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Dominga y el fin del poder de Hacienda Opinión

Dominga y el fin del poder de Hacienda

Cristian Leporati M.
Por : Cristian Leporati M. Director Escuela de Publicidad UDP, Profesor Asociado, Magíster en Filosofía y Antropología
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Si antes las empresas podían controlar a sectores de la política en la creación de leyes y tener un lobby efectivo sobre la tramitación de proyectos, hoy se encontraron con un ministro de Medio Ambiente que conoce los mecanismos del poder y, que en términos funcionales, facilita la estrategia valórica del Gobierno, lo que hace más sólido su actuar, para el bien de la naturaleza y el desarrollo en el norte del país.


Hace más de una semana, el comité de ministros presidido por el Ministerio de Medio Ambiente decidió rechazar el proyecto minero-portuario Dominga, dando un portazo en la cara al sector económico liderado por Hacienda, que había realizado un fuerte lobby público y privado para que se aprobara la inversión de más de 2.500 millones de dólares.

La historia ya es conocida, el ministro Céspedes (el mismo que se hizo conocido por la muñeca inflable), en rechazo a la decisión que iba a adoptar el comité, decidió abandonar la reunión al momento de la votación y hacer pública su disconformidad con la forma en que se adoptó y así poner un manto de duda respecto de la legitimidad de la instancia y de la resolución.

¿Qué es lo que hay detrás de todo esto? ¿Cuál es la verdadera razón para el pataleo de Economía y Hacienda?

Durante la administración del ex Presidente  Piñera y la gestión del ex ministro Pablo Badenier (DC), las instrucciones que emanaban del sector económico estaban perfectamente alineadas con el Ministerio de Medio Ambiente. Ahora, por primera vez desde que fue creada la institucionalidad ambiental, el ministro de Medio Ambiente no responde a los intereses del sector económico del Gobierno.

Hablamos de poder o, mejor dicho, de pérdida de poder.

En clases de marketing político, siempre les indico a los estudiantes, siguiendo a Michel Foucault, que la política es poder imponer a otro algo. Y eso es lo que hizo el ministro Mena: impuso sus términos.

[cita tipo=»destaque»]El empresariado y los pro crecimiento enfrentan su momento más difícil. La crisis reputacional de las grandes empresas y el financiamiento irregular de la política los han dejado al descubierto y sin capacidad de instalar en la discusión pública un discurso coherente que les permita defender su posición.[/cita]

En ese contexto, Hacienda y Economía, al perder el control sobre el Ministerio de Medio Ambiente y el Servicio de Evaluación Ambiental –por donde pasa prácticamente toda la inversión del país–, decidió salir a “matar” la institucionalidad.

De ahí que las declaraciones de Céspedes, el subsecretario  Micco y el ministro Valdés, han tenido el respaldo cerrado de todo el gran empresariado chileno e incluso del ex Presidente Piñera. Porque todos entienden que ya no tienen el poder que antes ostentaban y que les permitió “enverdecer” y “legitimar” proyectos que ciertamente tenían impacto en el medio ambiente, como fueron Alto Maipo, Mina Invierno, Pascua Lama, entre muchos otros.

Se ve cómo el establishment en pleno entró en estado de desesperación, porque esto es una muestra del cambio de época que estamos viviendo, donde el antiguo discurso hegemónico, en que el crecimiento debe ser a cualquier costo, hoy no hace sentido en la opinión pública ni en el gabinete.

La misma Presidenta Bachelet salió a respaldar la posición del ministro Mena: “Necesitamos que el crecimiento vaya de la mano con el cuidado del medio ambiente”, y agregó “porque hay gente que cree que, si uno se preocupa por el medio ambiente, la economía no va a poder seguir creciendo”.

El empresariado y los  pro crecimiento enfrentan su momento más difícil. La crisis reputacional de las grandes empresas y el financiamiento irregular de la política los han dejado sin capacidad de instalar en la discusión pública un discurso coherente que les permita defender su posición.

En paralelo, esta situación le ha entregado munición comunicacional al Gobierno para golpear el argumento (casi obsesivo)  pro crecimiento del ex Presidente Piñera en la campaña presidencial.

Si antes las empresas podían controlar a sectores de la política en la creación de leyes y tener un lobby efectivo sobre la tramitación de proyectos, hoy se encontraron con un ministro de Medio Ambiente que conoce los mecanismos del poder y, que en términos funcionales, facilita la estrategia valórica del Gobierno, lo que hace más sólido su actuar, para el bien de la naturaleza y el desarrollo en el norte del país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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