Censura al Teólogo Costadoat: otro golpe anticristiano
Algo huele muy mal en nuestra Iglesia, o más precisamente en el vértice de poder que es el Nuncio con el Cardenal. No sigan con la represión y que no impidan al padre Costadoat enseñar el mensaje en la UC, que vaya que necesita una voz que hable de comunidades del no-poder.
Se ha silenciado al teólogo jesuita Jorge Costadoat a quien Monseñor Ezzati le quitó el permiso para enseñar teología, como en los peores tiempos de la intervención militar-gremialista en la UC, que incluyó la represión de Ronaldo Muñoz (entre otros) y la sanción de cien seminaristas y monjas por firmar una carta en favor de los DD.HH. en 1980.
Monseñor Ezzati y el Sr. Nuncio vienen sumando gestos y palabras incomprensibles ante la apertura que propicia el Papa Francisco. Hace pocos meses se iniciaban “expedientes” contra el cura obrero Mariano Puga, con el defensor de los DD.HH. José Aldunate y porque Periodismo de la UAH premió un reportaje que problematizaba un caso de eutanasia.
Hay un elemento común en dos escándalos que sacuden a la Iglesia: dañar a comunidades y a sacerdotes que propician la vivificación de la Iglesia desde abajo, con policentralidad, diálogo y apertura a los signos de los tiempos.
La imposición de un Obispo en Osorno generó un legítimo rechazo de la mayoría de la Iglesia local, la cual tuvo entre sus pastores previos al sacerdote rancagüino Miguel Cavieres, párroco de Pichidegua, quien con su sencillo manual sobre la CEBs (Comunidades Cristianas de Base), nos educó a miles en los 70 y 80 en que el poder es de la comunidad y de la palabra, en una eclesiología sana, donde el sacerdote es un testigo y no el centro, deplorando la verticalidad y la “curocracia”, dando poder a monjas, laicas, diáconos, agentes pastorales, catequistas, pastorales juveniles y sociales. Iglesia encarnada y fraterna, abierta a su diversidad. Luego estuvo en Osorno el Obispo Alejandro Goic, quien también es un animador de decanatos y poder laical como esencia de una Iglesia que no tiene amos.
[cita] Algo huele muy mal en nuestra Iglesia, o más precisamente en el vértice de poder que es el Nuncio con el Cardenal. No sigan con la represión y que no impidan al padre Costadoat enseñar el mensaje en la UC, que vaya que necesita una voz que hable de comunidades del no-poder.[/cita]
Jorge Costadoat ha venido escribiendo algo que muchos compartimos: la cuestión no es sólo de gestos de compromiso social, sencillez, firmeza con los pedófilos y bondad. La Iglesia necesita apertura y reformas, se requiere más colegiatura, diálogo, poder laical y comunitario, la subversiva policentralidad de la eclesiología del jesuita sabio. Esas ideas son antiguas –basta leer las cartas de San Pablo a las comunidades cristianas del inicio– o la labor del obispo reformista chileno Manuel Larraín, que propugnó la creación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, CELAM, en los 50, adelantándose al Concilio Vaticano II. Esas corrientes en favor de empoderar y dar voces a otros en la Iglesia Universal generaron pavor con la tesis doctoral de Leonardo Boff, Iglesia: Carisma y Poder, en la cual el teólogo de la liberación brasileño deploraba la hipercentralización y romanización en el Vaticano. El Cristo en su Pentecostés es una metáfora de ir a todos los pueblos y respetar sus lenguas y cultura con la buena nueva del amor al prójimo sin miedo.
Algo huele muy mal en nuestra Iglesia, o más precisamente en el vértice de poder que es el Nuncio con el Cardenal. No sigan con la represión y que no impidan al padre Costadoat enseñar el mensaje en la UC, que vaya que necesita una voz que hable de comunidades del no-poder.
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