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El discreto encanto de la burguesía católica

Patricio Domínguez
Por : Patricio Domínguez Profesor de filosofía
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¿Se puede ser burgués y católico? Para responder bien a esta pregunta, hay que definir bien qué entendemos por “burgués”. Según Christopher Dawson, podemos hablar de burguesía en cuanto clase social (la clase urbana enriquecida pero sin nobleza) o en cuanto mentalidad (Sombart). Nadie en sus cabales podría negar que el burgués en primer sentido pueda ser un seguidor de Jesucristo. En lo que atañe a la mentalidad burguesa, Dawson (y con él Chesterton y Bloy) es tajante: no se puede ser católico y burgués a la vez. ¿Qué tipo de mentalidad es la “burguesa” y porqué es incompatible con el cristianismo?

Enumeremos ciertos gustos del burgués: la comodidad, la limpieza y el lujo. El catálogo de virtudes burguesas incluye al ahorro, la laboriosidad y la respetabilidad. Si hacemos el ejercicio de encontrar un eje en el cual podamos unir estos gustos y estas virtudes, no nos demoraremos en encontrarlo: es el dinero.

El dinero brinda comodidad, limpieza y lujo. El ahorro y la laboriosidad generan dinero. La posesión sostenida y habitual del dinero posibilita que una persona logre ser parte de la comunidad burguesa, es decir, que sea respetable. Si los gustos y virtudes del burgués se ordenan hacia el dinero (que es poderoso caballero) bien podemos decir que es burgués en grado sumo quien le rinde culto al dinero. ¿Y se puede servir a Dios y al dinero…?

Pero el burgués es también muy astuto. Aunque Cristo diga que a los burgueses les costará entrar en el Reino de los Cielos, a ellos no les cuesta nada hacer entrar a Jesucristo en su reino del capital.  Su relación con la religión, por lo tanto, es una relación de intercambio económico: mientras la religión sea funcional a sus gustos y valores (comodidad, laboriosidad, lujo, respetabilidad) se declararán católicos fervientes. Si el catolicismo se pone pesado y pide más de la cuenta, el burgués hará uso de sus conexiones sociales y encontrará algún cura o congregación que lo libere de ese catolicismo cargante y le deje tener su vida de burgués en paz.

[cita tipo=»destaque»]La educación católico-burguesa, es, como se puede ver, un contrasentido. 12 años de esfuerzos para abrirle el mate al burgués, para que conozca la verdad, el bien y la belleza… ¿Para qué? Para que en 4º medio sea vea obligado a elegir entre tres carreras que lo determinen a seguir el camino prefijado.[/cita]

El burgués católico busca colegios católicos, pero no por lo que tienen de católicos, sino de burgueses. Mientras tenga un lindo uniforme, dé buena PSU y no se junte con pobres que dicen Shile en vez de Chile, el burgués tienes buenas razones para estar orgulloso de la educación “católica” de su hijo. Cuando esté en cuarto medio, el burgués podrá elegir dentro del amplio abanico de carreras que le es lícito considerar: ingeniería comercial, ingeniería civil o derecho (diseño o pedagogía son permisibles si es “niñita”). Si el hijo del burgués quiere ser monje o músico, su papá burgués tratará de convencerlo de que su idea no es respetable, porque la vida de monje no brinda lujos, y el sueldo de físico no le permitirá ahorrar.

La educación católico-burguesa, es, como se puede ver, un contrasentido. 12 años de esfuerzos para abrirle el mate al burgués, para que conozca la verdad, el bien y la belleza… ¿Para qué? Para que en 4º medio sea vea obligado a elegir entre tres carreras que lo determinen a seguir el camino prefijado: comprarse casa en la playa, seguir la última moda del momento, hacer un MBA, participar en grupos religiosos que no jodan demasiado, ir con su hija de compras a Nueva York para su cumpleaños número 15 años y la larga cadena de ritos que constituyen el discreto encanto de nuestra burguesía católica chilensis.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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