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Rechazo a HidroAysén: Una victoria de la organización territorial

Jaime Sáez
Por : Jaime Sáez Miembro de Revolución Democrática
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Tal como en el debate educacional, aquí durante un largo tiempo hemos sido víctimas del uso y abuso de una forma de entender la realidad, basada en las falacias del mercado, que adula la técnica y que desprecia el diálogo, que crea falsas dicotomías y que antepone el dinero al bien común. Algo tan propio de nuestro país, reducir la complejidad artificiosamente, negando que toda determinación que impacta en las personas es eminentemente política y que, por lo tanto, la técnica por sí sola es insuficiente si es que no considera el ejercicio de la democracia.


Que a los movimientos sociales les cuesta reconocer y celebrar sus victorias, es una constatación de la realidad. Que el movimiento social por una Patagonia Sin Represas logró un triunfo histórico es una verdad innegable. En efecto, tras años de lucha y movilización constante, finalmente el Comité de Ministros de Bachelet optó por sepultar el megaproyecto hidroeléctrico HidroAysén.

Dicho lo anterior, resulta interesante resaltar los triunfos de este complejo entramado de organizaciones y actores que con tenacidad, recursos (de todo tipo), ímpetu y una profunda convicción lograron torcerles la mano a dos gobiernos y a gigantescos intereses comerciales.

En primer lugar, esta es una victoria de los territorios, sí, fue el territorio el que se articuló en torno a una causa común; una idea de desarrollo distinta (más a escala humana), basada en la conservación de su patrimonio natural, sin negar el aprovechamiento de los recursos naturales, pero planteando dudas muy razonables. Chile necesita energía ¿para sustentar qué?, ¿energía para quienes?, ¿el valor actual es superior al costo de sacrificar ecosistemas únicos para las generaciones futuras?, ¿pueden los territorios deliberar y decidir sobre su propio desarrollo? Todas estas preguntas que luego se transformaron en acción política provienen de la articulación de actores. Primera victoria, la organización y participación para incidir en la toma de decisiones.

[cita]Tal como en el debate educacional, aquí durante un largo tiempo hemos sido víctimas del uso y abuso de una forma de entender la realidad, basada en las falacias del mercado, que adula la técnica y que desprecia el diálogo, que crea falsas dicotomías y que antepone el dinero al bien común. Algo tan propio de nuestro país, reducir la complejidad artificiosamente, negando que toda determinación que impacta en las personas es eminentemente política y que, por lo tanto, la técnica por sí sola es insuficiente si es que no considera el ejercicio de la democracia.[/cita]

A partir de la organización territorial, surge una segunda victoria que llamaré la concertación por la defensa del territorio. Esto guarda relación con la amplificación de una demanda capaz de mover el sentido común de la sociedad al punto de traspasar las fronteras locales, así la problemática socioambiental comenzó a ser un factor de unidad entre movimientos de distintas regiones desde el norte hasta el sur. Ejemplo de ello es la lucha por el acceso al agua en Petorca, la defensa de los ríos en Cochamó, la defensa de territorio ancestral amenazado en Neltume, por mencionar algunos casos emblemáticos. «Tu problema es mi problema». En síntesis esta coordinación/cooperación constituye rearticulación del tejido social, algo sumamente preciado en tiempos en que debatimos cambios estructurales, como la cuestión constituyente.

La tercera victoria que se gesta a partir de la oposición a HidroAysén tiene que ver con la demostración de que no basta con la representación política para que la autoridad defina de forma arbitraria temas de tal envergadura como la matriz energética. Gracias a este episodio, entendimos que la energía se vincula al modelo de desarrollo, y que en consecuencia se requiere de un rol activo de la ciudadanía para que, cualquiera sea el camino escogido, sintamos que nos pertenece para bien o para mal. Democratizar los «grandes temas del país» parece de toda lógica a partir de las experiencias vividas.

Finalmente, rescato una cuarta victoria, el triunfo de la política por sobre la crematística. Tal como en el debate educacional, aquí durante un largo tiempo hemos sido víctimas del uso y abuso de una forma de entender la realidad, basada en las falacias del mercado, que adula la técnica y que desprecia el diálogo, que crea falsas dicotomías y que antepone el dinero al bien común. Algo tan propio de nuestro país, reducir la complejidad artificiosamente, negando que toda determinación que impacta en las personas es eminentemente política y que, por lo tanto, la técnica por sí sola es insuficiente si es que no considera el ejercicio de la democracia.

Esa manera de hacer las cosas, al menos en este asunto, parece haber sido derrotada.

¡Enhorabuena!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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