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… El mar de Chile está enfermo

Patricio Manns
Por : Patricio Manns escritor y embajador de Buena Voluntad de Nuestro Océano Valparaíso.
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Batiendo el corazón entre las sardinas, enlazado por pulpos indoloros, remecido por vientos estelares que venían de lejos, el mar de Chile me parecía un espejo de superficie alborotada que hacía retroceder los acantilados del mundo.  No pocos de estos acantilados fueron a parar de espaldas sobre la Cordillera de los Andes a causa del mar. El mar estuvo bamboleándose en los desiertos del norte de Chile, hace algunos millones de años. Se ha encontrado restos de cocodrilos marinos en la precordillera antofagastina. Hay conchales multimilenarios muy al interior de las costas chilenas. Naturalmente también en otras cordilleras distantes.

Cuando hablo del mar de Chile, hablo en realidad de todos los mares de la tierra, porque todos los mares no son sino uno, están ligados por lazos terrestres y lazos subterráneos. Si hundo mi pie en la marina de Magallanes, por ejemplo, siento en mi pie el agua del Golfo de Vizcaya, el agua por donde salen las materias del Comptoir de Chandernagor, en la India, el agua petrolífera del Golfo de México o, tal vez, el agua caliente de las costas africanas. El mar es un asunto de agua que se acostó sobre la tierra esparciéndose entre montañas y arenales.     Conocí a más de alguno que me preguntó  un día:

–¿El mar se parece a qué?

He aquí un  hombre que nunca ha visto el mar. Pero en algunos puntos de Chile el mar está solo a 90 kilómetros de la Cordillera, en un lugar llamado Angostura, al sur de Santiago. Podríamos decir que parándonos en un sitio alto, desde allí veríamos claramente el mar.

[cita] Las ciudades arrojan toneladas de mierda a los ríos que van a dar a la mar. El hombre no ve la agonía del mar, no quiere comprender la tragedia que significará para el hombre la muerte de los mares. Porque todos los mares son el mismo mar. El agua es fuente de vida. El hombre busca desesperadamente la posibilidad de un mar en las estrellas. Pero solo en esta estrella el mar refulge como una copa de agua rodando por el espacio. No hay más mares que los que tenemos. [/cita]

El mar es parte muy importante de nuestras vidas. Ha organizado nuestras costumbres, está sobre nuestra mesa, nos conduce a países lejanos, nos trae de regreso. Los ocasos más refulgentes se perpetran en el mar, cuando el sol hunde su oro magnífico en el agua sosegada de la anochecida.

He visto el mar furioso entrar en estampida por las tierras  del sur, y nada es tan espantoso como un mar enloquecido, porque el hombre ha perdido el dominio del mar y el mar muestra su poderío tormentoso al hombre que lo envenena y lo cubre de escombros. Escombros que forman islas de inmundicia guiados por las corrientes marinas. El hombre ha convertido al mar en el depósito de la basura humana. Las playas del mar están cubiertas de detritus.

Las ciudades arrojan toneladas de mierda a los ríos que van a dar a la mar. El hombre no ve la agonía del mar, no quiere comprender la tragedia que significará para el hombre la muerte de los mares. Porque todos los mares son el mismo mar. El agua es fuente de vida. El hombre busca desesperadamente la posibilidad de un mar en las estrellas. Pero sólo en esta estrella el mar refulge como una copa de agua rodando por el espacio. No hay más mares que los que tenemos. Pero esperemos que nunca tengamos que proclamar nuestra ceguera diciendo que el mar es un combate que se pierde.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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