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Providencia al Centro

Davor Mimica
Por : Davor Mimica Coordinador de Red Liberal.
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El Santiago de Vicuña Mackenna estaba rodeado por un cinturón de hierro de ferrocarriles, como ciudad amurallada. Pero por el espacio entre la antigua estación a Pirque y el Río Mapocho, el barrio alto se escabulló hacia el oriente, buscando mayor tranquilidad y lejanía del ruido de la ciudad. A inicios del siglo XX, Ricardo Lyon ordenó parcelas y fundos en lo que sería Providencia. Se basó en la ideas de Ebenezer Howard y su movimiento de utópicas “ciudades jardín”, de unidades sustentables de vivienda, industria y agricultura como satélites de ciudades mayores. Es importante recordarlo: la idea de Providencia nació como utopía.

En las décadas siguientes la comuna se construyó bajo esta premisa: casas quinta, anchas avenidas bajo altas arboledas junto a actividad económica de baja intensidad. Pero Santiago creció también y absorbió a Providencia, convirtiéndola en parte fundamental del centro económico, comercial y social de la ciudad. Esta transición urbana la lideró Germán Bannen. Las alturas y densidad aumentaron, pero asegurando espacios abiertos bajo el patrimonio de sus imponentes árboles y rodeada de espacios verdes. La actividad económica llegó para formar un nuevo centro urbano de negocios y servicios, avanzando hacia ese aún buscado ideal de sustentabilidad. El siglo XX para nuestra comuna fue la evolución desde el jardín a la ciudad. De residentes a población flotante. Desde la periferia al centro. De la homogeneidad a la diversidad.

Hoy es la hora de levantar la mirada y definir la función e identidad de Providencia para el siglo XXI. De ser ciudad desde el jardín. De norte a sur. Desde el cerro como espacio público recuperado, al río como reflejo de la ciudad, a las avenidas como grandes bulevares y a los barrios como expresión de diversidad. Activa, bullante, verde, segura y cambiante. Esa es la Providencia que nos gustaría heredar a quienes vengan detrás y para la que nos gustaría trabajar desde hoy. La discusión de la próxima campaña municipal, creemos, debiera estar centrada en esta pregunta: ¿qué Providencia nos gustaría dejar en herencia?

Pero la discusión política local no está aún a la altura.

[cita] Las opciones que parece tener Providencia hacia adelante no son hasta ahora muy alentadoras. Pareciéramos tener que elegir entre la planificación urbana hostil al mercado y el mercado como reemplazo de la planificación urbana. Entre la ciudad individualista y congelada que niega su potencial de progreso, y el crecimiento dejado a la suerte de las especulaciones inmobiliarias –como lo fue en Las Condes y es aún en Ñuñoa–.[/cita]

Las opciones que parece tener Providencia hacia adelante no son hasta ahora muy alentadoras. Pareciéramos tener que elegir entre la planificación urbana hostil al mercado y el mercado como reemplazo de la planificación urbana. Entre la ciudad individualista y congelada que niega su potencial de progreso, y el crecimiento dejado a la suerte de las especulaciones inmobiliarias –como lo fue en Las Condes y es aún en Ñuñoa–. Entre la mezquindad e indiferencia hacia quienes desean compartir la experiencia de Providencia como residentes, y la mezquindad e indiferencia con quienes desean compartirla como usuarios de sus servicios y espacios. Entre una participación ciudadana que se usa como excusa para imponer las ideas propias –como ordenanzas de horarios nocturnos justificadas con cabildos con pocos participantes–, y una gestión vertical, jerárquica y militar, donde los ciudadanos solo pueden acatar las decisiones de la autoridad. Entre una gestión plagada de errores –como matrimonios de familiares en el Palacio Falabella– y la promesa de la vuelta a los horrores –persecución a escolares y homenajes a asesinos en el Club Providencia, entre otros). La elección pareciera ser entre la dignidad sin gestión y la gestión sin dignidad.

Creemos que Providencia merece la oportunidad de construir un camino sensato hacia el futuro, escapando del péndulo entre estas visiones. Un camino que apueste por el desarrollo sustentable metropolitano y un rol responsable y solidario de Providencia. Que reconozca la importancia de un plan de inversión urbano de corto y largo plazo que pueda ser complementado con emprendimiento y economía creativa, como herramientas para una planificación territorial robusta que nos permita soñar en grandes hitos que traspasen los períodos municipales: establecer un gran bulevar peatonal en el eje Providencia-Mapocho. Proyectar barrios con identidades emergentes, como desarrollar Pequeña Providencia en una nueva Lastarria. Reacondicionar el centro comunal, tras décadas, para que nos permita enfrentar mejor los desafíos de este siglo. Con un renovado foco cultural en nuestra propia historia y en la identidad de nuestros espacios. Con una visión de movilidad que ponga en el centro al peatón. Con una participación ciudadana que no llegue desde arriba, sino que impulse las orgánicas de base para desarrollar sus propios objetivos y crear así una democracia comunal vibrante. Con sistemas de información que permitan focalizar el trabajo en seguridad y entregar servicios integrales a vecinos, avanzando hacia una ciudad inteligente. Potenciar una oferta cultural, comercial y de entretenimiento que proyecten a la comuna como la capital del turismo urbano de Chile. Creemos que la ciudad es para gozarla, en el amplio sentido de la palabra. Por ello es que Providencia merece y necesita tanto gestión como dignidad.

Con estos objetivos, queremos explorar una candidatura de centro liberal para la alcaldía de Providencia. Queremos escuchar, proponer y discutir sobre barrios, espacio público, transporte y movilidad. De cultura, diversidad, historia e identidad. De actividad económica, emprendimiento y convivencia. Abrirla en forma transparente a medios de comunicación, organizaciones comunales, funcionarios municipales, incorporando a todas las visiones que construyen el tejido social: vecinos y también quienes trabajan, emprenden, disfrutan y transitan por la comuna, a través de espacios de expresión local y descentralizada que construiremos en el camino.

Queremos darle un giro a la discusión, levantando la mirada desde nuestros metros cuadrados hacia el futuro, haciéndolo protagonista de la próxima elección municipal. Providencia ya no es rehén del procesado ex militar que la usaba para legitimar sus luchas pasadas. Tampoco debiera serlo de minorías que intentan imponer sus propias visiones sobre cómo debiéramos ser quienes la vivimos, usamos y gozamos. Comencemos a soñar en grande y a largo. Qué debemos hacer hoy para construir el futuro, desde nuestra historia. Qué es ser un jardín del siglo XXI. Cómo aprovechar las fuerzas políticas, sociales y económicas para construir entre todos una mejor ciudad de Providencia para vivir, emprender, conocernos, mirarnos y volver a soñar. A esta discusión los desafiaremos los próximos meses.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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