Publicidad

Cuando la enfermedad mental no es tan verdad

Alejandro Iglesias B.
Por : Alejandro Iglesias B. Psicólogo Clínico-Comunitario.
Ver Más


Uno de los temas que aparecen transversalmente en la sociedad, es el de la Salud Mental, concepto que según la Organización mundial de la Salud se define como: “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.” (OMS, 2013). Quisiera partir recordando una expresión muy utilizada tanto socialmente como en medios de comunicación, aquella conocida como “La locura”, palabras que en la cotidianidad se asocia a aquellas conductas consideradas fuera de la norma o como aquellas “Conductas peligrosas o violentas”, “creer en cosas que no serían reales”, “ Escuchar o ver cosas que no son”, etc.

Existen muchas opiniones o impresiones respecto a los problemas de quienes sufren o hemos sufrido dificultades a nivel psicológico y/o emocional. Personalmente yo he trabajado durante varios años con personas que les ha tocado “escuchar voces”, que se han sentido perseguidos, experimentan crisis de pánico, entre otras situaciones que pueden generar mucha angustia, especialmente si no se entiende que es lo que me ocurre.

Al respecto, me detendré en lo que la psiquiatría llama “alucinaciones auditivas” (escuchar cosas que para el resto no serían reales), las cuales serían expresiones que, desde la opinión pública, se tienden a asociar al diagnóstico médico de “Esquizofrenia”. Si se tiene que según la Clasificación internacional de enfermedades en su décima versión (CIE-10), todo diagnóstico como la Esquizofrenia se asocia a una patología, se hipotetiza entonces que una persona que recibe dicho diagnóstico tendría entonces, una enfermedad. Así lo suelen explicar instituciones de salud pública y privadas que funcionan con fondos estatales que el Ministerio de Salud entrega para el tratamiento de esta “enfermedad” por medio del AUGE.

Al respecto quisiera plantear la siguiente pregunta:

¿Es en verdad una enfermedad?

Para aportar con puntos de vista, en mi experiencia he observado a muchas personas que tienen ciertas sensaciones como “alucinaciones” y que efectivamente se sienten enfermos porque médicos, psicólogo/as, enfermera/os u otros profesionales así lo dicen. Las personas entonces asumen esta idea de tener una enfermedad e intentan vivir con esta información, tomando psicofármacos para eliminar “síntomas” e intentando vivir con los complicados efectos de consumir estas sustancias, que hipotéticamente les ayudarían a sentirse mejor.

[cita tipo=»destaque»]Son varios los casos de personas que “escucharían voces” y que hoy en día se desenvuelven de buena forma en nuestro país y en el mundo en diversas áreas de la vida, siendo esencial el apostar por un cambio de mirada, donde el “escuchar voces” no sea considerado como parte de una enfermedad, sino como parte de mi propia personalidad que necesito conocer, tal como la gran mayoría de las personas debemos lidiar con las dificultades propias de nuestra forma de ser.[/cita]

Pero así como hay quienes asumen esta noción de Esquizofrenia como una enfermedad, ¿Existirán personas que no se considerarían como enfermas? Actualmente se han ido formando grupos que estarían dando la lucha para que el resto de la sociedad entiendan que, sensaciones -como la de “escuchar voces”- son parte de la forma de ser, de la propia personalidad, tal como existe la timidez, el histrionismo, la impaciencia, etc., es decir, sensaciones o reacciones que pueden aparecer en diversos momentos de la vida. Y así dan cuenta iniciativas como el “Proyecto Icaro”, que surge en Estados Unidos a inicios de la década del 2000, teniendo como a uno de sus propulsores a Sascha Altman –en esa época- un joven que habiendo pasado por diversas experiencias negativas en el sistema de salud, logra -en conjunto con otras personas- crear un movimiento que –hasta el día de hoy- busca generar nuevas perspectivas respecto a la noción de “enfermedad” en salud mental, como también desarrollar guías alternativas para personas que quisieran disminuir o discontinuar el uso de psicofármacos.

Paralelamente, en mi experiencia, da la impresión que la mirada que más predomina en las personas que se atienden en el sistema de salud público, es la de entender -como parte de una enfermedad- sensaciones como la de “escuchar voces”, generando determinadas ideas o caricaturas de cómo sería alguien que escucharía voces y de cómo tal vez dicha persona podría ser peligrosa. Instituciones de salud y medios de comunicación, directa o indirectamente, han ido alimentando esta idea, generando entonces que la actitud de la sociedad frente a quien experimenta estas sensaciones sea desde el miedo, desde el “me puede hacer daño en cualquier momento”. Ya lo denunciaba en un comunicado público “Radio Diferencia”, una radio iniciada por personas que asistían – y asisten- al Hospital Psiquiátrico “El Salvador” de Valparaíso y que luchan por cambiar la percepción social de la salud mental en nuestro país.

Frente a todo lo mencionado, en mi opinión resultaría mucho más beneficioso –para alguien que “escucha voces”- el entender esta característica más como su forma de ser que como una enfermedad. Esto lo digo por dos aspectos que considero esenciales:

1.- Cuando me dan un diagnóstico psiquiátrico, como el de Esquizofrenia, tanto el resto de la gente como yo, tendemos a pensar que todas las personas que tenemos ese diagnóstico seríamos iguales, lo que resultaría un gran error, pues cada persona tiene características y necesidades diferentes entre una y otra. Sería como decir “todas las personas impacientes son iguales”

2.- En segundo lugar, cuando me dan ese diagnóstico recibo aquella noticia como una enfermedad, como una deficiencia y no como una característica que me hace única/o como ser humano y de la cual puedo aprovecharme positivamente para ir conociéndome, tal como lo hace alguien que pasa por un “cuadro depresivo” y usa ese momento o esa sensación para conocerse, o como cuando se experimentan “crisis de pánico” y desde ahí puedo preguntarme ¿Mi organismo intenta –como una alarma- advertirme de algo que me afecta emocional o mentalmente en mi vida al experimentar esta “crisis de pánico”?.

¿Es entonces el “escuchar voces” parte de una enfermedad?

¿Sabía usted que la homosexualidad fue hasta 1973 considerada años atrás por la psiquiatría como una enfermedad?

¿Sabías que si suelo “escuchar voces”, éstas pueden cambiar su intensidad, es decir, pueden ser más molestas si el mundo que me rodea se vuelve demasiado hostil conmigo?

¿Sabías que el experimentar “crisis de pánico”, tristeza, desgano u otras sensaciones incómodas, serían una reacción del cuerpo, que aumentan en la medida que aumentan las dificultades de la vida?

Al respecto, si la sociedad me rechaza porque “escucho voces” o la gente se asusta porque me ve como alguien extraño o las empresas no me dan trabajo cuando digo que estas sensaciones son parte de mí, o hay personas en el barrio que me temen ¿Voy a sentirme mejor o peor?

Son varios los casos de personas que “escucharían voces” y que hoy en día se desenvuelven de buena forma en nuestro país y en el mundo en diversas áreas de la vida, siendo esencial el apostar por un cambio de mirada, donde el “escuchar voces” no sea considerado como parte de una enfermedad, sino como parte de mi propia personalidad que necesito conocer, tal como la gran mayoría de las personas debemos lidiar con las dificultades propias de nuestra forma de ser.

Creo que cuando alguien comienza a entender estas sensaciones como dificultades y no como enfermedad, las posibilidades de surgir y de sentirse mejor aumentan en gran medida.

Para terminar, quisiera recordar lo indispensable de profundizar siempre un poco más sobre determinados temas, que se den espacios para conversar desde diferentes perspectivas, como en el caso de esta columna, la discusión sobre los llamados “síntomas” y la mirada que se tiene social e institucionalmente sobre la salud mental.

Actualmente, en Chile existen iniciativas que destinan mucha energía para realizar acciones que buscan transformar la realidad respecto a la salud mental. Ya sea en personas que han sido diagnosticadas y/o por trabajadores de la salud mental que vienen trabajando desde hace varios años en proponer una mirada distinta a la de Enfermedad. Así vemos experiencias como la mencionada “Radio Diferencia”[i] en Valparaíso, que a través de ese medio de comunicación busca problematizar perspectivas en salud mental, el colectivo de “Autogestión Libremente”[ii] que se reúnen todos los Lunes a las 18 hrs en la librería proyección para reflexionar y diseñar acciones que problematicen el tema, o como también el ejemplo de la “Villa Solidaria Alsino”[iii] en la comuna de “La Florida” que desde la institucionalidad buscan realizar diversas acciones alternativas en salud mental, como la recientemente inaugurada “Radio Alsino”, con su programa “Resistiré”. Así se podría seguir nombrando experiencias que resultan alternativas al modelo actual de enfermedad.

Por lo tanto Invito a informarse, a conocer más, de ahí mi interés en publicar estas opiniones, de buscar los modos de generar nuevas perspectivas y propuestas, de seguir conociendo personas que también han pasado dificultades, con sensaciones tan inesperadas como “escuchar voces” u otras más, que lamentablemente cargan actualmente con el peso de la “Enfermedad”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias