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El lento reconocimiento de las guaguas a ser consideradas sujetos educativos

María Victoria Peralta
Por : María Victoria Peralta Académica U.Central y Premio Nacional de Educación
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Cada vez más destacados investigadores, como Alison Gopnik (El bebé filosófico, 2010), retoman la concepción del bebé como una persona que despliega su fantástica humanidad desde que nace, tema que la pedagogía planteó hace más de 300 años con Comenio y posteriormente con Pestalozzi y Froebel. De esta manera, se reconoce que a los bebés les interesa conocer desde que nacen, se asombran con las personas y con su propio descubrimiento como tales; explorando su medio y queriendo transformarlo acorde a sus posibilidades.


La educación parvularia en Latinoamérica tiene más de 150 años, desde que se crearon las primeras “Salas de Asilo” educativas, Escuelas de Párvulos y Kindergártenes. En este extenso período ha costado mucho que la sociedad comprenda y asuma que el período formativo más importante son los primeros seis años de vida. En la actualidad, con los aportes de las neurociencias, el mundo pudo “ver” literalmente cuál es la diferencia del desarrollo cerebral de un niño que se crió en un ambiente enriquecido, con uno carente de afectos y oportunidades, lo que ha cambiado –en parte– esta percepción sobre lo “infantil” y poco relevante que es la educación de los primeros años.

No obstante lo señalado, las guaguas siguen siendo un “objeto” de estimulación y no un “sujeto” de la educación, lo que significa que pese a los años transcurridos, siguen siendo, de alguna forma, lo que eran en la Colonia: “expósitos”. Seres “puestos afuera”, no de los tornos de los conventos o en las puertas de las iglesias como en aquella época, pero sí seres puestos afuera del ámbito de lo educacional. Esto último se evidencia más concretamente en la reciente investigación del Instituto Internacional de Educación Infantil (IIDEI), “De expósitos a personas-sujetos de sus aprendizajes”.

La diferencia de conceptos, ser “objetos” o ser “sujetos”, no es un mero ejercicio académico. Ser un “objeto” sobre el cual se actúa esperando que sólo reaccione, es muy distinto a ser concebido como una persona desde que nace y, por tanto, considerado un ser curioso, sensible, interesado y con iniciativa, que es lo que significa ser un sujeto educativo.

[cita]Cada vez más destacados investigadores, como Alison Gopnik (El bebé filosófico, 2010), retoman la concepción del bebé como una persona que despliega su fantástica humanidad desde que nace, tema que la pedagogía planteó hace más de 300 años con Comenio y posteriormente con Pestalozzi y Froebel. De esta manera, se reconoce que a los bebés les interesa conocer desde que nacen, se asombran con las personas y con su propio descubrimiento como tales; explorando su medio y queriendo transformarlo de acuerdo a sus posibilidades.[/cita]

Si bien hace más de 60 años que empiezan a egresar las primeras Educadoras de Párvulos de la Universidad de Chile, época en que comienza a estudiarse el tema con enfoque educativo y a aplicarse en las Salas Cunas de hospitales, fábricas y centros religiosos que recibían bebés, el Derecho a la educación aún no se instala del todo.

En la actualidad, si bien es cierto los bebés son oficialmente concebidos como tales, ya que el currículo nacional de Educación Parvularia del MINEDUC (las Bases Curriculares) lo considera así, ofreciendo aprendizajes y sugerencias para un trabajo pertinente con ellos, en la práctica las familias, instituciones y programas de atención, siguen muchas veces tratándolos como objetos y aplicando estructurados “manuales de estimulación”, que no dejan lugar a su “ser humano”. Incluso la televisión reduce a los bebés a “objetos” de consumo, perpetuando shows de carreras de biberones, por ejemplo, que evidencian que aún la mayoría del país no ha entendido que las guaguas son personas de respeto con todos los Derechos.

Al contrario, cada vez más destacados investigadores, como Alison Gopnik (El bebé filosófico, 2010), retoman la concepción del bebé como una persona que despliega su fantástica humanidad desde que nace, tema que la pedagogía planteó hace más de 300 años con Comenio y posteriormente con Pestalozzi y Froebel. De esta manera, se reconoce que a los bebés les interesa conocer desde que nacen, se asombran con las personas y con su propio descubrimiento como tales; explorando su medio y queriendo transformarlo de acuerdo a sus posibilidades.

Hoy está en marcha un programa de gobierno que pretende aumentar las Salas Cunas significativamente. Esperamos que los esfuerzos en instalar estos establecimientos dejen tiempos e inteligencias para preocuparse del tema de calidad que urge reinstalar, con todos los apoyos necesarios.

Los aprendizajes y experiencias sobre cómo favorecer una educación oportuna y pertinente desde el nacimiento, nos evidencian la necesidad de establecer cambios ahora. Es urgente e ineludible para un verdadero Chile, que vaya más allá de las estadísticas y cuantificaciones, como lo señaló la Presidenta Bachelet.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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