Publicidad

Política de seguridad y defensa: fracaso integral

Fernando Thauby
Por : Fernando Thauby Capitán de Navío en retiro
Ver Más

«Y ahora qué? ¿Seguirán con las fantasías de la Patria Grande? ¿Taparán el fracaso con un nuevo e inútil Libro de la Defensa? O el subsecretario Robledo asumirá la responsabilidad y tratará de corregir su grave error y situar al Interés Nacional como eje de la Política de Seguridad y Defensa?».


La Política de Seguridad y Defensa del segundo gobierno de Bachelet fracasó y la causa es que se basó en un diagnóstico erróneo, voluntarista e ideológico que intentó materializarse mediante una estrategia que, abandonando la política pragmática de ”Regionalismo Abierto” implantada el Presidente Lagos, -a partir de la exitosa apertura de Chile al mercado internacional y a la globalización, puesta en marcha por el Gobierno Militar-, intentó primero complementarla con elementos de una “Integración Regional” en el marco de Unasur y Mercosur y luego reemplazarla incorporándose de hecho al proyecto chavista. El resultado de esta política es el incremento del aislamiento e inseguridad internacional de Chile; el término del liderazgo regional de nuestro país y la subordinación de los intereses nacionales al proyecto chavista.

Lo que iba bien se cambió para que quedara mal.

El concepto de “regionalismo abierto” presentó -desde sus orígenes- una ambigüedad que hizo que fuera interpretado de distintas maneras en su uso y significado. La expresión se originó en el contexto de la cooperación económica entre los países de Asia – Pacífico en la década de 1970 y fue la base de la Conferencia de Cooperación Económica del Pacífico (PECC) y del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC). En Latinoamérica se popularizó en los años noventa.

En Argentina tomó un sesgo proteccionista influido por la crisis económica de 2001, dando preferencia al comercio regulado en que el “regionalismo” llevó a una unión aduanera: Mercosur, bajo la tutela brasileña.

En Brasil fue usado para asumir la representación de un conjunto de países emergentes; adquirir estatura internacional y para fines geopolíticos, que finalmente –dinamizado por el Foro de Sao Paulo- se materializó en la creación de Unasur.

Para Chile, se convirtió en un principio clave de la política exterior con un fuerte consenso de la elite política y empresarial. Operó principalmente en un contexto económico desde APEC y mediante un conjunto de tratados de libre comercio.

Parece claro que todos hablaban de regionalismo abierto pero asignándole diferentes significados, reflejos de sus políticas internas: Argentina, proteccionista; Brasil; de supremacía regional y Chile desde la vertiente comercial.

Lagos fue explícito al respecto cuando rechazó las presiones de Fernando Henrique Cardozo para que Chile ingresara a Mercosur. No quiso arriesgar todo lo avanzado para darle un gusto a su amigo brasileño.

Shirley Göts en su libro “Liderazgo y Política Exterior”, “distingue en la política exterior chilena pos Gobierno Militar dos momentos o etapas diferenciadas en cuanto a su dimensión subregional: La primera de estas fases – la de desacoplamiento – ocurre durante el gobierno de Ricardo Lagos, y es el momento en que la política exterior chilena se desarticula de los procesos que tienen lugar en el espacio regional sudamericano … impulsando como estrategia externa la de consolidar su inserción internacional, es decir, concretar una mayor penetración de Chile en los mercados mundiales mediante acuerdos comerciales con las más importantes potencias extra regionales. El éxito de esta política se concretó en la negociación de tratados comerciales con la Unión Europea, Estados Unidos y China, erigiendo a la economía chilena, y al país, en una suerte de modelo en y para el concierto regional”. “El nudo de mayor complejidad para la política exterior chilena del período 2000-2006 lo constituyó el entorno vecinal, derivado tanto de la interrupción del abastecimiento gasífero desde Argentina, de la ofensiva multilateral desplegada por Bolivia para plantear su demanda marítima  como de la revisión de los límites marítimos efectuada de parte de Perú”.

“Una segunda fase que transcurre entre los años 2006 y 2010, que he denominado, en contraposición a la anterior como de “Reacoplamiento Regional” tiene lugar durante (el primer) gobierno de Michelle Bachelet y debe entenderse como la etapa en que se genera una creciente sintonía de la política exterior chilena en relación con las dinámicas políticas, económicas e integracionistas que, desde comienzos de esa década  venían desarrollándose en la región”: con el proyecto chavista sobre la plataforma del socialismo del siglo XXI, del Foro de Sao Paulo.

“El gobierno de Bachelet se mantuvo dentro del modelo de desarrollo (de Regionalismo Abierto) pero confirió una mayor prioridad a la región latinoamericana cambiando su eje desde la inversión y el crecimiento hacia una concepción neodesarrollista de Estado. … Este cambio de énfasis correspondió no a cambios en la situación internacional regional sino a la mayor incidencia de la ideología en la voluntad política de la mandataria, coincidente con la mayor disponibilidad de recursos económicos derivados del mayor precio de las materias primas”.

Por mi parte, veo dos momentos posteriores, el tercero, del gobierno de Piñera, en que no se aprecia una línea definida mas allá de intentar potenciar el comercio con los países dispuestos a ello de la región: Perú, Colombia y México; el fortalecimiento de la Alianza del Pacífico y una buena relación con los EEUU.

El cuarto momento que denominaría de la “Priorización de la Integración Regional”, es el establecido por Bachelet en su segunda administración, que analizaré mas adelante.

Antes de abandonar esta taxonomía conviene hacer un pequeño balance:

–       Lagos tuvo un éxito reconocido mundialmente que llevó a Chile a alturas de prosperidad y prestigio no conocidas por los chilenos. Este éxito tuvo como contrapunto los conflictos vecinales ya mencionados: el incumplimiento de los acuerdos para la venta de gas por parte de Argentina y su extorsión para exigir nuestro apoyo incondicional en el caso de las Falkland; la ofensiva desplegada por Bolivia para plantear su demanda marítima y la demanda por la revisión de los límites marítimos por parte de Perú; problemas originados no por las acciones o inacciones del gobierno de Lagos sino por las peculiares características del entorno vecinal, potenciado por la agresividad del proyecto político bolivariano impulsado por Brasil, apoyado por Argentina y financiado por Venezuela.

–       Durante el gobierno de Piñera no hubo una línea definida de Política de Seguridad y Defensa mas allá del pragmatismo comercial.

–       La política de Seguridad y Defensa del primer gobierno de Bachelet no logró sus objetivos y llevó al país a una situación de crisis vecinal continuada: La demanda de Perú en si perjudicial para Chile se agravó por el incumplimiento por parte de ese país de los términos del fallo judicial; empeoró con la creación de un nuevo contencioso en torno al “triángulo” imaginario inventado por ese país, la magnificación de conflictos como el del espionaje y su apoyo a Bolivia en su política hostil a Chile y por la displicencia argentina ante los esfuerzos de nuestro gobierno por serle útil y amistoso. Pero el error mas grande de Bachelet fue la generación de una directriz de diálogo para el trabajo bilateral (la Agenda de los 13 puntos) con Bolivia que llevó a concesiones hechas a espaldas de la ciudadanía, excesivas, inoportunas y condenadas al fracaso desde su inicio. Estas negociaciones fueron una manifestación de un voluntarismo político sin fundamento y con grave menoscabo del interés nacional.

La razón de estos fracasos parecen evidentes: Entre estados que tienen proyectos políticos muy diferenciados e incluso antagónicas entre si puede existir respeto mutuo, pero no puede existir alianza de seguridad menos alianza de defensa, que constituyen el nivel mas alto de la cooperación internacional.

En concreto, el objetivo y la estrategia de los bolivarianos en torno a Unasur y Mercosur, era incompatible con el Chile del Regionalismo Abierto y la Alianza del Pacífico.

El segundo Gobierno de Bachelet.

La Política de Defensa descrita en el Programa de Gobierno de la Nueva Mayoría (NM) no mereció ni el mas mínimo interés por parte de la derecha entiende gobernar como hacer administración y no política. La NM describió con claridad lo que intentaban hacer y siendo un cambio político de gran profundidad y trascendencia para el país, –revolucionario-, no mereció la atención de la clase política que, ahora sabemos, estaba ocupada en otros menesteres.

Es importante destacar que esta parte del programa fue desarrollada por Jorge Burgos y Marcos Robledo, el primer sería luego Ministro de Defensa y el otro Subsecretario de Defensa. En esta labor Burgos participó desde una perspectiva política y un interés en su proyecto político personal –su carrera política- y Robledo desempeñó el rol del estratega y técnico “en materias de defensa” omnivalente, título que se auto asignó un reducido grupo de gurues de izquierda, con títulos que nadie ha homologado.

El Programa -que una vez obtenida la Presidencia no fue socializado ni explicado a la oposición ni a la ciudadanía, para constituirla en “política de Estado”, en su parte dedicada a la Estrategia de Seguridad y Defensa dice:

“Durante el período 2014-2018, la política de Defensa Nacional tendrá como objetivo principal de mediano y largo plazo, generar una Comunidad de Seguridad en América del Sur que garantice la paz y elimine definitivamente la amenaza de la guerra, siendo el Consejo de Defensa de UNASUR la institución para avanzar en esta materia”.

“En el mismo sentido, se fomentará la cooperación y extensión de medidas de confianza mutua y de prevención de crisis con nuestros vecinos y en la región”:

“Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración con Argentina y se extenderá a Perú”; “Con Bolivia lo fundamental será retomar el camino del diálogo, iniciado en 1999, y el clima de confianza mutua conseguido durante el período 2006-2010. La plena normalización de las relaciones con Bolivia es un objetivo al que aspiramos”.

El discurso de la Presidente de la República, en la ceremonia de inicio del año académico de las Fuerzas Armadas el 18 de marzo de 2015 refuerza y amplía estos conceptos:

“Dije al comienzo que la transformación de nuestro entorno estratégico es la segunda gran área de trabajo para la Defensa Nacional”.

En lo vecinal y regional, Chile fue capaz de transformar su relación con Argentina, –  América del Sur en particular, puede avanzar y hacer de la región una zona de paz. Ahora, lo que nos corresponde históricamente es consolidar este avance. Por eso hemos fortalecido el trabajo en el Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR, porque creemos que podemos avanzar hacia la construcción de una comunidad de seguridad.

Por eso también, en esta etapa, Chile aspira a transformar y mejorar la histórica relación bilateral con Perú. Hemos avanzado muy positivamente en los últimos años, y es hora de que Chile y Perú seamos capaces de demostrar al mundo la grandeza de nuestros pueblos, que no quieren, no pueden ni deben quedar atrapados en un pasado que nos ha dividido.

Estos dos documentos contienen las claves de la Política de Seguridad y Defensa y disponen directivas sorprendentes:

– La generación de una Comunidad de Seguridad –tarea política y diplomática- se entrega al Ministerio de Defensa y se la radica en Consejo de Defensa de Unasur. Las tareas que emprende este Consejo bajo control y orientación chavista son una muestra de la confusión conceptual creada intencionalmente para adoptar decisiones y compromisos que van mucho mas allá de los técnico – militar que es el ámbito de competencia del Ministerio de Defensa. Así se establecieron tareas con contenidos por completo ajenos al ordenamiento legal y Constitucional de Chile y con claros contenidos políticos ideológicos -“revolucionarios y antimperialistas”- en los que se comprometió la concurrencia y participación de militares chilenos.

– La presidente, por su parte insiste: “Dije al comienzo que la transformación de nuestro entorno estratégico es la segunda gran área de trabajo para la Defensa Nacional”. Este es un concepto incompresible y diferente a los que se emplean en Occidente: La forma de “transformar el entorno estratégico mediante las FFAA” es la guerra no la política ni la diplomacia. Esto muestra como la ampliación que los autores del programa de defensa de la NM asignaron a su ministerio se sale por completo de la Constitución pero abre un espacio para las tareas que se auto asignó y trató de llevar a cabo el Subsecretario Robledo, creando una “diplomacia militar” o “un ministerio de RREE paralelo”, desde donde promover su agenda ideológica.

– “Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración con Argentina y se extenderá a Perú”.

La cruda realidad fue que el diálogo con Argentina fue constantemente asimétrico, Chile daba y Argentina recibía, Argentina exigía y Chile cedía, asi es como se enfrió nuestra relación con Gran Bretaña, que se aproximó a Perú donde fue bien recibida y apoyada en sus operaciones en las Falkland. Las FFAA argentinas, bajo el Gobierno de Cristina Kirchner y el general Milani se politizaron y se comprometieron políticamente con su ideología y su programa de gobierno, hasta llegar a ser parte de su aparato de seguridad y gestión de política interna. La caída del gobierno de Cristina Fernández le quitó por completo el piso a todo lo obrado en base a la orientación política del gobierno saliente y no sirvió para nada.

– Respecto a Perú, “Se profundizará con fuerza el proceso ya tan avanzado de diálogo, cooperación e integración … y se extenderá a Perú. Se desconoce el tan avanzado diálogo con Perú y mas bien se pudo apreciar una fricción constante y una hostilidad latente que no ha contribuído en lo mas mínimo a la Seguridad Nacional y que, en cambio, ha consolidado una situación en que el tema “del triángulo” se establece como un futuro motivo de tensión y conflicto, sin perjuicio de lo cual, el Subsecretario de Defensa inistió en avanzar en la cooperación e integración y en la revisión unilateral de la necesidad de disuasión militar frente a ese país. Una liviandad que se aproxima a la traición.

– “Con Bolivia lo fundamental será retomar el camino del diálogo, iniciado en 1999, y el clima de confianza mutua conseguido durante el período 2006-2010. La plena normalización de las relaciones con Bolivia es un objetivo al que aspiramos”. El estado actual de las relaciones con Bolivia da una medida de la falta de realismo y seriedad de los objetivos propuestos y de la estrategia para conseguirlos. Este es un fracaso mayor. En la “Agenda de los 13 puntos” se comprometió lo que no se podía hacer para agradar a Morales y se metió a Chile en un conflicto de inciertos resultados. Por otra parte y aun mas  grave, estas tareas no son competencia de defensa y su asignación esa cartera solo pueden ser comprendidas como un intento de ampliación arbitraria del ámbito de competencia de la dupla Burgos – Robledo a funciones que no pudieron cumplir ni en su mas mínima parte.

– “Por eso hemos fortalecido el trabajo en el Consejo de Defensa Sudamericano de UNASUR, porque creemos que podemos avanzar hacia la construcción de una comunidad de seguridad”. El Consejo de Defensa Sudamericano de Unasur se constituyó en un espacio de deliberación, planificación y ejecución de políticas en el cual el Ministerio de Defensa suplantó al Ministerio de Relaciones Exteriores haciendo a Chile partícipe de conceptos políticos inaceptables para la gran mayoría de los chileno.

Mas allá de todas estas situaciones irregulares, la muerte de Chávez, el derrumbe político, económico y moral del gobierno de Maduro; la derrota electoral, moral y económica de Cristina Kirchner y la posterior disolución del kirchnerismo; la crisis terminal de Dilma Rousseff, de Lula, del “Profesor” Aurelio García y del Partido de los Trabajadores y la rendición de los hermanos Castro ante Barak Obama vienen a dar el certificado de defunción del proyecto de socialismo del siglo XXI y al Foro de Sao Paulo y a confirmar la grave falta de juicio y de preparación profesional de los artífices de la Política de Seguridad y Defensa de Chile, -Burgos y Robledo-, y a dejar en evidencia el erróneo diagnóstico de Bachelet, carente por completo de realismo y dominado por la ideología y las fantasías personales.

Esto no sería relevante si sus efectos no fueran los que son: la inseguridad nacional, el debilitamento del poder nacional de Chile y aguda pérdida de prestigio en un momento de cambio estratégico mundial y en el Pacífico que requieren nuestro mayor esfuerzo para situarnos en la mejor forma para el siglo que viene.

¿Y ahora qué? ¿Seguirán con las fantasías de la Patria Grande? ¿Taparán el fracaso con un nuevo e inútil Libro de la Defensa? O el subsecretario Robledo asumirá la responsabilidad y tratará de corregir su grave error y situar al Interés Nacional como eje de la Política de Seguridad y Defensa?

Publicidad

Tendencias