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¿Por quién votar y por qué votar?

Diego Rivera
Por : Diego Rivera Director del Magíster y Doctorado en Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción
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El diagnostico es común. Todos los candidatos, ya sean de izquierda, derecha, centro y/o independientes. Los que van por fuera y los que van por dentro. Los de la vieja política y los que proponen una nueva: Chile está ad portas del desarrollo. En las últimas décadas el país se ha desarrollado económicamente, expandiendo sus exportaciones, generando una reputación mundial como país estable y serio.

En lo social también se ha avanzado. Decenas de nuevos hospitales, la expansión de la cobertura escolar, la implementación del plan AUGE e incluso, a pesar de las críticas, un avance en el trasporte público con el Transantiago y la construcción de trenes urbanos en otras ciudades como Valparaíso. Estos avances, que no son triviales, en su mayoría se focalizan en infraestructura y hoy Chile debe decidir cómo quiere seguir desarrollándose.

Dentro de los modelos de desarrollo existen infinitas fórmulas y, por supuesto, ninguno está hecho a la medida de Chile, pero existen dos polos. Por un lado, está el modelo Anglosajón Liberal (EE.UU, Inglaterra) que propone una relación entre individuos, donde el motor de las relaciones dentro de la sociedad se basa en el mercado. Los derechos y responsabilidades son individuales y el rol del Estado es el de aliviar la pobreza (de la manera que queramos definir pobreza), de tal forma que los beneficiarios de los programas sociales son elegidos en base a la necesidad.

[cita]Chile se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir cómo quiere desarrollarse. Lo importante hoy no es quién va a gobernar, si no qué idea va a gobernar y no sólo por los próximos cuatro años. La elección que Chile debe tomar no es únicamente política, si no que es una elección de concepción de sociedad y definición de ciudadanía.[/cita]

Por otro lado, tenemos el modelo Escandinavo (Países Nórdicos). Este modelo se basa en una concepción colectiva, donde existe la idea de que, en algún grado, todos los ciudadanos dependen de la sociedad. Los derechos son individuales pero hay ciertas responsabilidades que son colectivas. En este modelo el rol del Estado es el de promover la igualdad y, por lo mismo, la manera en que se reparten los beneficios sociales es en base a ciudadanía y no en base a necesidad.

Ninguno de los dos modelos es perfecto. El modelo Escandinavo genera mayores riesgos de caer en crisis fiscales si las arcas y el crecimiento poblacional del país no son bien considerados. No hay que ir más lejos y mirar lo que ha ocurrido en los últimos años en Europa. El gran beneficio es el nivel de equidad que genera tal modelo. Por otra parte, el modelo Anglosajón genera enormes riquezas pero una pésima distribución del ingreso, sin mencionar las crisis en los sistemas financieros como ocurrió en EE.UU el 2009 a causa de la poca regulación. Chile también es prueba de esto. Desde los setentas en adelante el modelo para generar riquezas ha sido continuo. Con la vuelta a la democracia, se extendió el modelo Neoliberal/Capitalista, que produjo inmensas recompensas en términos monetarios y de inversión. Esa es la innegable ventaja de tal modelo, no por nada se habla del “Milagro Económico Chileno”. Probablemente debido al trauma que genera una dictadura violenta en la sociedad, el modelo nunca fue cuestionado, hasta ahora, y su perpetuación en el tiempo ha generado, las también innegables, enormes desigualdades.

Chile se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir cómo quiere desarrollarse. Lo importante hoy no es quién va a gobernar, si no qué idea va a gobernar y no solo por los próximos cuatro años. La elección que Chile debe tomar no es solo política si no que es una elección de concepción de sociedad y definición de ciudadanía. ¿Queremos un Chile donde el Estado es quien tiene un rol de ascensor al mínimo, de manera de subsidie a los más pobres para aliviar la pobreza, dejando los temas de equidad en un segundo plano? Donde se priorice el rol del mercado y el desarrollo en términos monetarios? ¿Un Chile en donde la educación, la salud, la pobreza, la vivienda, entre otros ítems sean responsabilidades individuales? ¿Un “Cada uno por sí solo”? ¿O queremos un Chile en donde estos ítem sean temas país? En donde la responsabilidad de cómo y cuánto vamos a educar, la calidad de la salud y vivienda sean responsabilidad de todos. ¿Un Chile en donde todos somos responsables de que cuando llueve algunos ciudadanos se mojen o que por la contaminación existan filas interminables en los consultorios con niños con problemas respiratorios? Más importante aún, la pregunta es si queremos ser todos responsables del nivel de desigualdad, un “Estamos todos juntos en ésta” o si queremos que cada uno se las valga por sí solo.

Esta elección es singular. Primera elección presidencial en donde el voto es voluntario y todos tienen acceso a votar. Es también una elección en donde el espectro político se ha quebrado, ya no son solo dos bandos, hay más competencia y más opciones, y por lo mismo esta elección es la elección que comenzará a definir cómo queremos vivir como sociedad. No creo que exista ningún chileno que quiera ver a otro chileno mojado, enfermo o analfabeto. Llegó la hora de hacerse responsable de elegir como nos queremos hacer responsables en el futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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