La seguidilla de vulneraciones a la libre competencia ha causado alarma pública: las farmacias, los pollos, el confort, el detergente y ahora los supermercados. Hemos visto sentencias que condenan a ejecutivos a clases de ética, solicitudes de perdón, delaciones compensadas, acusaciones de engaño, imputación a los mandos medios, premios económicos para los mismos, ratificación de cargos en thinks tanks, etc.
Asimismo, prácticas dignas del Cártel de Cali: utilización de nombres falsos, celulares de prepago, computadores arrojados al río, técnicas de limpieza de escenas de crimen y, naturalmente, indignación ciudadana.
Una luz de esperanza es la voluntad de la Presidenta Bachelet, manifestada en un proyecto de ley de su autoría, presentado ante la Cámara de Diputados el 19 de marzo del año pasado, que –según el conocimiento popular– establece penas de cárcel para la colusión.
Muchos olvidan que la Ley de Defensa de la Libre Competencia proviene de un decreto Ley de la dictadura, el DL 211, que ha sido remozado, remendado y corregido por varias leyes, la última de las cuales es del año 2009 y que, entre otras cosas, quitó las penas de cárcel a la colusión.
[cita tipo=»destaque»]Muchos olvidan que la Ley de Defensa de la Libre Competencia proviene de un decreto Ley de la dictadura, el DL 211, que ha sido remozado, remendado y corregido por varias leyes, la última de las cuales es del año 2009 y que, entre otras cosas, quitó las penas de cárcel a la colusión.[/cita]
Cabe señalar que los ilícitos contra la libre competencia son tres: la colusión o concertación de prácticas contra la libre competencia, el abuso de posición monopólica, y las prácticas predatorias o de competencia desleal. Todas ellas son muy dañinas. Por ejemplo, en el caso del mercado de los detergentes, iniciado por demanda de la Fiscalía Nacional Económica al Tribunal de la Libre Competencia, se acusó a Unilever y P&G, que dominan el 95% del mercado, de abuso de posición monopólica, no de colusión. Millones habrían sido sus ganancias ilícitas, pero el juicio terminó en un acuerdo en el cual los consumidores no recibieron compensación. De los 5 millones de dólares del acuerdo, ningún peso llegó a dueña de casa u hogar alguno.
Ciertamente el proyecto de ley de la Presidenta tiene aciertos, entre ellos:
No obstante, no podemos cegarnos a las omisiones, que no son pocas:
No resulta extraño decir que la Primera Magistratura pueda haber sido mal asesorada, pues todos cometemos errores, sea en el Ejecutivo o en el Congreso.
Todo lo anterior es ciertamente entendible, pero no por ello omitiremos las críticas y correcciones, pues también es parte de las reglas del juego que senadores y diputados modifiquemos los proyectos de ley que llegan al Parlamento, en la convicción de que los intereses y derechos de la ciudadanía deben primar por sobre el interés del mercado. Esta es la mejor manifestación de lealtad a la Presidenta que apoyamos y por la que votamos. Es lo que haremos en los próximos días.