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La DC: de flora intestinal a huemul Opinión

La DC: de flora intestinal a huemul

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Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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Esa inconsistencia forma parte esencial, en todo caso, del ethos demócrata cristiano; y por eso no sorprende que los mismos que le dieron la espalda a su abanderado, le ofrecieran luego un respaldo irrestricto a una aliada del Partido Comunista.


Hace algunas semanas, un amigo mío describía con una analogía la función moderadora del Partido Demócrata Cristiano. “Es como la flora intestinal —decía—, sirve para mantener el equilibrio”.

La asociación no es del todo elegante, pero destaca la importancia histórica que ha tenido ese partido y evoca la imagen de un conjunto de bacterias que grafica magistralmente, a mi juicio, la naturaleza de sus militantes.

El fracaso de la Democracia Cristiana en la elección del domingo pone en tela de juicio, sin embargo, la vigencia de la analogía. Porque un partido que saca menos votos que un independiente y no muchos más que los radicales, no alcanza a cumplir función alguna y deviene de flora intestinal a huemul: especie autóctona en vías de extinción.

[cita]La Democracia Cristiana ya no es, como en otro tiempo, la flora intestinal de la política chilena; y perdió su fuerza en el momento en que se concibió a sí misma como un centro sin identidad propia. La Democracia Cristiana perdió terreno, pero no por falta de aggiornamento, sino de definición.[/cita]

Quizá no sea justo, sin embargo, extremar las conclusiones a este punto. Todo el mundo sabe que la votación obtenida por Orrego no se identifica con el poder real del Partido Demócrata Cristiano, porque si hay algo que fue evidente en la campaña es que el apoyo que el partido y sus militantes le dieron no pasó de ser una cuestión nominal.

Esa inconsistencia forma parte esencial, en todo caso, del ethos demócrata cristiano; y por eso no sorprende que los mismos que le dieron la espalda a su abanderado, le ofrecieran luego un respaldo irrestricto a una aliada del Partido Comunista.

Los acontecimientos demuestran, en todo caso, una verdad más profunda; y es que el concepto de centro que viene cultivando el Partido Demócrata Cristiano quedó obsoleto. El término medio, que en su sentido aristotélico da la medida exacta de la virtud, ha llegado a significar para ellos algo así como un promedio o ensamble artificial e inorgánico entre lo que es propio y característico, y lo ajeno y contradictorio.

La Democracia Cristiana ya no es, como en otro tiempo, la flora intestinal de la política chilena; y perdió su fuerza en el momento en que se concibió a sí misma como un centro sin identidad propia. La Democracia Cristiana perdió terreno, pero no por falta de aggiornamento, sino de definición.

De flora intestinal a hue…mul ¿qué duda cabe?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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