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Tenemos hambre

Juan Ayala
Por : Juan Ayala Profesor del Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad Técnica Federico Santa María.
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Lo que le faltó a Piñera a Bachelet le sobra, sin embargo, tampoco se puede gobernar sólo con empatía y afecto, allí comparece la debilidad de la Nueva Mayoría, ¿cómo harán los cambios sin dañar a la prudente conciencia de tantos chilenos? He ahí el chef de cocina, no la cocinera, es poner en práctica el “arte de gobernar”, que no debe confundirse con “cocinar una gobernanza”. La simpatía bastó para elegirla pero no es suficiente para gobernar, el pueblo despertó, está hambriento.


“Le tenemo plateá con palta mayo, o puede ser con arrocito … o como usté quiera”, diría una cocinera de la vega, pero ese voceo no es el de la futura Presidenta de la república. Ella debe ser un chef de alta cocina internacional, que pueda crear un plato tanto refinado como digerible. El alto cargo de ONU Mujeres, y su paso por la anterior Presidencia, debieran ser sus activos de gobierno para elaborar un menú adecuado a las circunstancias. Sin embargo, su reinstalación en el futuro gobierno no fue voluntaria, ella no asintió a ser candidata presidencial, simplemente no tuvo alternativa. Quienes la instalaron tanto en el gobierno del 2006 como en Naciones Unidas le dijeron: “Usted es la persona adecuada, contó con nuestra aprobación antes, pues bien, la tiene ahora. Su lugar está ahora en Chile”. Hasta mediados del verano pasado, Michelle Bachelet no estaba plenamente convencida de volver a su país, empero entre el ensueño nocturno y su almohada, sumados a estratégicas reuniones realizadas en los Estados Unidos con actores claves de los diversos poderes, tanto formales como fácticos, asumió el sacrificio que significa ser Presidenta del actual Chile.

La tarea a emprender es extremadamente compleja, las expectativas acumuladas y catalizadas por el gobierno de derecha saliente, no se pueden satisfacer en cuatro años, apenas es posible iniciar los caminos de solución, dejar para el gobernante del 2018 el fruto de esos cambios y nuevas maneras de gobernar. Dicho Presidente pudiere ser otra vez de centro derecha, ello si la Nueva Mayoría se festina esta oportunidad que se le entregara. Entre torpezas, imprudencias, ambiciones, falta de tacto para comunicarse con los que votaron por Evelyn Matthei, podrían perder el gobierno, o peor aun la democracia.

[cita]Lo que le faltó a Piñera a Bachelet le sobra, pero no se puede gobernar sólo con empatía y afecto. ¿Cómo harán los cambios sin dañar a la prudente conciencia de tantos chilenos? He ahí el chef de cocina, no la cocinera, es poner en práctica el “arte de gobernar”, que no debe confundirse con “cocinar una gobernanza”. La simpatía bastó para elegirla pero no es suficiente para gobernar, el pueblo despertó, está hambriento.[/cita]

Jorge Awad, presidente de la Asociación de Bancos, ha valorado la prudencia de la Presidenta electa, el FUT para el cuarto año de gobierno, ha dicho, reflejando en sus palabras que da su respaldo a la Nueva Mayoría, pero con condiciones.

Igualmente apuntó que parte de la caída de la Alianza fue porque no demostraron afecto, porque entre ellos se tratan con mucha dureza, misma actitud con la que se comunicaron con la ciudadanía.

El Presidente oscureció cada logro y tarea, muchas de ellas positivas, con cifras y estadísticas, las que por cierto ayudan, concretan, aclaran, pero los números, por definición, son muy fríos.

No puedo medir un beso, no puedo pesar una caricia.

Lo que le faltó a Piñera a Bachelet le sobra, sin embargo, tampoco se puede gobernar sólo con empatía y afecto, allí comparece la debilidad de la Nueva Mayoría, ¿cómo harán los cambios sin dañar a la prudente conciencia de tantos chilenos?

He ahí el chef de cocina, no la cocinera, es poner en práctica el “arte de gobernar”, que no debe confundirse con “cocinar una gobernanza”.

La simpatía bastó para elegirla pero no es suficiente para gobernar, el pueblo despertó, está hambriento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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