Mascotas y política
Señor Director:
El 24 de febrero último el ex Presidente Sebastián Piñera publicó en su Facebook, con fotos incluidas, su acción personal de haber llevado a un perro abandonado atropellado a una Clínica Veterinaria con la finalidad de ser tratado médicamente. Sólo cinco días después, la noticia ha sido compartida más de 1.800 veces y ha generado sobre las 10.500 reacciones de sus lectores lo cual contrasta con sus publicaciones más antiguas, que están lejos cuantitativamente en lo que refiere a impacto en la red social. Sin embargo, esta sensibilidad del ex presidente con las mascotas contrasta con la actitud mostrada en su tweet del 21 de mayo de 2014 en donde criticó abiertamente el Mensaje Presidencial de Bachelet que hacía referencia a la instauración de un Programa de Tenencia Responsable de Animales de Compañía, textualmente indicó: “Parece que hay más cuidado y preocupación por el bienestar de las mascotas, que por la vida y dignidad de los niños que están por nacer” manipulando el enunciado presidencial para generar una crítica a la intensión del gobierno de reponer en Chile el aborto terapéutico.
Este abrupto cambio de opinión por parte de Piñera, responde a la utilización política que se está dando al tema de las mascotas en nuestro país desde hace varios años. El hecho fortuito de encontrar un perrito atropellado y auxiliarlo para que sean atendidas sus lesiones es visto como una oportunidad para aumentar la popularidad, en este caso de un inminente candidato presidencial, mejorando su imagen pública de manera significativa, generando un beneficio político más que interesante.
En lo que se refiere al Programa de Tenencia Responsable de Animales de Compañía impulsado por el actual gobierno, este se ha circunscrito a programas masivos de esterilizaciones gratuitas, entregando bajo el mismo criterio vacunaciones, desparasitaciones e identificación electrónica, no obstante, su impacto a mediano o largo plazo no podrá ser evaluado ya que no se incluyó un catastro o estimaciones previas sobre la cantidad de perros y gatos que habían en las distintas ciudades del país antes de haber sido instaurado el programa, por otro lado el traspaso de los recursos se está dando desde una entidad netamente política, como es la Subsecretaria de Desarrollo Regional hacia los municipios, evadiendo la pertinencia técnica especializada de los Ministerios de Salud y Medio Ambiente.
No satisfechos con el programa de gobierno muchas municipalidades, utilizando recursos propios, han instalado complejos centros de atención médica para mascotas con la finalidad de dar atención gratuita a estas, obviando consideraciones socioeconómicas de la población entregando un servicio lo más masivo posible, esto es profundamente contradictorio, ya que si las personas no asumen que tener una mascota genera gastos en cuidado veterinario, será casi imposible inculcar tenencia responsable en la sociedad desde la gratuidad de estos servicios.
De todo esto se deduce que las acciones tomadas para el control de la población canina y felina tanto por el gobierno central como por los municipios responde más a satisfacer las exigencias de grupos mascotistas (autodenominados equivocadamente como “Animalistas”) que a solucionar el problema de fondo, es decir, bajar significativamente la población de animales en las calles, además buscan un beneficio político que finalmente se traduce en más votos para las autoridades que se visualizan tras estas acciones.
La excesiva cantidad de perros y gatos vagos o sin propietario responsable es un problema de salud pública no menor, el traspaso de enfermedades de estos hacia las personas, las mordeduras, los malos olores, la contaminación con parásitos de plazas y parques públicos, arriesgan la salud de la población humana. Desde el punto de vista ambiental, perros y gatos atacan y transmiten enfermedades a muchas especies de la fauna nativa de nuestro país donde la incorporación de recursos para atacar esta problemática es marginal.
Todo plan de control de la población de animales de compañía debe ser diseñado incluyendo no sólo a grupos mascotistas, sino también al Colegio Médico Veterinario, organizaciones conservacionistas, Facultades de Veterinaria, Médicos Veterinarios especialistas en especies menores, entre otros y debe ser ejecutado por instituciones públicas ligadas a la salud y el medio ambiente, por otro lado las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias deben ser una oportunidad para que quienes aspiran a conseguir estos cargos propongan medidas concretas y serias, con impacto medible sobre el problema y no centrarse solamente en acciones populistas que buscan generar una ganancia política mediática.
Héctor Basualto Navarrete
Médico Veterinario