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Yarmouk, lo inhumano: el infierno de los refugiados palestinos en Siria

Giovanna Flores Medina
Por : Giovanna Flores Medina Consultora en temas de derecho humanitario y seguridad alimentaria, miembro de AChEI (Asociación chilena de especialistas internacionales).
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Mientras el gobierno tiránico hace gala de su victoria, con un presidente que sonríe y encanta audiencias, los yidahistas insisten en su depuración religiosa y en el sueño del califato de los mil años con una vocación cinematográfica propia de Hollywood.


Un lustro de Guerra civil en Siria y, de todos los frentes, Yarmouk, por estos días, es el que con mayor drama escenifica el averno y la inhumanidad instalados por quienes desprecian los derechos humanos. A cinco kilómetros de Damasco, la ciudad es un histórico campo de refugiados palestinos con 18 mil habitantes devastados por la inoperancia de la responsabilidad internacional de proteger, y los horrores: antes fueron víctimas de la represión de Al Assad en contra de los rebeldes; y ahora, padecen la crueldad de Estado Islámico y su régimen de terror.

La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos ha sido clara ante la inacción del Consejo de Seguridad y la imposibilidad de perseguir ipso facto las responsabilidades ante la Corte Penal Internacional, pues Yarmouk ha devenido en un caso emblemático para África.

En sólo dos semanas ha consolidado otro modelo de guerra, que es la del control de la economía ilícita de la yihad y el mercado terrorista. La primavera árabe ha muerto a manos de una compleja estructura mercantil basada en un largo listado de crímenes de guerra y de lesa humanidad que incluye, entre otros, el tráfico y trata de personas, el comercio de órganos, el narcotráfico y el tráfico de sustancias químicas y de armas peligrosas. Todo esto bajo una propaganda difundida en las redes de internet, donde ambos bandos son férreos exponentes de la ideología del triunfo de la voluntad, pero adaptado al Medio Oriente.

Mientras el gobierno tiránico hace gala de su victoria, con un presidente que sonríe y encanta audiencias, los yidahistas insisten en su depuración religiosa y en el sueño del califato de los mil años con una vocación cinematográfica propia de Hollywood.

Los más de 200 mil muertos, los tres millones de desplazados y el medio millón de niños huérfanos, son el triste balance de una guerra que cambia de cariz en la impunidad más inhumana que se haya visto en los 70 años de existencia de la ONU. Allí, Chile se ha sumado a las denuncias, pero sin tomar definiciones sobre la legitimidad de la responsabilidad internacional de proteger y el deber de intervenir. Una discusión que parece lejana, aunque determinante para nuestro rol en la Justicia Internacional.

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