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¿Qué estamos haciendo en Santiago para recuperar la educación pública?

Carolina Tohá
Por : Carolina Tohá Cientista política, académica, investigadora, consultora y política chilena
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He leído atentamente su carta en la que expresa su preocupación con motivo de la toma del Liceo Cervantes, preocupación que comparto. En estas líneas quisiera darle mi visión sobre este tema y contarle a usted y a los seguidores de elquintopoder lo que estamos haciendo para abordarlo.

En Santiago estamos comprometidos en la recuperación de la educación pública. La realidad actual es de muchos déficit acumulados en el tiempo, una alta conflictividad y un clima de desconfianza. A pesar de ello, estamos convencidos que un trabajo serio y sistemático en las escuelas y liceos de la comuna va a dar frutos y lo hemos puesto en marcha desde el primer día de esta administración.

Hay muchas razones para hablar de Santiago como la capital de la educación pública. Es la comuna de Chile que tiene, por lejos, la mayor cantidad de establecimientos públicos. 44 en total. Entre ellos están algunos de los colegios públicos más antiguos del país, varios de los más emblemáticos y muchos otros que representan la mayor diversidad imaginable: liceos técnico-profesionales, liceos de adultos, escuelas especiales, escuela carcelaria, internado, liceos científico-humanistas tanto mixtos como segregados por sexo.

Estoy convencida que la educación pública de Santiago, en toda su diversidad, representa un enorme patrimonio y creo que revertir su deterioro es fundamental no sólo para la comuna sino también para aportar al esfuerzo que nuestro país debe hacer para llegar a tener una educación pública de calidad.

Por ello estamos impulsando un programa de cambios muy importante en ámbitos como la convivencia, la gestión directiva, el modelo de calidad que queremos lograr, el fortalecimiento de la participación y la instalación de una cultura de cooperación en lugar de competencia entre los establecimientos. Ello se ha traducido en medidas concretas en estos meses: la creación de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, el otorgamiento de facultades resolutivas a los Consejos Escolares, el impulso de los Claustros de la comunidades educativas, el concurso para la nueva autoridad de la Dirección de Educación cuyo convenio de desempeño tiene elementos muy innovadores, los primeros pasos para un programa de educación cívica y educación sexual en los establecimientos, entre varias otras iniciativas.

Estamos conscientes que muchos de los cambios que requiere la educación pública no dependen de los municipios sino de reformas nacionales.

En ese campo, nuestra comuna no será pasiva y está comprometida en varias iniciativas para promover la desmunicipalización y la creación de un nuevo sistema nacional que asegure una educación pública de calidad, equitativa, laica y gratuita.

Santiago ha sido el epicentro del conflicto de la educación pública y representa la amplitud y complejidad de su crisis. En los últimos años se han cerrado 5 establecimientos.

La mayoría ha bajado su matrícula. Muchos tienen resultados inferiores al promedio nacional. La desigualdad entre los distintos establecimientos es dramática. El deterioro de su infraestructura es muy severo en varios establecimientos. Sólo la mitad de éstos tiene jornada escolar completa. Todos estos problemas sumados a la visibilidad de Santiago ha generado que las movilizaciones y las tomas alcancen aquí una intensidad única.

En muchos países hay movilizaciones y demandas sociales. Las marchas y otras formas de manifestación son parte de normalidad democrática. Sin embargo, es una completa anomalía que un movimiento social cuente con un amplio respaldo ciudadano a sus demandas y saque periódicamente a la calle decenas de miles de personas por varios años, sin que ello se traduzca en reformas sustantivas que canalicen y den respuesta a ese descontento. La falta de soluciones ante los problemas planteados por el movimiento estudiantil no es normal en una democracia sana. Nuestro sistema político, sus candados, empates y restricciones, ha mostrado aquí su peor cara y ello está ocasionando efectos muy severos que nadie quiere ver. En Santiago, esos efectos son evidentes.

Tenemos una generación de jóvenes que ha acumulado gran frustración y desconfianza hacia la política y las instituciones democráticas. Las comunidades educativas están fracturadas y tensionadas por la persistencia de las tomas, los desalojos, la represión y la violencia que se han vuelto parte de la cotidianidad. Hay conflictos entre los estamentos y al interior de éstos y los directores de los establecimientos así como los profesores se ven superados en su capacidad de conducir a sus comunidades en este clima de tensión. En varios colegios han aparecido centros de padres alternativos y hay disputas entre los diversos grupos. En otros, los apoderados ni siquiera están organizados. La convivencia con los vecinos del entorno se ha vuelto áspera y plagada de reclamos. Los aprendizajes de los estudiantes también se están viendo afectados por las constantes interrupciones del año escolar. Además, en este clima de desesperanza van imponiéndose los grupos más radicalizados cuya estrategia es profundizar la crisis para que el sistema se desmorone y después, supuestamente, sea reemplazado por uno mejor.

Esta es la dinámica que lleva a escenas como las que usted ha observado en el entorno del Liceo Cervantes. Éste es uno de los establecimientos más postergados de la comuna. Su infraestructura es desoladora y está muy por debajo del estándar de la mayoría de los liceos chilenos. Su comunidad lleva años conflictuada y su matrícula ha ido decreciendo. No tiene centro de padres.

En nuestra administración, al contrario de los que usted dice en su carta, este establecimiento ha tenido una especial atención para revertir el abandono que ha sufrido. No queremos estigmatizar a los liceos con problemas, queremos apoyarlos para que salgan adelante.

Con ese objetivo se han tomado una serie de medidas. Se adelantó el recambio de sus autoridades para fortalecer el equipo directivo. El concurso está hoy en desarrollo. Se dio prioridad a la fiscalización de las obras de reposición de los baños que estaban atrasadas. Personalmente, participé en una visita inspectiva donde constaté la urgencia de mejorar las instalaciones y la gestión directiva. Como consecuencia, ya se han formulado proyectos y acciones para mejorar aspectos de la infraestructura. Los equipos municipales han sostenido varias reuniones de trabajo con estudiantes y profesores para enfrentar los problemas del liceo. De hecho, hace un par de días se sostuvo un encuentro entre profesores, estudiantes, la Dirección de Educación Municipal y una delegación de apoderados para buscar una salida pacífica a la toma que está en curso. Se tomaron varios acuerdos incluyendo una iniciativa para formar un centro de padres y una votación para que los estudiantes se pronuncien democráticamente sobre la continuidad de la toma.

Soy explícita en decir que no comparto las tomas. Hoy existen espacios de participación y diálogo en Santiago que hacen injustificado recurrir a formas de manifestación tan extremas. Además, las tomas se han vuelto contra los propios estudiantes porque están generando rechazo incluso entre quienes apoyan sus demandas y están fracturando a las comunidades escolares a un punto insostenible. Sin embargo, hemos visto que la mejor manera de profundizar la rabia acumulada y continuar alimentando a los grupos más radicalizados es recurrir a los desalojos policiales para resolver las tomas. Por eso, nuestra forma de enfrentarlas es distinta a la que ha propuesto el gobierno. Queremos desactivar la violencia, no alimentarla y creemos que hay otro camino posible para resolver de verdad este conflicto. Los desalojos son el último recurso y sólo vamos a considerarlos como una opción cuando no haya otra alternativa o cuando la toma se realice contra la voluntad de la mayoría de los estudiantes. Eso no significa que estemos de brazos cruzados. Al contrario. Estamos trabajando activamente en reconstruir las comunidades, formar equipos directivos con liderazgo, generar participación y diálogo, reestablecer las confianzas básicas de los estudiantes con los adultos del sistema escolar y mostrar que podemos comenzar a revertir la crisis de la educación pública.

Es posible que muchos de estos esfuerzos se demoren un tiempo en madurar y dar frutos, pero vamos a ser persistentes. Otros alcaldes y alcaldesas están comprometidos en esfuerzos similares y estamos colaborando mutuamente para abordar este enorme desafío. Las comunidades escolares, cansadas de la falta de respuestas y desgastadas por los años de conflicto, están debilitadas y divididas. Tenemos que generar obras de confianza que permitan cambiar ese clima, restituir confianzas y establecer una cultura de corresponsabilidad entre todos los actores de la educación pública de Santiago: los profesores, los apoderados, los estudiantes, los directivos, los asistentes de la educación y, por cierto, el Municipio. Sin duda, esa responsabilidad debe alcanzar también a las autoridades nacionales. En primer lugar, al Ministerio de Educación y el gobierno, que no están haciendo ningún esfuerzo real para resolver esta crisis. Sin duda, al futuro gobierno y parlamento, que tendrán en sus manos las reformas para revitalizar la educación pública. Al Colegio de Profesores, la academia, los medios de comunicación, el sector privado, porque este es un tema nacional y prioritario.

Revertir la crisis de la educación pública y el desencanto de sus comunidades escolares es una de las principales pruebas que Chile tiene por delante. Aquí se juega, en gran parte, el tipo de país que vamos a ser. En Santiago estamos haciendo todo para asumir plenamente nuestra parte de la tarea y vamos a ser inagotables en reclamar, proponer, denunciar, suplicar y empujar para que los demás también hagan, de una vez, la parte que les toca.

(*) Texto escrito en El Quinto Poder.cl

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