Señor Director:
El mega taco que se formó hace algunos días camino hacia la localidad de Santa Olga en la Región del Maule sorprendió a todos por su envergadura incluyendo a los propios Carabineros quienes no tenían ninguna estrategia de contingencia para enfrentar la situación, dejando pasar a quien quisiera, a pesar de que aún existían focos de incendios importantes en la zona lo cual de haber cambiado las condiciones ambientales, pudo haber provocado una tragedia mayúscula.
Los medios de comunicación mostraban a cientos de personas en sus vehículos particulares ávidos por entregar su ayuda, destacando por enésima vez la solidaridad del chileno, sin embargo, la actitud mostrada lejos de asociarse a una de tipo solidaria revela un comportamiento irresponsable, truculento y morboso. Se mostró a una persona que decía llevar 50 Kgs de carne, desconociendo que hasta el cansancio se insiste en que los alimentos donados deben ser no perecibles ¿que esperaba a caso, hacer un gran asado, tal vez aprovechando las mismas brasas del incendio que aún estaban calientes?, se apreciaban familias completas con mascotas incluidas y no disimulaban sus caras de asombro. En el peaje de Angostura, un par de mujeres totalmente fuera de sí levantaban a la fuerza las barreras para dejar pasar al tumulto, reclamando un supuesto derecho a no pagar para acudir a la zona, aparentemente no calcularon el costo del viaje, ya que gastaron 50 o 60 mil pesos desde Santiago hasta Santa Olga para entregar tal vez 10 litros de agua embotellada y un par de bolsas de azúcar, no se cuestionaron el hecho de que tal vez era mucho más razonable depositar en una cuenta de ayuda ese dinero en vez de salir desesperado hacia la zona afectada.
Analizando la actitud de esta gente en el lugar sacándose selfies y entregando su ayuda en forma personal, autoasignándose así el derecho a discriminar entre los damnificados para entregar su limosna, sólo me queda concluir que se ha incubado un nuevo tipo de turismo en Chile, el Turismo del Desastre, por una extraña razón existen personas que tienen una profunda necesidad de ser protagonista de las calamidades que azotan a nuestro país y sin pensarlo dos veces, parten a las zonas afectadas con su familia, como quien va de vacaciones a la playa, careciendo de respeto por el que perdió todo. En lo personal si mi casa se incendiaria y junto a mi familia quedáramos con lo puesto, no me gustaría que una turba de gente que en su vida había ido al lugar me palmoteara la espalda y a cambio de una foto me entregara una bolsa con algo de ayuda ¿dónde está el respeto a la dignidad de las personas? Es de esperar que las autoridades a futuro resguarden a los afectados posteriormente de ocurrido el desastre, para que no se transformen en actores de un espectáculo del que no quieren participar, prohibiendo la entrada a personas ajenas esos lugares.
Héctor Basualto N