Publicidad

¿Para qué pierden el tiempo?

No perdamos el tiempo y los recursos públicos en los tribunales y en el parlamento, porque ya sabemos: haga lo que haga Piñera, al fin de cuentas nadie lo va a condenar. Y si alguien lo sanciona suavemente, como lo hizo una vez la Superintendencia al sorprenderlo en delito flagrante, eso sólo servirá para que el pueblo, como ya ocurrió, lo eleve de nuevo al más alto sitial.


Los chilenos no aprenden nunca. Al ser sorprendido Sebastián Piñera por enésima vez en una irregularidad (esta vez comprar acciones de una pesquera peruana potencialmente beneficiaria de un aumento de la superficie del mar territorial de su país, cuando aquél era Presidente y el Perú había demandado a Chile para obtener más superficie marítima), un diputado ha interpuesto una querella criminal en su contra por negociación incompatible y lavado de activos, esto último a raíz de comprobarse que utilizó una sociedad radicada en las Islas Vírgenes Británicas. Asimismo, se ha constituido una comisión investigadora del caso en la Cámara.

Pero ¿cuántas veces los chilenos necesitarán enterarse de que, haga lo que haga, a Piñera nunca le pasará nada? Ya hace más de treinta años, en la quiebra del Banco de Talca, del cual fue gerente, sus socios en sociedades formadas para obtener préstamos del banco y comprar acciones de éste iban presos y a él la Corte Suprema lo dejaba libre, tras haber estado 23 días prófugo de Investigaciones.

Y cuando en la década de los ’90 fue sorprendido conspirando contra su correligionaria Evelyn Matthei, que quería, al igual que él, ser candidata presidencial, al ponerse en evidencia la conjura, la condena general recayó sobre Evelyn y Piñera quedó como víctima. Hoy ella no sólo lo ha perdonado ampliamente, tal como la opinión pública, sino que es partidaria suya como candidato presidencial.

Después fue sorprendido comprando acciones de LAN con información privilegiada, lo cual es un delito, pero salió bien librado, con sólo una benévola multa de la Superintendencia, y negando que hubiera usado tal información privilegiada, pese a que la sentencia decía expresamente que sí la había utilizado.

A raíz del caso se formó una comisión investigadora de la Cámara, donde, pese a tener la Concertación mayoría de 5 a 3, a la hora de votar para obtener la prueba decisiva de la culpabilidad de Piñera, los defensores de éste triunfaron 5 a 3, porque se dieron vuelta dos votos de la Concertación, y la comisión fracasó, dejando al inculpado indemne.

Tan indemne que después se presentó como candidato presidencial y ganó la elección en 2009-10. Otros culpables de usar información privilegiada deben soportar el oprobio, un “juicio por los diarios” y dejar todos sus cargos, pero Piñera no y postula y obtiene otros mejores.

Durante la campaña del 2009, su oponente, Frei, reveló que en Transparencia Internacional se había publicado la irregularidad cometida por Piñera. Al saberse eso, la filial chilena de Transparencia entró en crisis de indignación, el directorio renunció y se inició una investigación interna para averiguar por qué Transparencia había incurrido en ese exceso de ídem y permitido que se supiera en el exterior de la inconducta de Piñera. Si no estuviéramos en Tontilandia todo eso habría sido risible.

Después, ya premiados sus méritos con la Presidencia, fue sorprendido gestionando activamente la fusión de las sociedades Cascadas, controladoras de SQM, con lo cual él como accionista obtendría un beneficio económico. El tema llegó hasta a tratarse en un comité político de su gobierno, a instancias del mismo Piñera.

Entonces se constituyó la inevitable comisión investigadora de la Cámara, donde los escuderos de Piñera no lograron impedir que ésta concluyera que el Presidente no había cumplido su deber de abstenerse en el caso, pese a que se borraron todas las huellas del comité político (todos los que estuvieron allí negaron haber estado). Llevado el dictamen crítico de la comisión investigadora a votación a la sala, y pese a tener la Concertación en ésta una mayoría de 41 a 31 para condenar a Piñera, se dio la sorpresa de que diez diputados “se dieron vuelta” y votaron a favor de absolverlo, rechazando el informe y dejándolo de nuevo indemne.

Lo notable es que estas cosas se publicaron sólo en el vespertino “La Segunda”, que se elabora muy rápido, así es que nadie alcanza a “controlarlo”. En los matutinos del día siguiente no salió nada. Ni ningún periodista investigó quiénes se dieron vuelta en ambas oportunidades ni por qué.

En los casos SQM y Penta el prestigio de numerosos políticos resultó pulverizado por la evidencia del uso de facturas falsas para obtener financiamiento electoral y ellos cayeron en las encuestas. Piñera incurrió en lo mismo y, sin embargo, subió en ellas, las cuales en este momento encabeza en cuanto candidato presidencial.

Laurence Golborne vio terminada su carrera política cuando se le comprobó una cuenta en un paraíso fiscal. A Piñera se le descubrieron dos y mejoró en los sondeos. Andrés Velasco se desplomó en ellos al comprobarse que cobró veinte millones a Penta por un almuerzo-asesoría, mediante una boleta auténtica y no falsa. Enríquez-Ominami obtuvo financiamientos electorales de monto muy parecido a Piñera y enfrenta una formalización y un despliegue inusitado en su contra en el “juicio por los diarios”, con el consiguiente descenso en las encuestas. Pero Piñera dice que “no sabía nada”, está libre de todo cargo judicial.

El rector Peña, en su columna de “El Mercurio”, intentó explicarlo así (23.08.15): “Mientras basta cualquier tímida vinculación entre Soquimich o Penta y algún político para que el escándalo estalle, su prestigio resulte dañado, su confiabilidad desmedrada y su palabra dudosa… nada de eso ocurre con el ex Presidente Piñera. En su caso… nada parece resultar escandaloso. De una extraña manera él parece estar vacunado contra el desprestigio. …Frente a un mismo hecho… el que posee el peor comportamiento previo es quien tiene menos riesgo de salir dañado”.

Entonces, ante la nueva irregularidad actual yo les digo ¡no pierdan el tiempo! Los jueces no lo van a condenar y ni siquiera a formalizar, las mayorías de las comisiones investigadoras se van a volver a dar vuelta en su favor… y si alguna no lo hace, después la mayoría de la Cámara sí lo hará y rechazará el respectivo informe, porque en ella algunos (los necesarios) harán mayoría en su favor.

Un mal pensado diría que tiene sobornados a todos los que hay que sobornar, pero no seamos mal pensados. Y no usemos una palabra tan fea como “sobornados”. Digamos mejor “cooptados”. Sea como fuere, no perdamos el tiempo y los recursos públicos en los tribunales y en el parlamento, porque ya sabemos: haga lo que haga Piñera, al fin de cuentas nadie lo va a condenar. Y si alguien lo sanciona suavemente, como lo hizo una vez la Superintendencia al sorprenderlo en delito flagrante, eso sólo servirá para que el pueblo, como ya ocurrió, lo eleve de nuevo al más alto sitial.

Publicidad

Tendencias