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Aportes del psicoanálisis a la crisis institucional chilena

Pablo Santander
Por : Pablo Santander Psiquiatra Psicoanalista APCh.
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Recientemente el ex Presidente Ricardo Lagos ha comentado que la situación actual chilena es la mayor crisis institucional de la que tiene memoria, excluyendo el golpe de Estado de 1973. El ex Mandatario agrega que es una crisis de deslegitimidad de las instituciones del Estado en general, esto es, de las instituciones políticas, judiciales, del sistema económico y empresarial, etc. Esta deslegitimidad implica una importante desconfianza y malestar de la ciudadanía hacia sus instituciones y hacia los representantes de estas.

Sobre las causas de este fenómeno, probablemente son de diverso orden, situaciones como las colusiones de sectores privados influyendo en la política, los aportes ilegales a la política, los casos Caval, Soquimich, Penta, sin duda han sido de una gran relevancia dentro de esta sensación de molestia. Sumado a esto, existe una serie de inquietudes que van desde sensibilidades regionales, como ha sido lo sucedido en Chiloé recientemente, así como diversas situaciones en otros lugares, como Aysén, Huasco, Calama, etc., que han generado una sensación de no sentirse considerados. Se han despertado diferentes requerimientos sociales, como ha sido en áreas de la salud, del plano de las pensiones, que no se ha sentido que se intenta dar cabida a estos requerimientos, o que se escuchan.

Un importante psicoanalista inglés, ya fallecido, W. Bion, hizo significativos aportes teóricos a esta disciplina, inicialmente trabajó con grupos, describiendo los estados mentales en que funcionan estos en ciertas circunstancias y la necesidad de un líder que colabore a dichos grupos en estos estados. También describió las funciones de continente-contenido, esto es, que cuando un bebé siente hambre, esta emoción sea escuchada por la madre, contenga esta emoción y realice una acción eficaz en relación con tal hambre. Posteriormente, el bebé logra contener su apetito sabiendo lo que siente a través de una introyección de esta función. Comento estos aportes, ya que frente al sentimiento de malestar existente en la población, hay diferentes formas de enfrentamientos, pero solo algunos colaborarán a lograr una recuperación de la legitimidad.

[cita tipo=»destaque»]Para asumir este lugar, el de intentar contener verdaderamente las molestias ciudadanas es necesario que los representantes institucionales puedan en verdad hacer una reflexión de los funcionamientos que han transgredido el sano devenir democrático, esto es, hacer una profunda reflexión sobre el financiamiento de los partidos políticos, sobre los manejos del poder en las distintas instituciones, sobre modos de influencias antidemocráticos o intentos de perpetuación del poder anómalos.[/cita]

Existe la solución autoritaria, de acallar las molestias, esta es la solución propia de gobiernos autoritarios, o, en nuestro pasado reciente, de la dictadura. Otra solución puede ser no oír las demandas y hacer oídos sordos, esto es, similar a una madre que ante el llanto del bebé lo deja llorar, pensando que se va a aburrir de llorar y dejará de hacerlo solo. El problema con esta solución es que, si en verdad existen razones para la molestia del bebé (hambre, angustia), esto generará un bebé que puede aumentar en su molestia o tener que recurrir a otras medidas de comunicación hasta llegar al estado de que pierda la sensación de que trasmitir sus sensaciones tiene sentido.

Otra solución es hacer como que se escucha, pero en definitiva desoírla. Esto es como que la madre oye al bebé pero igualmente no cree que tiene hambre y, en vez de darle pecho, distrae al bebé con una maniobra… aquí esa maniobra va a servir un periodo, pero después la madre va a deslegitimarse y no va a haber confianza de que haya una escucha real. Por último, está la posibilidad de considerar realmente las molestias, considerarlas no es someterse a las demandas, sino hacer un real intento de comprender de qué se trata y resolver. Esto es, que la madre intente escuchar el llanto del bebé intentando, a la vez, saber si es hambre o angustia; si es hambre, darle pecho; si es angustia, darle una verdadera confianza basada en una comprensión de lo que siente.

Las sensaciones generadas por las colusiones han provocaco en el ideario una cierta imagen de que existe una no escucha ni genuino interés y deslegitimidad, en el sentido de una imagen de provecho personal por sobre el común. Parece necesario que exista un tipo de liderazgo que en verdad pueda dar continente a las molestias surgidas en los diversos planos, no pienso en el populismo de un acallar fácil las demandas, sino en dar un continente genuino que permita pensar. Algo así pienso fue la comisión Engel. Lamentablemente, proposiciones importantes de esta comisión no han sido incorporadas o fueron desacreditadas por actores políticos.

Para asumir este lugar, el de intentar contener verdaderamente las molestias ciudadanas es necesario que los representantes institucionales puedan en verdad hacer una reflexión de los funcionamientos que han transgredido el sano devenir democrático, esto es, hacer una profunda reflexión sobre el financiamiento de los partidos políticos, sobre los manejos del poder en las distintas instituciones, sobre modos de influencias antidemocráticos o intentos de perpetuación del poder anómalos. Estos puntos son necesarios para lograr una recuperación de legitimidad y de confianza en los representantes.

Por último, el riesgo de que se incremente el malestar, y este no tenga una contención dentro de instancias democráticas, genera que el malestar se exprese en otras instancias o de otras formas, que pueden dar pie a perder confianzas sociales o perder avances civilizatorios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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