Publicidad

Velasco y el triunfo sui generis

José Luis Ugarte
Por : José Luis Ugarte Profesor de Derecho Laboral Universidad Diego Portales
Ver Más

Es obvio que las ideas liberales de Velasco deberían tener un espacio dentro de las plataformas para cambiar Chile, pero dentro del exacto lugar que les corresponde: el de minoría. Y ahora por fin lo sabemos. Las ideas con las que gobernó la Concertación por cuatros periodos –sometidos a la mano de hierro de sus ex ministros de Hacienda- estuvieron absolutamente sobre-representadas y hoy no convocan sino a la mínima parte de sus adherentes.


Raro, por decir algo, resulta el análisis que parece dominar la suerte de Velasco en las primarias. Por primera vez salir segundo no es perder, es la idea que ha guiado la reflexión de la suerte electoral del ex -ministro de Hacienda.

De hecho, si alguien venia llegando  y encendía la televisión quizás pensaría -por un rato- que era el reciente ganador de unas elecciones. Y por paliza.

Hasta sectores de derecha se alegraron de este “triunfo derrota” de Velasco: ello obligara a la Nueva Mayoría a moderar sus pretensiones y su programa, una suerte de “balde frio” en las aspiraciones reformistas de la centro-izquierda.

Y mirada las cosas con frialdad no se entienden por donde ese análisis puede resultar mínimamente razonable.

Una cosa es que Orrego haya sido derrotado –salir tercero con la maquinaria partidaria como la DC es una derrota en toda regla- y otra muy distinta es pensar que Velasco y sus ideas son las ganadoras de esta elecciones.

[cita]Es obvio que las ideas liberales de Velasco deberían tener un espacio dentro de las plataformas para cambiar Chile, pero dentro del exacto lugar que les corresponde: el de minoría. Y ahora por fin lo sabemos. Las ideas con las que gobernó la Concertación por cuatros periodos –sometidos a la mano de hierro de sus ex ministros de Hacienda- estuvieron absolutamente sobre-representadas y hoy no convocan sino a la mínima parte de sus adherentes. [/cita]

¿Qué explica,  entonces, que un candidato que sacó uno de cada diez votos que se emitieron en su pacto electoral puede ser considerado un ganador a ojos vista del discurso mediático?

Es obvio, que la resistencia anti-mayoritaria en Chile es una fuerza significativa que empujada desde la elite, explica la “inflación” del hecho electoral del Velasco y la minimización de su baja votación total en el pacto político que lo cobijaba.

Se trata, qué duda cabe, de un triunfo “sui generis”.

No es difícil advertir, de hecho, que en los próximos días veremos cómo sectores políticos y empresariales, muy lejanos algunos a los sectores opositores, intentaran –como ya lo hacen- inflar hasta la saciedad el “triunfo” de las ideas de Velasco, en medio de la turba ideológica y desalmada que sus ojos parece haberse apoderado del pacto de la Nueva Mayoría.

La idea será sencilla: Velasco y sus ideas de reformismo edulcorante deberán ser respetadas porque resultaron “las segundas” más votadas de la elección de las primarias.

Luis Larraín –un hombre libre de sospechas en estas materias-, junto con defender las posibilidades electorales de Longueira, celebraba en estos días en el Mercurio “la importante votación de Andrés Velasco, quien presentó claramente una opción distinta a otros candidatos de su pacto, rechazando por irresponsables una serie de propuestas de cambios radicales a nuestra institucionalidad”.

De hecho, el intento de la elite económica por transformar a Velasco en el nuevo dique de contención de la política chilena es evidente: el hombre que pondrá “paños fríos” ante la irracionalidad de la masa izquierdista que apoyaba al resto de los candidatos del pacto de la oposición.

Como en la clásica película, a ojos de esa elite empresarial, el único ser humano que no está convertido en un zombie de izquierda –que quieren arrasar con todo- es Velasco.

Pero, en rigor, más allá de esa caricatura, las ideas de Velasco resultaron ampliamente derrotadas. Y podríamos decir doblemente derrotadas.

En primer lugar, en el resto de los candidatos de la oposición parece haber convergencias programáticas en ideas que “la filosofía liberal” de Velasco resistiría –de hecho él las rechazo tajantemente-: nueva Constitución, reforma tributaria, educación pública gratuita, reforma profunda a las AFPS, avances en sindicalización y negociación colectiva y general en derechos sociales –no en políticas públicas de reparto-.

En segundo lugar, porque por fin después de tantos años se sabe cuánto pesan electoralmente en el alma concertacionista las ideas “liberales y tecnocráticas” al estilo Velasco. Y esto es muy importante, porque antes que él, Foxley, Eyzaquirre y otros que nunca se expusieron al escrutinio de los votos, sometieron groseramente a los gobiernos de la Concertación a un derrotero de “neoliberalismo con rostro humano” (Atria), que hizo que casi todas las promesas políticas de igualdad y justicia de ese conglomerado quedaran en nada.

La cuestión ahora es completamente distinta ¿cómo si casi el noventa por ciento de sus electores decidieron reformas profundas al sistema –votando el resto de los candidatos-, deberán someterse programáticamente al doce por ciento restante de Velasco?

Es obvio que las ideas liberales de Velasco deberían tener un espacio dentro de las plataformas para cambiar Chile, pero dentro del exacto lugar que les corresponde: el de minoría.

Y ahora por fin lo sabemos. Las ideas con las que gobernó la Concertación por cuatros periodos –sometidos a la mano de hierro de sus ex ministros de Hacienda- estuvieron absolutamente sobre-representadas y hoy no convocan sino a la mínima parte de sus adherentes.

¿Podrá, entonces, el dedo del Ministro de Hacienda decidir, como antes,  el rumbo de esos cambios en los tiempos que se avecina?

Difícil se ve.  Ni con Velasco y su triunfo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias