Senado regionalista y Zaldívar por plebiscito
Un bálsamo de Utopía, el no lugar, la isla imposible de la vida perfecta que llevó a Tomás Moro al matadero, pero resonó real en la sala de los presidentes del mismísimo Senado de la República. De los cinco senadores, cuatro contra una abstención anunciaron que aprobarán la elección de intendentes y sin la mañosa figura de un gobernador regional obnubilándolo.
Seré preciso. Lunes 19 de agosto del año 2015, 5, 40 p.m., el senador Andrés Zaldívar dice que hay que votar y comparte mi crítica a la pirinola –eso de darse vueltas hablando de descentralización sin hacer nada–. Pero el senador va más lejos, recuerda que en sus años de tribuno por Santiago ya era partidario de elegir a los intendentes y arrancar del siglo XIX, y le manda un mensaje al Gobierno presente en la figura del Subdere, Ricardo Cifuentes: «Si votamos de una vez a favor de elegir al Intendente y cuestionamos aspectos del proyecto, porque el Senado es libre en lo constitucional (como dijo previamente con firmeza el senador R. Quinteros, socialista de Puerto Montt), nos vamos al pleno del Senado y si logramos los quórums necesarios, obligamos al Gobierno a presentar veto, y si no estamos de acuerdo con el Gobierno con eso de imponer un gobernador regional, obligamos a un plebiscito».
Notable, la vía insititucional para obligar a un plebiscito en una pugna refundacional o reconstituyente clave para el país. Siete veces Andrés Zaldívar… pero lo queremos ver votando y haciendo historia con coherencia aquí y ahora. No más corruptela programática, la DC firmó con RN en favor de elegir intendentes y avanzar al semipresidencialismo, pero siempre se corren. Merkel les mandó hace tiempo el recado en favor del federalismo y el Papa Pío XII les recuerda la Encíclica Cuadragésimo Año, en favor de los gobiernos intermedios autónomos en contra del totalitarismo centralista… pronto Chile se unirá a Corea del Norte y el ISIS como los únicos países sin dejar al pobre pueblo provinciano sin potestad de elegir su ejecutivo regional.
[cita] Pero Zaldívar se robó la película y acertó: si hay voluntad sincera no hay excusas y se puede llegar al plebisicito si el Ejecutivo no pone urgencia y mejora el proyecto, plebiscito establecido en la Constitución del 80, como él lo recordó lapidario: «El único poder real que nos dejó». [/cita]
Se esperaba el voto favorable de Horvath, el centroderechista federalista y verde, así como le vehemencia y consistencia de Rabin Quinteros, el socialista regionalista primera mayoría nacional. Eran esperables las mil razones para dudar de la senadora de la UDI, Ena Von Baer –hay atrocidades y omisiones lesivas en el proyecto del Gobierno, pero subsanables si la Comisión de Interior del Senado vota y se pronuncia–, y se esperaba el «extremismo de centro» de Zaldívar y Alberto Espina. Pero nada de eclecticismo banal.
Espina, como nos lo prometió en su viaje contra la delincuencia por Rancagua (donde le hablamos de los «patos malos del Congreso» que no cumplen sus promesas programáticas), anunció que llamaría a votar en los días del porvenir (esperamos antes de la primavera), que sometería a votación la cosa aquella que se espera hace 185 tras la dictadura centralista, tras Lircay en 1830 que expropió a la «asamblea provincial» (y uso el expropiar, porque la derecha cree mucho en el derecho a propiedad, y los que habitan el territorio, en toda democracia que se precie de tal, tienen derechos a elegir a sus gobernantes locales y regionales). A la elocuencia de Espina, secundado por la regionalista diputada antofagastina de RN, Paulina Núñez (de armas a tomar), y el mesurado/decidido temuquense Germán Becker.
Espina casi le ganó en palabras a Zaldívar. Dijo: «Sin audacia no hay avance en el país». Él vive la pobreza de Malleco, los intendentes que tiritan ante Santiago, la falta de poder en su región para negociar la paz verdadera con los mapuches –como los antiguos parlamentos del 1800 antes de la república oligárquica y centralista del nacionalismo homogeneizador con territorios eunucos–.
Pero Zaldívar se robó la película y acertó: si hay voluntad sincera no hay excusas y se puede llegar al plebisicito si el Ejecutivo no pone urgencia y mejora el proyecto, plebiscito establecido en la Constitución del 80, como él lo recordó lapidario: «El único poder real que nos dejó».
El problemilla con el proyecto del Gobierno no es menor: al Intendente que solo «administra» le ponen un gobernador regional que «gobierna», sin un espacio legal concreto para resolver diferencias de competencias entre gobierno regional y nacional. Esto último no es trivial. Pronto ahondaremos, como una sola muestra de la brutalidad de la dictadura centralista que opaca a Chile, el fallo de la Contraloría en contra del intento de dos municipalidades del austro –Coyhaique y Natales– de prohibir el uso de bolsas de plástico como ocurre en Argentina y en cientos de poderes locales verdes en el mundo. A eso sumamos lo que ya hemos vivido como naturalización del mal: Gobiernos regionales sin reglamentos propios en vivienda para mejorar calefacción y usar la madera (Bío-Bío/Aysén), sin poder endeudarse para megaproyectos con túneles internacionales (Coquimbo y O’ Higgins), ni tren al sur (Los Ríos/Los Lagos), sin potestad en el agua (el norte), sin gobierno metropolitano (Santiago), etc., siete veces etc.
No lloremos por ustedes regiones. A movilizarse y estar atentos a la votación del Senado. Si Zaldívar y la Nueva Mayoría más Horvath/Espina cumplen, tendremos reforma regional o plebiscito, esta es reforma, nada de reformitas del tate quieto. Votación o plebiscito: Ven-Seremos o marcharemos del norte a sur con el nombre de los mentirosos al fin del mundo.
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