Publicidad

Josefa Errázuriz y el progresismo cosmético

Francisco Mendez Bernales
Por : Francisco Mendez Bernales Periodista y analista político
Ver Más


La nueva normativa que establece el cierre de bares y botillerías en Providencia a las dos de la mañana, ha puesto en escena el tema de los derechos, pero sobre todo el de la libertad. De cómo construimos una sociedad responsable sin restringir las libertades de los ciudadanos que la conforman. Sobre todo en comunas como la señalada, en donde quienes viven en ella no son precisamente quienes más aportan a su desarrollo.

Pero tal vez lo que más llamó la atención al electorado “progre” fue que Josefa Errázuriz, la otrora salvadora de una Providencia sometida en el orden militar de Labbé, haya llevado a cabo esta iniciativa. Y es que, como siempre sucede en Chile, muchas veces se instalan ideas que no son ciertas, pero sin pensarlo las aceptamos como la verdad y hasta nos convencemos de ello.

Una de esas ideas era la de que Errázuriz era el progresismo entrando a una de las comunas más importantes de la capital de Chile, cuando lo cierto es que su gran hazaña -la que encuentro realmente valorable- fue haber ayudado a resolver un problema que aún no nos atrevemos a solucionar: correr democráticamente a funcionarios que estuvieron muy activos durante la dictadura. En este caso, al Coronel.

Pero no fue nada más allá, aunque muchos hicieron comerciales contándonos que habría una nueva manera de percibirse como comuna, en donde el orden no fuera lo primordial, porque siempre es un factor que castra a la ciudad. Sin embargo, Josefa llevó el orden incluso a un extremo que mata la esencia cultural de un país: acortar la diversión y las manifestaciones que construyen el espíritu de una ciudad. Todo esto demostrándonos que el hecho de que se fuera Labbé de la comuna, no tenía como fin primero hacer política, y cooperar con una sociedad que se fuera desprendiendo realmente de los enclaves autoritarios, sino que muchos se cansaron del “milico” no por querer hacer algo distinto en el lugar en donde viven, sino porque pasó de moda. Porque la élite se cansó de los militares, una vez que les ordenó el país y les dejó el escenario limpiecito.

Por esto es que resulta al menos cómico ver a un red set desilusionado de una alcaldesa que nunca tuvo un discurso resuelto o una idea clara de lo que quería hacer en la comuna. Un red set que esperó más democracia y más cultura en una comuna que fue transformada en un producto propio del Chile creado por Pinochet en los 90: uno en donde lo único que circula libre es el mercado y la idea de que la castración mental ha terminado. Una libertad a la medida, muchas veces conservadora y cínica.

Josefa es la continuidad de eso, pero sin uniforme. Es la demostración de que muchos de quienes dicen levantar banderas de cambios y de centroizquierda, se han convertido a la burguesía sin saberlo, sin darse cuenta de que lo que les molestaba -es decir, un ex uniformado que los hacía ver mal- lo remplazaron por una mujer que tuviera cierto estatus y que fuera más bien forma que fondo, ya que al parecer es lo que importa.

Y así, quienes botaron al milico con voz autoritaria y relacionado a la masacre de los setenta y ochenta en Chile, pudieron acostarse el día en que eligieron a Josefa, con una cara más feliz, con una sensación de democracia que es impagable, pero que solamente se queda en eso: en sensaciones.

Porque lo cierto es que hoy, no entienden nada. Les cambiaron a la señora progre que sonreía y que solamente movía la cabeza, por una que escucha a un grupito de vecinos que no entiende el lugar en el que viven. Le cambiaron la idea de una nueva Providencia, por una bien parecida a la anterior, y que incluso hace aún más evidente el privilegio del sueño de algunos, por la socialización de otros.

Es nuestro Chile. Ese donde todavía la forma se come al fondo, aunque la nueva forma tenga como contenido las mismas ideas que se pretenden cambiar. El día en que ese fondo sea realmente tomado por su peso, tal vez podremos tener un progresismo menos cosmético y más profundo. Pero veo que nos falta.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

Publicidad

Tendencias