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La desigualdad en Chile: detrás de las políticas de crecimiento económico

Daniela López
Por : Daniela López Militante de Izquierda Autónoma e investigadora del Centro de Estudios Socioculturales CESC.
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Es interesante preguntarnos sobre qué sentido tiene construir una expectativa económica en nuestro país, considerando las condiciones de desigualdad socio-económica y cultural en las que Valparaíso —que también es reflejo en todo Chile— está inmerso. En otras palabras, ¿qué sentido tiene que los empresarios de Valparaíso tengan un positivo optimismo con respecto al futuro económico? Y más importante aún, ¿tener buenas expectativas sobre el futuro, es también una proyección que puedan realizar los porteños —y chilenos en general— en igualdad de condiciones?


Un estudio reciente, publicado en El Mostrador y El Mercurio de Valparaíso, destaca que alrededor del 85 % de los empresarios de la región vislumbra un próspero futuro para la economía en la zona, esto según la Encuesta de Opinión Empresarial y de Expectativas Económicas, creada por la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad de Valparaíso (UV) y la Cámara Regional del Comercio de Valparaíso (CRCP).

En general, se detalla un “clima de optimismo relativo” de lo que serán las actividades económicas para el próximo año: tanto para las grandes empresas o para empresarios de pequeños boliches. El sentimiento es mesurado pero positivo, los cuales se asientan en datos objetivos: baja leve y constante del desempleo en un 6,7 %, aumento de la inversión en diferentes áreas, en especial el minero y el turismo, entre otras.

Sin embargo, es interesante preguntarnos sobre qué sentido tiene construir una expectativa económica en nuestro país, considerando las condiciones de desigualdad socio-económica y cultural en las que Valparaíso —que también es reflejo en todo Chile— está inmerso. En otras palabras, ¿qué sentido tiene que los empresarios de Valparaíso tengan un positivo optimismo con respecto al futuro económico? Y más importante aún, ¿tener buenas expectativas sobre el futuro, es también una proyección que puedan realizar los porteños —y chilenos en general— en igualdad de condiciones? Por ejemplo, los estudiantes que anhelan una educación gratuita, un jubilado que anhela mejores pensiones, un trabajador que anhela un sueldo mínimo digno o simplemente encontrar un trabajo con dichas características.

[cita]Es interesante preguntarnos sobre qué sentido tiene construir una expectativa económica en nuestro país, considerando las condiciones de desigualdad socio-económica y cultural en las que Valparaíso —que también es reflejo en todo Chile— está inmerso. En otras palabras, ¿qué sentido tiene que los empresarios de Valparaíso tengan un positivo optimismo con respecto al futuro económico? Y más importante aún, ¿tener buenas expectativas sobre el futuro, es también una proyección que puedan realizar los porteños —y chilenos en general— en igualdad de condiciones?[/cita]

¿Podemos suponer que empresarios y trabajadores tienen las mismas expectativas de futuro, y más aún, posibilidades de lograr sus sueños?

Como todos intuimos, las expectativas y la posibilidad que éstas se cumplan en el futuro, en especial las económicas, están relacionadas, entre otras cosas, con la distribución de poder e influencia que tienen los actores involucrados. Dicho esto, podemos entender que las buenas expectativas de los empresarios de la región de Valparaíso se deben principalmente a la capacidad de influir y de hacer efectivas sus proyecciones de crecimiento económico. Esta expresión, manifiesto de la desigualdad en el país, se recrudece las formas en las que se establecen los vínculos de influencias y lobby, tanto en Valparaíso como en todo Chile, bajo esta estructura político-económica.

Así mismo, debemos denotar un aspecto central: esto dice relación con el “costo social y político” sobre el cual los empresarios de la región —aquellos que controlan la totalidad de la actividad económica del puerto, entre otros negocios— y los administradores del sistema político —la derecha y la concertación— traspasan a los trabajadores y a la población para lograr “sus expectativas”. Esto implica, por ejemplo, debilitar la función del Estado a su mínima expresión, fomentar la pobreza y exclusión de gran parte de la población de Valparaíso estableciendo condiciones de trabajo miserables (bajos sueldos, inestablidad laboral, baja protección previsional), sostener un sistema salud empobrecido, entre otras ventajas significativas para sí mismos. Como máxima expresión de esta innegable desigualdad en las expectativas, tenemos el frenético empeño de Mall Plaza, el alcalde, sus concejales aliados y Empresa Puerto de Valparaíso (EPV) de construir a cualquier costo el Mall Barón, convencidos de que “es lo mejor para la ciudad” a sabiendas que una mayoría importante de trabajadores, ciudadanos de a pie y el comercio minorista de la ciudad, se oponen al proyecto comercial. O, por otro lado, tener un puerto, como el de valparaíso, el que contribuye con lo mínimo para el desarrollo de la comuna y la región. Ante ello nos preguntamos: ¿Quién se hace cargo de las expectativas de los menos influyentes y los menos poderosos de Chile y Valparaíso? Que dicho sea de paso, son la mayor parte de la población.

Frente a estas las condiciones que vemos en este nuevo escenario, y a través de la candidatura que presentamos a Valparaíso, proponemos levantar y conquistar las expectativas de los porteños, las que tenemos todos los días y que son obvias a esta altura del partido: Derechos sociales garantizados por el Estado, Reforma tributaria a la gran empresa y Cambio constitucional a través de una asamblea constituyente. Sabemos que, a diferencia del gran empresariado y sus protectores, la conquista de nuestros sueños depende de nuestra capacidad, de consciencia y de abrir nuevas oportunidades a nuestra ciudad y país. Para ello estamos embarcados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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