el fútbol no es un producto, es cultura”, a manera de tapaboca a aquellos agoreros de la “industria del fútbol”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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