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Eyzaguirre: pastelero a tus pasteles

Alfredo Gaete
Por : Alfredo Gaete Psicólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile Doctor en Filosofía, University of Manchester Docente e investigador, Campus Villarrica, Pontificia Universidad Católica de Chile
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Imagínese, por ejemplo, que un pedagogo (o un ingeniero) es nombrado ministro de Justicia, o que la cartera de Hacienda es ocupada por una asistente social (o un pedagogo). En realidad, para imaginar la situación inversa habría que imaginar que ocho de cada diez ministros de Justicia o de Hacienda no tienen formación alguna en derecho o en economía. Piense en la reacción de la población. Piense en la reacción de los abogados y los médicos. Piense y no podrá dejar de sentir que algo no anda del todo bien en los criterios con los cuales se decide el encargado de velar por la educación de los chilenos.


Nicolás Eyzaguirre ha sido anunciado como ministro de Educación del gobierno entrante. Contándolo, de los últimos diez ministros que ha tenido la cartera, la mitad son ingenieros (cuatro economistas y una con estudios de marketing), uno es abogado, una es asistente social, uno es médico y apenas dos –sí, solo dos– son educadoras. Imagínese una situación inversa. Imagínese, por ejemplo, que un pedagogo (o un ingeniero) es nombrado ministro de Justicia, o que la cartera de Hacienda es ocupada por una asistente social (o un pedagogo). En realidad, para imaginar la situación inversa habría que imaginar que ocho de cada diez ministros de Justicia o de Hacienda no tienen formación alguna en derecho o en economía. Piense en la reacción de la población. Piense en la reacción de los abogados y los médicos. Piense y no podrá dejar de sentir que algo no anda del todo bien en los criterios con los cuales se decide el encargado de velar por la educación de los chilenos.

Por supuesto, el mero hecho de que una persona no tenga un título universitario relacionado directamente con la educación no quiere decir que esa persona sea incompetente en ese terreno. Tampoco la posesión del título implica necesariamente preparación. Pero, digámoslo, son pocos los ministros de Educación que se han destacado en educación antes de ocupar el cargo, sobre todo en las últimas décadas. Quizá el asunto no sería muy preocupante si nuestro sistema educacional brillara por sus virtudes; pero como lo que ocurre es exactamente lo contrario, me parece que ha llegado el momento de plantear seriamente la cuestión.

[cita]Imagínese, por ejemplo, que un pedagogo (o un ingeniero) es nombrado ministro de Justicia, o que la cartera de Hacienda es ocupada por una asistente social (o un pedagogo). En realidad, para imaginar la situación inversa habría que imaginar que ocho de cada diez ministros de Justicia o de Hacienda no tienen formación alguna en derecho o en economía. Piense en la reacción de la población. Piense en la reacción de los abogados y los médicos. Piense y no podrá dejar de sentir que algo no anda del todo bien en los criterios con los cuales se decide el encargado de velar por la educación de los chilenos. [/cita]

¿Qué hay detrás de esta anomalía? Al menos dos ideas, una bien ingenua y otra bien representativa de lo que ha sido el modo de pensar de los últimos gobiernos. Ninguna tiene demasiado fundamento, en todo caso.

La ingenua es que para dedicarse a la educación basta con ser inteligente, o con estar bien preparado en otras materias. Falso. La educación es una materia altamente compleja que no se puede comprender en profundidad sin tener la capacidad de hacer ciertas distinciones que sólo quienes trabajan en el área aprenden a hacer. La otra idea es que la educación puede y debe pensarse desde el mercado. Esta idea explica la sobredosis de economistas en la cartera (no sólo como ministros sino también como asesores). Los problemas asociados a esa forma de entender la educación son bien sabidos a esta altura y, por ende, no me referiré a ellos aquí. Quienes saben de educación saben que, en la actualidad, sistemas educacionales apoyados en esta idea son prácticamente indefendibles.

Le deseo la mejor de las suertes al ministro entrante. Es un hombre inteligente y bien preparado en diversas materias, según entiendo. Esperemos que dentro de ellas esté la educación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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