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Comencemos a hablar de poscrecimiento

Manuel Baquedano
Por : Manuel Baquedano Sociólogo. Instituto de Ecología Política.
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¿Estamos ante el fin del mundo? No…, pero ciertamente y muy rápido vamos hacia el fin de la civilización industrial, de nuestra sociedad de consumo.

En tiempos de elecciones presidenciales y bajo distintos envoltorios, todos los candidatos proponen la misma receta: hay que crecer económicamente para tener más empleos, mejor educación, a fin de mejorar la situación de las personas y familias. Se desata así un ofertón de promesas de aumento de tasas de crecimiento y cada candidato presenta sus fórmulas ante una ciudadanía cada vez más escéptica e incrédula.

¿Pero no habrá llegado el tiempo de preguntarse si es posible que un país pueda crecer indefinidamente? ¿Es legítimo preguntarse si acaso el mundo no habrá llegado a sus límites de crecimiento bajo el actual modelo de desarrollo basado en la sociedad de consumo?

Si fuese así y -como lo creemos- la sociedad mundial haya entrado en un estancamiento dinámico que le impide crecer más de dos o tres por ciento anual, cifra insuficiente para mantener la dinámica de la sociedad de consumo, ¿no estaremos deslizándonos hacia una crisis crónica y terminal?

[cita tipo=»destaque»]La mayoría pensará que un candidato presidencial que abrace el poscrecimiento estará perdido. En un primer momento podrían tener razón, pero, en el mediano plazo, cuando los porfiados hechos vayan desarticulando rápidamente a las actuales formaciones sociales, estas ideas se irán imponiendo por sí solas.[/cita]

La crisis ecosocial mundial es de tal magnitud que a los ya conocidos límites sociales del capitalismo se han agregado los límites ambientales, donde el cambio climático que estamos vivenciando es el más importante, pero ciertamente no el único. Cada día que pasa se estrecha el tiempo para que la humanidad, de la cual formamos parte, pueda salvar a la especie humana de su ecocidio y desaparición.

Demasiado tarde, ya no existe manera para que la economía de un país pueda crecer y, a la vez, proteger su naturaleza y recursos naturales, manteniendo la sociedad de consumo. No existe fórmula alguna, bajo distintos nombres, como crecimiento o desarrollo sustentable, economía verde o circular, que nos indique que esta crisis terminal podría ser superada por hechos científicos o tecnológicos sin cambiar nuestras pautas de consumo actuales.

No existen las mercancías durables, solo existen los modos de vida durables. Y en una sociedad poscrecimiento eso significa prescindir de lo superfluo.

Por lo tanto, una sociedad de la época del poscrecimiento será todo lo contrario de la sociedad de consumo; se dará en un contexto de modos de vida que practiquen la sencillez verdadera y busquen la felicidad en cada paso que den.

Para ser feliz no hay que consumir demasiado, incluso nada o mucho menos de lo que uno se imagina.

La mayoría pensará que un candidato presidencial que abrace el poscrecimiento estará perdido. En un primer momento podrían tener razón, pero, en el mediano plazo, cuando los porfiados hechos vayan desarticulando rápidamente a las actuales formaciones sociales, estas ideas se irán imponiendo por sí solas.

Las nuevas políticas de bienestar deberán estar centradas en la búsqueda del Buen Vivir, orientadas a lograr una mejor distribución de lo que existe, más que del aumento indefinido de nuevos productos y mercancías.

Tenemos que promover políticas de bienestar que no dependan de las tasa de crecimiento de la economía, sino de un mejor uso y distribución de la riqueza existente y de la eliminación de lo superfluo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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