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Las preguntas que sin duda se habría hecho Bernardo Leighton sobre la situación política actual

Rafael Moreno Rojas
Por : Rafael Moreno Rojas Ex senador DC. Miembro del directorio de la Corporación Educacional Bernardo Leighton.
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«Cómo no sentir vergüenza al constatar que personas que han recibido el respaldo ciudadano o han asumido cargos de responsabilidad pública, han caído en situaciones que ya no solo atropellan los valores éticos mínimos, sino que incluso han traspasado la barrera de lo estético. Recurrir a artimañas para esconder graves evasiones de los responsabilidades de cada uno, dejarse sobornar, aduciendo el argumento de que se recibían las prebendas para pagar supuestos servicios nunca prestados, son algunas de las muestras de estos torcidos procedimientos».


* Dentro de pocos días, al término de esta misma semana, se cumplirán 106 años desde el nacimiento de Bernardo Leighton; en esta ocasión la Corporación Educacional que lleva su nombre, junto con agradecer y reconocer los aportes de nuestro amigo José de Gregorio, nos hemos reunido para no solo recordar su figura, rememorar sus ideas y valores, mantener viva su memoria y su legado, sino que para también hacernos algunas preguntas que sin duda las habría formulado Bernardo Leighton de estar presente entre nosotros. Su primera interrogante habría sido ¿qué está ocurriendo en nuestro país?, ¿cuáles son los valores que inspiran lo que ocurre en el presente?, y ¿cuáles son los métodos que se están empleando en nuestra vida pública y privada para conseguir determinados objetivos? Lo que ocurre entre nosotros hoy en día, es la pérdida o grave confusión de los valores en los que se funda nuestra realidad política y económica actual, alterando gravemente lo que han sido los principios éticos en los que se fundó la vida de Bernardo Leighton, y la de miles de chilenas y chilenos, que han compartido y comparten hoy en día valores que se basan en principios concordantes con una moral pública y privada que se ajuste a valores éticos.

Cómo no sentir vergüenza al constatar que personas que han recibido el respaldo ciudadano o han asumido cargos de responsabilidad pública, han caído en situaciones que ya no solo atropellan los valores éticos mínimos, sino que incluso han traspasado la barrera de lo estético. Recurrir a artimañas para esconder graves evasiones de los responsabilidades de cada uno, dejarse sobornar, aduciendo el argumento de que se recibían las prebendas para pagar supuestos servicios nunca prestados, son algunas de las muestras de estos torcidos procedimientos.

¿Es esto compatible con lo que Bernardo Leighton y tantos otros, han defendido y luchado en sus vidas? Cuando una sociedad comienza gradualmente a descomponerse, lo que primero surge es el argumento de que las instituciones no funcionan,- se comienza a cuestionar la legitimidad de lo que se realiza-, -se recurre al argumento, de que la abrumadora mayoría de la población se ha abstenido masivamente de ejercer su opinión cuando ha sido requerida de hacerlo democráticamente-, y que por lo tanto no existe una representación legítima de las decisiones que se adoptan por las autoridades, cuando los mismos que hoy argumentan ello, unido a la falta de visión de quienes no se dieron cuenta en su momento, de que separar los derechos de las obligaciones en los que deben cumplir con sus deberes cívicos era un tremendo error, y que ello pavimentaba gradualmente el camino de los que nunca han creído que la democracia es la norma más civilizada de avanzar en nuestra sociedad, y que cuando las decisiones que toma un gobierno democrático no tienen lo que ellos discuten como legitimidad, se abre el camino para que los autoritarismos y las dictaduras intenten reemplazar el sistema que no está funcionado.

¿Qué diría Leighton ante esta larvada, pero existente amenaza sobre nuestra estabilidad democrática?, ¿Qué diría cuando parlamentarios y otros altos funcionarios se aferran a sus cargos, no obstante haber violado las normas mínimas de la probidad?

No nos cabe duda que los valores que defendió incluso con sacrificios enormes a lo largo de toda una vida, lo llevarían a alzar su voz con fuerza, para pedir que se rectifiquen estas conductas y se retorne a un clima en el que las actuaciones sean coherentes con los valores que inspiran una sociedad que se precia de no ser corrupta y, llamaría vehementemente a no dejarse avasallar por la ligereza de las conductas de unos pocos. Si hay algo que distingue a Bernardo Leighton, es haber demostrado que la ética y la coherencia de sus actuaciones conforme a dichos valores, fueron la norma de su vida.

Hoy día debemos reaccionar y enfrentarnos a esta manera tan peligrosa de organizar nuestra vida ciudadana. No aceptamos la corrupción como norma de funcionamiento de nuestras instituciones. No aceptamos que bajo el argumento de que los tiempos son distintos al pasado, se instale entre nosotros un populismo, que de progresista tiene poco a nada, ya que las contradicciones en que caen sus defensores rayan muchas veces en el ridículo público, ya que no vacilan en dejarse financiar por aquellos que serían los primeros afectados por sus decisiones, si se les permitiese ejecutarlas.

Ejemplos como la autorización de producir domésticamente sustancias dañinas para la salud en forma generalizada, así como abrir indiscriminadamente la puerta a la eliminación de la vida seres indefensos, son atropellos a valores que no pueden dejarse de lado. Hoy se debate si es necesaria una nueva Constitución Política para nuestro país, sin duda alguna Bernardo Leighton habría dicho que estaría abierto a estudiar el tema. Para ello, lo primero es definir cuáles son los temas de fondo que deben ser abordados. Si lo que se requiere es una sustitución completa del texto constitucional, deberá, antes de aceptarse ello, presentarse el texto alternativo para sustituir el actual.

Si en vez de ello, se desean sustituir elementos claves, entre ellos, los altos quórums de los dos tercios o los cuatro séptimos hoy existentes, tanto para modificar algunos aspectos de la constitución, o las leyes dictadas durante la dictadura con un rango constitucional, para bloquear las posibilidades de modificación de ellas, así como atribuciones del Tribunal Constitucional, no tenemos dudas en apoyar los cambios que sean indispensables y necesarios de realizar en la actual constitución. La forma de hacerlo, es otro tema a considerar.

Existen diversas opciones que se han presentado al debate público, las principales son , seguir el camino institucional actualmente vigente, cual es, introducir las reformas por la vía establecida actualmente en la constitución, lo que significa, que sea el parlamento , el que después de oír a lospersonas e instituciones que desean expresar opiniones y sugerencias respecto de los puntos que les interese modificar, se someta a votación las propuestas de reformas, en ambas ramas del parlamento y posteriormente, de ser aprobadas, ellas sean ratificadas por un Congreso Pleno integrado por la totalidad de los senadores y diputados en ejercicio .

La objeción que se hace a este camino, es que con la actual composición del parlamento, la oposición a modificar algún aspecto fundamental está amparada por el número de parlamentarios elegidos bajo el sistema binominal y los quórums ya señalados, los que son muy difíciles de lograr.Otra propuesta es generar una Asamblea Constituyente para dictar una nueva constitución. Para que ella funcione, debe precisarse como elegirla, cuál sería su conformación, los plazos de funcionamiento y los quórums que se requerirían para aprobar los distintos artículos y capítulos de una nueva constitución. Pero uno de los aspectos más importantes es definir como se convoca dicha Asamblea Constituyente.

Sin definir claramente dicho procedimiento, y sin conocer qué temas específicamente deben tratarse, ello será fácilmente utilizado por quienes buscan deslegitimizar la institucionalidad actual, y probablemente sin desearlo por parte de quienes postulan este método, abrirle camino a quienes desean retornar a regímenes autoritarios.

Nunca nos hemos opuesto a cambios de fondo necesarios en nuestra vida institucional, y Bernardo Leighton como Ministro del Interior del Presidente Eduardo Frei Montalva, junto Pedro Jesús Rodríguez Ministro de Justicia, Francisco Cumplido, el profesor de Derecho Constitucional Alejandro SilvaBascuñán, apoyaron decididamente la reforma constitucional propuesta para modificar el sistema de propiedad , la que fue abrumadoramente aprobada por el parlamento en 1967, para posibilitar la realización de la reforma agraria en Chile. Por lo que nadie puede desconocer esta realidad, e imputarle a quienes seguimos el pensamiento de Bernardo Leihgton, una posición contraria a los cambios bien hechos.

Entre estas dos alternativas mayores, han surgido algunas propuestas para generar una Asamblea Constituyente que nacida de la aprobación del parlamento, ya sea el actual, o el que debe elegirse a fines del año 2017, pudiese funcionar como alternativa a este, en el proceso de dictar una nueva constitución. Este y otros aspectos relacionados, deberán ser resueltos en una etapa próxima. Es crucial, la forma como esto se realice, ya que hoy, este Parlamento en el que nos encontramos, del que Bernardo Leighton y tantos otros hombres y mujeres ilustres formaron parte, debe imperiosamente recuperar su rol y recobrar su respetabilidad ante la opinión pública chilena. En él se encuentra gente honesta y verdaderamente limpia, y no es posible que por culpa de unos pocos, se tenga que vivir bajo la afrenta de ser denostado por solo el hecho de ser parlamentario o un “político”, como se dice peyorativamente hoy en día. Si en algo se distinguió Bernardo Leighton, fue en no tener jamás temor a denunciar lo que no era justo y correcto, a renunciar a cargos de Ministro de Estado cuando se atropellaban los principios básicos de su conciencia, en defender los derechos humanos sin distinciones políticas o sociales de los afectados, en denunciar sin ambages la dictadura que se había entronizado entre nosotros, en ser leal con los valores de un cristianismo social profundamente arraigado en su persona, el que lo llevó hasta el perdonar a quienes intentaron asesinarlo a él y a su esposa Anita Fresno.

Es por ello, que hoy día, inspirados en su ejemplo, en los valores que él defendió a lo largo de toda su existencia, debemos tomar su fuerza y su valentía, para que cada uno de nosotros sostenga que la ética y la coherencia con que el existió, debe ser reforzadas entre nosotros en los días actuales. Solo con ejemplos como el de Bernardo Leighton, podremos hacer de nuestra patria un mejor lugar para vivir con democracia, justicia y dignidad.

 

* Discurso pronunciado el lunes 10 de agosto en el ex Congreso Nacional por la conmemoración del 106° natalicio de Bernardo Leighton.

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