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Barreras de lo posible

Jean Masoliver Aguirre
Por : Jean Masoliver Aguirre Cientista político
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La Presidenta habló de «realismo sin renuncia», término que fue considerado como una derrota de las fuerzas populistas del Gobierno de turno y un alivio para quienes piensan que la política es un espacio de desenvolvimiento humano en el que hay que actuar con responsabilidad y cautela. Recientemente, el ministro de Energía, Máximo Pacheco, manifestó, no sin pesar, que «la campaña presidencial que tuvimos corrió la barrera de lo posible», intentando culpar a una especie de delirio propagandístico donde la captura de votos es más importante que la capacidad de responder a lo que se promete.

[cita] Las «barreras de lo posible» son una demostración de que los gobernantes no pueden hacer lo que les da la gana. Son el cortafuego que evita que suframos las consecuencias de un mal Gobierno. Son un llamado de atención para aquellos que actúan con la fatal arrogancia de que creen que pueden hacerlo todo y modificar la realidad a su gusto, creyendo que su solución es la panacea. En estos momentos de convulsión, más que nunca, cuidémonos de ellos, protejámonos detrás de las barreras de lo posible. [/cita]

¿Qué es la «barrera de lo posible»? Es un límite a los deseos de un Ggobierno por actuar de determinada manera. La «barrera de lo posible» es la rendición de cuentas que tiene que hacer cada organismo público o la Contraloría o los expertos del Banco Central, límites institucionales para controlar la acción irresponsable de los gobiernos. Sin embargo, dejando al margen los límites institucionales —puesto que pueden ser modificados por el mismo Gobierno, basta que tengan la mayoría suficiente— podríamos encontrar tres «barreras de lo posible»:

  1. Demandas ciudadanas. Las medidas impopulares son una limitación al actuar del Gobierno. Muchas veces, lo que demanda la ciudadanía y lo que hace el Gobierno para responder a la demanda son actos consecuentes, esto es, lo que hace el Gobierno justamente busca solucionar el problema por el que la ciudadanía reclama, pero, en general, los efectos de la acción gubernamental son nocivos para ella. Por ejemplo, aumentar el gasto público conlleva al aumento de la deuda pública, la inflación y el desempleo, tres factores que causan daño al país.
  2. Realismo fiscal. La recaudación que el Estado hace vía confiscación impositiva es un límite a lo que puede hacer el Gobierno. Si no hay dinero, tendrá que ajustarse el cinturón. Algo así pasa actualmente: había un ambicioso plan de reformas que no pudo instalarse porque simplemente no hay dinero suficiente.
  3. Presiones de actores relevantes. El Gobierno está horquillado por diversos grupos de presión. Clubes tales como gremios, sindicatos, partidos políticos u ONG que, siguiendo un afán utilitarista, no dudan de utilizar sus plataformas mediáticas y movimentales para exhortar al Gobierno a romper el pacto que tiene de no intervenir en la vida de los ciudadanos. Grupos que llaman a nacionalizar algún recurso natural, a estatizar cierta universidad privada o a asegurar la gratuidad de cierto bien o servicio son ejemplos de esto.

Las «barreras de lo posible» son positivas. Son limitadoras del horizonte de éxito de medidas populistas y liberticidas. Un liberticida podría reconocer las mismas barreras pero narrando sus efectos de modo tal de destacar la ilusa idea de que estas barreras causan daño a las pretensiones ciudadanas de vivir mejor. Craso error. Jackson y Vallejo son ejemplos. Para ellos, la barrera de lo posible es un karma, el sino cruel de los bienaventurados personeros de Gobierno. Todo eso es una manifestación del ego de los gobernantes.

Las «barreras de lo posible» son una demostración de que los gobernantes no pueden hacer lo que les da la gana. Son el cortafuego que evita que suframos las consecuencias de un mal Gobierno. Son un llamado de atención para aquellos que actúan con la fatal arrogancia de que creen que pueden hacerlo todo y modificar la realidad a su gusto, creyendo que su solución es la panacea. En estos momentos de convulsión, más que nunca, cuidémonos de ellos, protejámonos detrás de las barreras de lo posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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