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Las contradicciones de la cumbre de turismo sostenible que aterrizará en la Patagonia

Patricio Segura
Por : Patricio Segura Periodista. Presidente de la Corporación para el Desarrollo de Aysén.
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El turismo es relevante, por cierto, pero en Aysén muchos pensamos que no es más que un medio para cumplir una aspiración previa: la de vivir en esta reserva de vida como hemos acordado, y que es resguardando su patrimonio ambiental, social y cultural.


Hace un par de semanas me sorprendieron las palabras de una joven de Coyhaique. Con su reflexión que, de seguro, muchos no comprenderán y otros no compartirán. La muchacha, desde años trabajando en torno a producción local y cuidado ambiental, decía que ya no participaba en encuentros estatales sobre sostenibilidad porque “son súper incoherentes, mucho PVC, mucho plástico, mucho material descartable y foráneo, entonces uno ya no les cree”.

Esta frase recordé al conocer los detalles de la Conferencia Mundial del Consejo Global del Turismo Sostenible (GSTC) que del 6 al 9 de septiembre se desarrollará en Coyhaique, en la Patagonia chilena. Iniciativa que cuenta con financiamiento del Estado, a través del Servicio Nacional de Turismo y del Gobierno Regional de Aysén, que puso recursos del Plan Especial de Desarrollo de Zonas Extremas.

Muchos en el rubro están de fiesta. Y no es para menos. Que el GSTC haya escogido a nuestra región para su cumbre, existiendo tantos otros destacados posibles territorios anfitriones, no solo permitirá relevar a escala mundial el nombre de esta bella y especial Trapananda, vinculándola a la conservación de los ecosistemas, sino además recibir ingresos por la llegada de centenares de visitantes.

También, discutir sobre los alcances de la sostenibilidad. Su sentido profundo. Y es en este ámbito donde surgen preocupantes dudas sobre los principios del GSTC. No sobre los que propugnan, certifican y difunden a escala global, sino los que aplican en sus propias actividades.

Las prácticas que informa la organización multinacional y que promueve entre hoteles y operadores de turismo se engloban en la “planificación eficaz para la sostenibilidad; maximizar los beneficios sociales y económicos para la comunidad local; mejorar el patrimonio cultural; y reducir impactos negativos sobre el ambiente”, según se puede leer en su documento “Los criterios globales de turismo sostenible para hoteles y tour operadores”.

Es aquí donde aparece la primera pregunta sobre las decisiones que adopta la organización de esta actividad en Coyhaique. Particularmente por el lugar escogido para realizar las principales conferencias: Casino Dreams.

Hace cuatro años, en el artículo “Show me the money”, avancé las razones que hacen a este tipo de centros de apuestas distanciarse del espíritu de sostenibilidad asociado al verdadero desarrollo económico local. Los casinos son “verdaderas centrífugas de circulante, succionadoras de la liquidez de la productividad de las comunidades locales. Porque aunque parte de esos recursos llega a municipios y gobiernos regionales por concepto de patentes, en el fondo éstas son financiadas en su gran mayoría con el dinero de la gente que vive en el lugar”.

Como la principal fuente de ingresos de los casinos es el juego, se les simplifica competir con hoteles y hostales, restoranes y centros de eventos ya instalados, muchos de ellos de familias que destinan sus utilidades en la propia comunidad al comprar en el comercio local, al matricular a sus hijos en los establecimientos educacionales, al tomar el colectivo, comprar en el kiosco, etc. Esta es la base de lo que se conoce como desarrollo económico local y el motivo de por qué las cadenas nacionales o extranjeras no son consideradas como ejes de este modelo. La idea no es que desaparezcan, sino que operen con regulaciones que fomenten el bien colectivo comunitario más allá del simple negocio de algunos.

Incluso dentro de los criterios aboga porque los territorios tengan “un sistema que apoya a las empresas locales de pequeño y mediano tamaño, y promueve y desarrolla productos sostenibles locales y principios de comercio justo basados en la naturaleza y la cultura del lugar. Pueden incluir alimentos y bebidas, artículos de artesanía, artes escénicas, productos agrícolas, etc”. Quizás ando medio perdido, pero no veo dónde un casino, y este en particular, está en sintonía con estos procedimientos plasmados en los “Criterios globales de turismo sostenible para destinos turísticos” del GSTC.

Otro de los elementos esenciales de la sostenibilidad es la participación de las comunidades locales. Donde se comprende que todos podemos aportar, porque el conocimiento no es vertical, puede emerger de cualquier lugar, en cualquiera dirección.

El propio Consejo Global de Turismo Sostenible lo” considera relevante, cuando señala en el ámbito de “la opinión de las comunidades locales” que se debe impulsar un “sistema que alienta la participación pública en la planificación del destino y en la toma de decisiones al respecto de manera continua”, y donde “se hace regularmente un seguimiento de las aspiraciones, preocupaciones y satisfacción con la gestión del destino de las comunidades locales, que queda registrado y sobre el que se informa al público puntualmente”.

Lo paradójico es que entre los relatores de la conferencia no hay ningún exponente eminentemente regional. Solo expertos de nivel internacional y, con suerte, uno que otro chileno. ¿Los operadores, empresarios, actores locales son considerados solo audiencias de lo que otros, de lugares lejanos y más “avanzados”, pueden plantear? ¿No existen experiencias en Aysén, esta reserva de vida que ha sido protagonista de múltiples procesos, que puedan mostrar lo que en esta tierra se entiende y hace desde la mirada de la sostenibilidad? ¿No podrán quienes vengan no solo compartirnos sus visiones sino también aprender de las que en este territorio se han planteado e impulsado, pequeñas pero válidas igual? ¿No sería interesante que Conaf pueda dar cuenta del potencial de nuestras miles de hectáreas de áreas silvestres protegidas y el involucramiento con las comunidades aledañas?

La lógica es similar a organizar en el Wallmapu un encuentro sobre cosmovisión indígena y no convocar como exponentes, de igual a igual, a representantes de los pueblos originarios del lugar. Quizás algún evento paralelo a estas relatorías centrales se preparará, de seguro, pero estos posibles encuentros de segundo orden no se harán cargo de lo principal. Las comunidades locales no son un ornamento de decisiones superiores, deben ser el centro. No pensar así no solo es elitista y colonizante, sino además uno de los elementos de la crisis global donde deciden unos, se ven afectados otros.

Si quienes entregaron recursos del Estado esta actividad no lo tienen claro, desde la ciudadanía nace la reflexión. Una que apunta a ver si realmente nos podemos poner de acuerdo en qué significa, de verdad, la sostenibilidad que queremos para esta tierra y su gente.

Porque el turismo es relevante, por cierto, pero en Aysén muchos pensamos que no es más que un medio para cumplir una aspiración previa: la de vivir en esta reserva de vida como hemos acordado, y que es resguardando su patrimonio ambiental, social y cultural.

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