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Fin del Examen Médico Nacional: un gran paso hacia atrás

Juan Carlos Said R.
Por : Juan Carlos Said R. Médico Internista y Magister en Salud Pública Imperial College de Londres
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En una época en que existe una crisis de confianza respecto a las instituciones, terminar con el Eunacom no hará sino aumentar la percepción de la ciudadanía, de que en un tema de vida o muerte, nuevamente nadie regula y nadie los protege.


El Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina (Eunacom) remonta su origen al año 2003 por parte de la Asociación de Facultades de Medicina. En aquel entonces y debido al creciente aumento de estas instituciones educacionales (algunas de sospechosa calidad), éstas comenzaron voluntariamente a realizar un examen médico unico, que permitiera asegurar que sus egresados tuvieran un minimo de conocimientos para el ejercicio de la profesión. Desde el año 2010, esta prueba se encuentra regulada por ley y tiene su nombre actual. Consiste en 180 preguntas de alternativas, que evaluan pericias básicas para ser médico y que se exije no para la titulación, pero sí para trabajar en el sistema público de salud.

Este examen se encuentra en la línea de lo que se realiza en países de mayor desarrollo económico. Así, en Estados Unidos se estudie en Harvard, Princeton o en una modesta universidad estatal, se tendrá que rendir el US Medical Licence Examination, que consiste en no una, sino en tres pruebas con un componente teórico y práctico, sin la cual, no se puede ejercer.

Hoy en día, el ministro Manalich, nos pretende convencer que el Eunacom no es necesario puesto que las universidades están acreditadas y en base a que los médicos chilenos que reprueban el examen son pocos.

[cita]En una época en que existe una crisis de confianza respecto a las instituciones, terminar con el Eunacom no hará sino aumentar la percepción de la ciudadanía, de que en un tema de vida o muerte, nuevamente nadie regula y nadie los protege. [/cita]

En primer lugar, si bien el porcentaje de chilenos que lo fallan es bajo, 3 % en la ultima evaluación, esto equivale a 40 médicos por año, lo cual no es poco. ¿Se atenderia usted con un medico que reprobó un examen de conocimientos básicos?

En segundo lugar, la acreditacion está excesivamente cuestionada hoy. Se compra se vende y nadie sabe qué es lo que realmente se acredita. De hecho, este exámen nacional que ahora quiere ser eliminado, mostraba ya en 2010 que algo serio pasaba en la Universidad del Mar. Estando esta casa de estudios acreditada, tenía a la mitad de sus egresados fallando en el Eunacom, considerando que en la Universidad Catolica o en la Universidad de Chile prácticamente ningún estudiante de medicina lo reprobaba. Incluso, era llamativa la gran diferencia de puntaje que había entre el promedio de la Universidad del Mar y la penúltima universidad, según ranking de resultados.

Dado lo anterior, terminar con esta evaluación nacional no es más que un retroceso. Por un lado, permitirá que un numero pequeño pero significativo de “médicos” sin competencias, entre todos los años a trabajar. En segundo lugar, producirá un problema serio de equidad, dado que muy probablemente los médicos con menos conocimientos básicos terminarán trabajando en los hospitales más pobres y no en las clínicas privadas. ¿Es esto justo?

Finalmente, sabemos que en Chile hay carencia de profesionales de la salud. Es conocido que hay Sapus que contratan estudiantes de medicina como “administrativos”, los que al final realizan labor médica sin ser supervisados o que hay regiones donde se contrata a médicos extranjeros que no han revalidado su título. Sin embargo, no pretendamos solucionar esta carencia a la chilena, rompiendo la vara con la que medimos nuestra calidad. En una época en que existe una crisis de confianza respecto a las instituciones, terminar con el EUNACOM no hará sino aumentar la percepción de la ciudadanía, de que en un tema de vida o muerte, nuevamente nadie regula y nadie los protege.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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