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Vivimos en Ruta Crítica

Luis Zavieso
Por : Luis Zavieso Presidente Consejo Zonal Metropolitano Colegio de Ingenieros de Chile A.G.
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Desde las diversas especialidades de la ingeniería, podemos y debemos volver a mirar a las personas como objeto de nuestro principal interés, diagnosticar y desarrollar proyectos de inversión marginal, que les devuelvan la dignidad de la calidad de servicio a las personas, para que se transporten con seguridad y comodidad, vivan en barrios iluminados, verdes y confiables, para que los niños y niñas se eduquen en colegios de calidad, para que podamos recibir salud oportuna y apropiada.


La ingeniería es reconocida popularmente como la disciplina capaz de diseñar, construir o fabricar y muchas veces operar grandes obras que han sido fuente de progreso y bienestar para los seres humanos, a lo largo de la historia. No cabe duda de que los ingenieros no ostentamos un monopolio al respecto, compartiendo honores con variadas otras disciplinas de la ciencia, las artes, el pensamiento y la creación en múltiples expresiones de la creatividad humana.

Sin embargo, pareciera ser que en estos tiempos, por alguna razón, se nos ha escapado la escala humana del quehacer de la ingeniería y también de varias otras disciplinas.

Las largas épocas de escasez a lo largo de la historia de la humanidad, pusieron siempre las necesidades en el primer lugar del interés de quienes por diversas circunstancias se hicieron cargo de satisfacerlas. Es así que los grandes saltos cuánticos de producción y de irrupción tecnológica, desde la Revolución Industrial, se concentraron en aumentar todas las capacidades humanas de producción: hacer más, ir más lejos y más rápido, transformar física y químicamente los elementos hasta las profundidades del átomo y luego de las partículas. Pero ¿para qué todo este esfuerzo?

[cita] Desde las diversas especialidades de la ingeniería, podemos y debemos volver a mirar a las personas como objeto de nuestro principal interés, diagnosticar y desarrollar proyectos de inversión marginal, que les devuelvan la dignidad de la calidad de servicio a las personas, para que se transporten con seguridad y comodidad, vivan en barrios iluminados, verdes y confiables, para que los niños y niñas se eduquen en colegios de calidad, para que podamos recibir salud oportuna y apropiada. [/cita]

Más allá de las razones ideológicas de cualquiera de los sistemas políticos dominantes en los últimos 200 años, un sentir común de todos ellos ha sido el mejorar las condiciones de vida de las personas, dotándolas de bienes y servicios que se hagan cargo de cubrir sus carencias, desde las básicas para todos, hasta las más complejas y sofisticadas para algunos.

¿Qué nos está pasando? Las personas, en una buena parte de la población, han resuelto sus carencias básicas de alimentación, casa, vestuario y han expandido su vida en la cultura, la entretención y la vida en sociedad. Sin embargo, los proveedores de bienes y servicios, públicos y privados, parecen haber perdido de vista a las personas como objeto y sentido de su quehacer y se mantienen enfocados en lo que hacen y cuanto ello renta en el corto plazo.

Vivimos en Ruta Crítica, cuando todo está restringido a la solución única e inevitable. Si tenemos dos pistas en el Aeropuerto Internacional de Santiago, ¿por qué sólo una está equipada para aterrizajes de poca visibilidad? ¿Por qué si tengo una alimentación crítica de energía para las tres líneas de alto tráfico del Metro, no tengo un circuito stand-by que pueda reponer en breves minutos? ¿Por qué dejamos los cajeros sin plata y no fomentamos el uso del dinero plástico y evitamos el atractivo del robo? ¿Por qué cada centro de atención de salud crea sus propias fichas e historial de atención, cuando el sujeto de atención es el paciente? ¿Por qué los certificados de nacimiento y fallecimiento tienen fecha de vencimiento? ¿Por qué el Hospital de Maipú y el Centro de Justicia se construyen sin aire acondicionado y luego pasan meses o años sin operar?

¿Por qué un auto detenido en una autopista genera un taco de kilómetros y los vehículos de emergencia no tienen libre paso?

Porque vivimos en Ruta Crítica, no nos damos holguras, porque ello atenta contra la rentabilidad de corto plazo, porque las consecuencias sobre las personas en términos de rabia, tiempo perdido, deterioro de productividad parecen no importarle a los que evalúan y diseñan aquello que nos involucra cotidianamente a todos.

Desde las diversas especialidades de la ingeniería, podemos y debemos volver a mirar a las personas como objeto de nuestro principal interés, diagnosticar y desarrollar proyectos de inversión marginal, que les devuelvan la dignidad de la calidad de servicio a las personas, para que se transporten con seguridad y comodidad, vivan en barrios iluminados, verdes y confiables, para que los niños y niñas se eduquen en colegios de calidad, para que podamos recibir salud oportuna y apropiada.

No vamos a resolver todos los problemas, pero queremos levantar una mirada de futuro, más allá del horizonte, e invitar a todos a trabajar en las pequeñas cosas, a escala humana, que nos harán mejorar nuestra propia vida y las de todos los que compartimos este tiempo y este espacio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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