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Alicia, Humpty y el aborto

El punto es que si realmente consideramos la vida humana sagrada, entonces ha llegado el momento que nuestros legisladores aborden el problema asumiendo que cada quien tiene la autoritas de llamar a lo que se está gestando como crea oportuno. Pues, lo que está claro –espero–  es que gran parte de la población está de acuerdo que mientras más vidas humanas se salven ¡mejor!- Y si para salvar más vidas humanas debemos prescindir de proyectos celulares de vidas humanas, amén.


Seamos sinceros: ¡El aborto es un acto espantoso, despreciable y desagradable! ¡Horrible! Perfectamente evitable si en soledad se es responsable de no ser cauteloso en la fogosidad de un encuentro amoroso. Eso sí, no por ser horrible es un acto inhumano, ni mucho menos “hábito de asesinos”. ¡Hay que tener cuidado! Se aconseja oír bien los discursos y percatarse de aquellos donde los imperativos se presentan como razones caídas del cielo. Pues suele darse que quienes los profieren dominan el truco de la transustanciación, como transustanciar el vino en sangre y el pan en carne, por ejemplo. Por desgracia, cuando tales discursos son escuchados por oídos descriteriados (sin criterios de facto), suelen concretarse los engaños: hacer creer que la ciencia tiene la respuesta de cuándo llamar humano al proyecto celular de ser humano.

–        […]

–        Y sólo un día para recibir regalos de cumpleaños, ya sabes. ¡Te has cubierto de gloria! –Dijo Humpty a Alicia.

–        No sé qué quiere decir con eso de gloria –Respondió Alicia. Humpty sonrió con sorna.

–        ¡Pues claro que no lo sabrás hasta que yo te lo explique! ¡Quiero decir que mi argumentación es incontestable!

–        Pero gloria no quiere decir argumentación incontestable –objetó Alicia.

–        Cuando yo utilizo una palabra –replicó Humpty–, ésta significa lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.

–        La cuestión es –prosiguió Alicia–, si puedes hacer que las palabras signifiquen cosas diferentes.

–         La cuestión es –dijo Humpty– saber quién manda, eso es todo.

[cita] El punto es que si realmente consideramos la vida humana sagrada, entonces ha llegado el momento que nuestros legisladores aborden el problema asumiendo que cada quien tiene la autoritas de llamar a lo que se está gestando como crea oportuno. Pues, lo que está claro –espero–  es que gran parte de la población está de acuerdo que mientras más vidas humanas se salven ¡mejor!- Y si para salvar más vidas humanas debemos prescindir de proyectos celulares de vidas humanas, amén. [/cita]

Es evidente que el problema del aborto no es un problema científico, sino que lingüístico. Pues, desde un punto de vista biológico, el desarrollo prenatal no cambiará si llamamos humano al feto al sexto mes o al segundo, por ejemplo. De hecho, siendo objetivos, el debate trata sobre un tema de nomenclatura. La pregunta a responder es ¿cuándo llamamos humano al proyecto de ser humano? Sin esta respuesta, no podemos definir si aquello que se está gestando está sujeto a derecho o no.

En este sentido, puede que los ciudadanos de este país ya seamos lo suficientemente reflexivos –y estemos lo necesariamente instruidos- para que cada madre y padre llame humano  o conjunto de células a lo que se gesta dentro de ese vientre materno en función a sus propios criterios. Pues, quién más que ellos pueden mandar  sobre sus vidas, ¿Dios…?- Si esa es la respuesta a la pregunta, entonces muchos –y me incluyo– serían hijos del lucero y se rebelarían, con orgullo, como Camus y el caído, si cualquier legislación se fundará en tales principios.

Llegados a este punto cabe insistir. El aborto es horrible, y lo es, sencillamente, porque someterse a este acto puede resultar traumático y, en algunos casos -sobre todo quirúrgicos del S.XIX o XX o abortos clandestinos actuales- ¡mortales! Precisamente por esto se debe legalizar el aborto y no simplemente ‘despenalizarlo’. Aunque más oportuno sería ¡evitarlos! Incentivando la responsabilidad sexual, el uso de condón y otros anticonceptivos entre la población. Por cierto, ¿qué hace la iglesia para evitarlos? Bueno, según cómo se mire, también es lícito, mientras no se imponga a todos, impedir a los adolescentes masturbarse y que no tengan relaciones sexuales hasta que estén casados, pero creo que tal disciplina sólo puede ser correspondida por algunos espíritus elegidos. En fin… cada uno sabe cómo le aprieta el zapato y qué hacer al respecto.

El punto es que si realmente consideramos la vida humana sagrada, entonces ha llegado el momento que nuestros legisladores aborden el problema asumiendo que cada quien tiene la autoritas de llamar a lo que se está gestando como crea oportuno. Pues, lo que está claro –espero–  es que gran parte de la población está de acuerdo que mientras más vidas humanas se salven ¡mejor!- Y si para salvar más vidas humanas debemos prescindir de proyectos celulares de vidas humanas, amén. Y si queremos salvar proyectos de vidas humanas no poniendo en riesgo a vidas humanas, amén también. Lo que no debería suceder, en ningún caso, es que se salven proyectos de vidas humanas a costa de vidas humanas.

¿Está usted en desacuerdo con esto?

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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