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Alcoholismo y pobreza

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Wenceslao Unanue
Por : Wenceslao Unanue Assistant Professor, Universidad Adolfo Ibáñez Business School, Chile Ph.D Researcher, University of Sussex, UK.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desmitificado recientemente uno de estos argumentos. En un informe del año 2011 titulado “The Global status report on alcohol and health”, la OMS ha demostrado que, al contrario de lo que se podría pensar, son los estratos de mayores ingresos los que consumen más alcohol.


La pobreza es uno de los peores flagelos de la humanidad. A pesar del inimaginado progreso material que hemos experimentado en las últimas décadas –fundamentalmente en occidente– aún existen en el mundo más de dos mil seiscientos millones de pobres (casi un tercio de la población total). Sólo en Chile tenemos casi dos millones y medio.

Realidades como esta han llevado a profundizar en el estudio de sus raíces. Factores políticos, económicos y religiosos se han esgrimido como causantes del problema. Incluso durante las últimas décadas han surgido voces planteando que el coeficiente intelectual o el alcoholismo serían parte de sus causas.

[cita] La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desmitificado recientemente uno de estos argumentos. En un informe del año 2011 titulado “The Global status report on alcohol and health”, la OMS ha demostrado que, al contrario de lo que se podría pensar, son los estratos de mayores ingresos los que consumen más alcohol.[/cita]

El asumir que algunas razas serían menos inteligentes que otras (por ejemplo, la afroamericana), y que esto las llevaría a estar condenadas a la pobreza, le ha valido a diversos científicos de renombre mundial ser marginados de sus universidades y centros de investigación. Los prejuicios y falta de rigurosidad científica detrás de tales conclusiones son brutales. Sin embargo, parece tentador seguir su erróneo argumento: a mayor inteligencia, mayor productividad, y por ende, mayor capacidad de generar ingresos.

¿Pero el alcoholismo?

Algunos férreos defensores del modelo neoclásico han llegado a plantear que la pobreza estaría enraizada en características psicológicas y comportamentales –tales como el alcoholismo o la flojera– de los estratos de menores ingresos. Características que harían casi imposible que el modelo de mercado pudiese eliminarla por completo.

¿Prejuicio o realidad?

Afortunadamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desmitificado recientemente uno de estos argumentos. En un informe del año 2011 titulado “The Global status report on alcohol and health”, la OMS ha demostrado que, al contrario de lo que se podría pensar, son los estratos de mayores ingresos los que consumen más alcohol. Los datos muestran que al dividir el mundo en 4 grupos, el 25 % superior de ingresos (los más ricos) consumen un 38.5 % del total registrado en las estadísticas oficiales, mientras que los más pobres consumen sólo un 10.9 %. Sin duda un estudio transeccional como este no permite realizar todas las refinaciones estadísticas que podríamos desear. Sin embargo, es una primera luz de alerta en contra de nuestras erróneas creencias acerca de los más pobres.

Datos como los anteriores ponen de relieve la importancia de las mediciones serias por sobre los prejuicios. No hay duda de que la pobreza es un fenómeno multidimensional que depende de diversos factores, muchos de los cuales no conocemos. Sin embargo, lo que sí sabemos después del informe de la OMS, es que no podemos culpar al consumo de alcohol por la incapacidad de nuestro modelo económico de ayudar a eliminar el 33 % de pobreza que aún existe en el planeta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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